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Sociedad|Martes, 26 de abril de 2005
69 MUERTOS EN JAPON AL CHOCAR UN TREN CONTRA UN EDIFICIO

El riesgo de la puntualidad extrema

El tren llevaba un minuto y medio de retraso y el conductor habría intentado recuperarlos. Tomó una curva a 133 km/h. Es el segundo accidente ferroviario más grave en la historia de Japón.

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Cinco de los siete vagones descarrilaron y dos de ellos chocaron contra un edificio.
El conductor del tren miró el reloj y aceleró la velocidad: se había retrasado un minuto y medio. La formación de la compañía ferroviaria West Japan Railway (WJR) tomó una curva a 133 kilómetros por hora, según calculan los investigadores, cuando la velocidad máxima recomendada para ese tramo era de 70. Cinco de los siete vagones descarrilaron, dos chocaron contra un edificio al costado de las vías y murieron 69 personas, mientras 441 resultaron heridas. Casi la totalidad de los 580 pasajeros que iban en ese tren a las nueve de la mañana. El gobierno japonés conformó un gabinete de crisis para enfrentar el accidente ferroviario más grave en 42 años.
“Usaba ese tren todos los días, pero me pareció que iba más rápido de lo habitual”, dijo Naomi Taniguchi, una empresaria de 38 años. “Primero pensé que era un terremoto”, ilustró. “Los pasajeros que iban parados fueron arrojados hacia afuera y los que estaban sentados fueron tirados al piso. Fue simplemente un caos”, relató Tsuneo Hara, un trabajador de Osaka hospitalizado. Otro pasajero recordó que “muchos viajeros eran alumnos de escuelas secundarias”.
El accidente ocurrió en la ciudad de Amagasaki, provincia de Hyogo, a 400 kilómetros de Tokio. El conductor del tren, Ryujiro Takami, de 23 años, tenía 11 meses de experiencia en el trabajo. En la estación Itami, anterior en el recorrido, el tren había seguido de largo ocho metros. La maniobra para volver atrás y poder realizar el intercambio de pasajeros hizo perder a la formación un minuto y medio. “Hubo un anuncio para pedir excusas por el retraso. El tren iba más rápido de lo habitual”, dijo una de las pasajeras que resultó herida. Contó que “estaba en el cuarto vagón. No puedo creer lo que ha pasado en los tres primeros. Afortunadamente estaba en el cuarto”. Esos vagones, que se estrellaron contra el costado de un edificio de viviendas, quedaron como latas de aluminio pisadas. Como uno quedó sobre el otro, se dificultaron las tareas de rescate. Una de las inquilinas de la construcción de 8 pisos, donde no se registraron víctimas, comparó al choque de los vagones descarrilados con “el terremoto de 1995”. Hasta las primeras horas de hoy, los equipos de rescate no dejaron de sacar muertos, heridos y, en pocos casos, sobrevivientes.
“Todavía no sabemos qué causó el accidente”, aseguró el presidente de la empresa, Takeshi Kakiuchi, en conferencia de prensa. Al momento del descarrilamiento, el controlador del tren informaba por teléfono a sus superiores sobre la maniobra fallida y remendada con pérdida de tiempo por el conductor en la estación Itami. El joven Takami, que se encuentra en estado crítico, ya se había pasado de largo una estación el año pasado.
El accidente se produjo a las 9.18 de la mañana, cuando el tren se encontraba cerca de un cruce entre las estaciones de Amagasaki y Tsukaguchi, en la línea de tren de Fukuchiyama. Uno de los vagones se llevó por delante un ómnibus. Inmediatamente después del descarrilamiento comenzó el rescate, con la movilización de equipos de bomberos y policía de la región, varias unidades militares del lugar y otras enviadas por el gabinete de crisis formado por el gobierno japonés.
Este accidente superó al ocurrido en 1991 en la provincia de Shiga, cuando al menos 42 personas murieron y 614 resultaron heridas al chocar dos trenes, en un suceso que conmovió al país y obligó a lanzar una campaña a nivel nacional para mejorar la seguridad ferroviaria. Muchos años antes, en noviembre de 1963, se había producido el peor accidente de tren de la historia de Japón, cuando 161 personas murieron al chocar tres convoyes en Tsurumi, cerca de Tokio.
Según los investigadores de WJR, para que el tren haya descarrilado en esa curva tendría que haber superado antes los 133 kilómetros por hora, mientras la velocidad máxima establecida para ese tramo era de 70 kilómetros por hora. Además, agregaron los especialistas, el sistema de control de esa parte de la línea es uno de los más antiguos del país y no contaba con el sistema de frenado automático que se dispara cuando se sobrepasa el máximo de velocidad permitida. Pese a estas evidencias, los responsables de la empresa no descartaron que el accidente se hubiera producido por la interposición de algún objeto en las vías, al descubrirse a 60 metros del lugar del accidente las marcas de fricción producidas cuando las ruedas arrollan algo sólido, como puede ser una piedra.

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