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Sociedad|Jueves, 2 de diciembre de 2004

Por una semana, Buenos Aires será capital mundial del cambio climático

Delegados de 180 países y ONG oficializarán a partir del lunes la entrada en vigencia del acuerdo para reducir emisiones contaminantes.

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La emisión de gases es la responsable de las catástrofes naturales.
El próximo lunes comenzará en Buenos Aires la 10ª Convención sobre Cambio Climático Global, donde se oficializará la entrada en vigencia del Protocolo de Kyoto, el acuerdo internacional para la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero, luego de que Rusia ratificara el tratado hace pocas semanas. Se espera la llegada de alrededor de seis mil participantes de más de 180 países, entre delegaciones gubernamentales y representantes de ONG, sectores empresarios e instituciones científicas, que sesionarán bajo el lema “para que no cambie el clima, cambiemos nosotros”.
La cita será en el predio de la Rural. El presidente Néstor Kirchner hablará el 15, dos días antes del cierre de esta cumbre anual, considerada el máximo exponente en materia ambiental referida al calentamiento global. Argentina ya había sido sede en 1998, un año después de la firma del conocido Protocolo de Kyoto, la primera acción coordinada a nivel mundial para hacer frente al cambio climático. Este tratado –que tuvo como principal negociador al embajador argentino para Asuntos Medioambientales Internacionales de la Cancillería, Raúl Estrada Oyuela– prevé que los países industrializados, los mayores productores de gases a los que se achaca el progresivo calentamiento del planeta, logren para 2012 una reducción del 5,2 por ciento en sus emisiones en relación con los niveles de 1990.
La reciente ratificación del protocolo por parte de Rusia selló su entrada en vigencia, que se concretará formalmente a mediados de febrero. El acuerdo requería la firma de al menos 55 países, cuyas emisiones totales de gases de efecto invernadero representen el 55 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono globales. La sistemática negativa de Estados Unidos a ratificarlo (cuyas emisiones representan el 25 por ciento del total) hacía necesaria la firma rusa, una nación que aglutina el 17 por ciento de las emisiones (Argentina produce el 0,6 por ciento).
“Va a ser la cumbre del buen humor. La ratificación rusa renovó el espíritu”, comentó el embajador Estrada Oyuela a Página/12. Se espera que la cumbre apruebe una agenda de acciones para reducir las emisiones. Además, que acuerde avanzar en la investigación sobre los impactos que tendrá el calentamiento en cada región, con el fin de determinar las áreas más vulnerables, y defina de qué forma se transferirán recursos y tecnología de los países desarrollados (mayores responsables del calentamiento) a los que están en vías de desarrollo, para enfrentar los efectos del cambio climático.
Otro de los ejes de debate será cómo lograr que Estados Unidos y Australia asuman un compromiso de reducción de emisiones. Y se ponga algún freno a países como Brasil, China e India, que no están obligados a disminuirlas –por no estar considerados como industrializados– para que crezcan sin afectar al medio ambiente. Organizaciones no gubernamentales, encabezadas por Greenpeace, promoverán a su vez que se empiece a discutir cómo continuar más allá del 2012, el límite previsto en el Protocolo de Kyoto. “Es necesario comenzar a definir nuevos compromisos”, consideró Mariana Walter, coordinadora de la Campaña de Energía de Greenpeace.
El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), un órgano de expertos que analiza el fenómeno, prevé un aumento de la temperatura media global de entre 1,4 y 5,8 grados centígrados hacia el 2100, y un crecimiento del nivel del mar en un rango de 0,1 a 0,9 metro hacia fines de este siglo. Una de las consecuencias más importantes que ha tenido el cambio climático en Argentina, según el IPCC, es el aumento de los totales de precipitación en la pampa húmeda y principalmente en la semihúmeda, que han llegado hasta el 40 por ciento en algunas zonas, además del aumento de temperatura en la Patagonia e indicios de mayor frecuencia de eventos extremos, como fuertes tormentas, tornados y granizo. Se pronostica que el Río de la Plata se verá afectado por el aumento del nivel del mar, con efectos mucho más severos en las sudestadas. A más largo plazo, 50 a 100 años, se espera la inundación de un área aún no determinada de la costa de la Bahía de Samborombón y la probable salinización de los acuíferos al sur de la ciudad de Buenos Aires.

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