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Sociedad|Martes, 1 de marzo de 2005

Miles de manifestantes marcharon, a dos meses de República Cromañón

Como en las marchas anteriores, las críticas se concentraron sobre Aníbal Ibarra y Omar Chabán. Una larga bandera portada por los padres mostraba las fotos de las víctimas del desastre.

Por Carlos Rodríguez
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La bandera, de unos veinte metros de largo, fue un detalle emotivo en la marcha de los dos meses.
A dos meses del incendio de Cromañón, miles de familiares y amigos de las 193 víctimas de la tragedia marcharon desde Plaza Once hasta la sede de la Jefatura del Gobierno porteño, donde las críticas volvieron a centrarse en las figuras de Aníbal Ibarra y Omar Chabán. “Antes de preocuparse por el plebiscito, lo que tiene que hacer Ibarra es ponerse a disposición de la Justicia porque él también es responsable, y revelar el nombre de los inspectores que tenían que constatar que el boliche Cromañón estuviera en regla; si él no sabe esos nombres, tiene las herramientas para averiguarlo”, dijo a Página/12 Mariana Márquez, la mamá de Liz, una de las víctimas de la tragedia. Algunos de los manifestantes, que ocuparon cerca de tres cuadras durante el paso por Rivadavia y luego por Avenida de Mayo, se dirigieron a la Plaza de Mayo, donde giraron en torno de la Pirámide. La marcha se desarrolló sin incidentes y el elemento de mayor impacto emocional fue una larga bandera argentina, llevada por los padres de los chicos que murieron en el desastre, que además de las fotos de los jóvenes llevaba impresas las manos de los familiares y frases escritas de puño y letra, reclamando justicia.
Además del ya clásico “Ibarra, Chabán, la tienen que pagar”, grupos de manifestantes cargaron las tintas sobre la figura del jefe de Gobierno, a quien le exigían la renuncia “por asesino, por corrupto y por ladrón”. En Plaza Once, antes de la partida de la manifestación, se realizó una ceremonia interreligiosa que fue presidida por el rabino Ariel Sztokman, el sheij Gabriel Mohsen Alí, el pastor bautista Pablo Abelleira y el obispo católico Jorge Lozano. A lo largo de la marcha, distintos grupos de familiares hicieron públicas convocatorias a la búsqueda de una unidad entre quienes se han presentado en la causa como querellantes.
Con ese mismo espíritu de unidad fue convocada para hoy, en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, una reunión de sobrevivientes. La reunión se hará a partir de las 17.30 en la sede de Marcelo T. de Alvear y Uriburu. “Estamos llamando a un encuentro entre los chicos que lograron salvarse, para establecer criterios de transparencia en cuanto a las subvenciones que les están entregando, porque en algunos casos lo que están recibiendo es una atención deficiente y muy mala”, explicó el abogado Fernando Soto. “Lo que queremos saber es cuáles son las necesidades de los chicos para poder después hacer un reclamo que los represente a todos”, insistió Soto, presente en la marcha.
Al frente de la manifestación iba una bandera argentina que decía “Por la justicia y en contra de la impunidad”. Más allá de la frase, el impacto mayor lo producían las fotos de las víctimas, alineadas a lo largo de unos veinte metros, sobre las dos franjas celestes del lienzo. En la banda blanca habían sido asentadas, en pintura de color negro, las manos de padres, madres, hermanos y tíos de las víctimas. Con el correr de los días y de las marchas, los que reclaman justicia se han nutrido de banderas, remeras y estandartes con las fotos y los nombres de las víctimas.
“Es tan simple así / No podés elegir / A vos no te dejaron elegir”, era la leyenda de una de las remeras. Otra decía “Fue tu muerte un golpe cruel / no pude decirte adiós / Tu destino se extinguió / Tus recuerdos viven hoy dentro de mi corazón.” Todas las remeras eran idénticas, con excepción de la foto y el nombre de la víctima. Cerca de cincuenta chicos las llevaban puestas, junto con otras prendas de vestir habituales en los recitales de rock, la mayoría reivindicando a Callejeros.
Ayer se produjeron algunas pocas novedades en torno de la investigación del incendio, que por algunas semanas estará a cargo de la jueza Silvia Ramond, quien reemplaza en esa función al juez Julio Lucini. Antes de dejar el caso, Lucini ordenó pericias médicas para los tres últimos detenidos, el manager de Callejeros Diego Argañaraz, y los supuestos responsables de la seguridad, Raúl Villarreal, empleado de Cromañón, y Lorenzo Bussi, amigo del grupo de rock.

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