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Sociedad|Viernes, 27 de mayo de 2005
ABSUELVEN A UN POLICIA POR EL BENEFICIO DE LA DUDA

La muerte de una nena, impune

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Florencia Ramírez tenía 6 años.
Otro fallo absolutorio a un policía por la muerte de un inocente en menos de diez días. En esta ocasión, le tocó en suerte al oficial inspector Marcelo Pérez, de la comisaría 8ª de San Martín, que llegó al banquillo acusado por la muerte de la chiquita Florencia Ramírez, de 6 años. Florencia recibió una bala 9 milímetros en la cabeza el 11 de julio de 2001, mientras miraba televisión en su casa, ubicada justo sobre uno de los límites de la villa Loyola, de San Martín. Segundos antes, tres muchachos intentaban robar una 4x4. Dos policías, uno de ellos el acusado, pasaban por el lugar. Pérez disparó tres veces, poniendo en fuga a los asaltantes. Pero una de las balas atravesó las paredes de la casa de Florencia y le provocó la muerte. El policía dijo que disparó en respuesta a los tiros de los delincuentes. Cinco testigos señalaron que no hubo balas del otro lado. Sólo el dueño de la 4x4 sostuvo que los asaltantes estaban armados. Los jueces prefirieron dudar, que en términos jurídicos es presunción de inocencia. El fiscal había pedido una condena a tres años, por homicidio culposo.
El juicio se inició el 17 de mayo y tenía como único imputado al oficial inspector Marcelo Pérez. Lo acusaban de la muerte de Florencia, que falleció tras agonizar casi dos días con el cráneo atravesado por un proyectil de 9 milímetros.
El hecho ocurrió el 11 de julio de 2001. Tres hombres rodearon una camioneta Toyota Hilux, que se detuvo en un semáforo sobre la avenida 3 de Febrero, que recorre uno de los bordes de la villa Loyola. En ese momento pasaban por el lugar dos policías de la 8ª de San Martín en un Clío particular. Uno de ellos era Pérez. Una versión prudentemente policial aseguró que dieron la voz de alto. Luego, el oficial disparó contra los asaltantes en tres ocasiones, provocando su fuga. Según Pérez, lo hizo en respuesta a dos disparos realizados por el otro bando.
De las balas de los delincuentes, ni rastros. Tampoco vainas de los proyectiles. El dueño de la camioneta fue el único testigo en declarar que se trataba de un revólver, en el que los casquillos quedan en el tambor del arma. Lo único que pudieron recoger los peritos fueron tres vainas que, luego se comprobó, pertenecían a proyectiles disparados por el arma de Pérez. También el proyectil que penetró por la nuca de Florencia y salió por su frente para quedar insertado en la puerta de un placard.
El otro policía declaró que tuvo un ataque de pánico, que no se atrevió a mirar, que se agachó en el auto y se mantuvo oculto hasta que todo concluyó. Eso sí: dijo que había escuchado sonar dos tipos de armas distintas.
Fuera de esto, cinco testigos de la villa Loyola aseguraron que los delincuentes no estaban armados y que Pérez fue el único en tirar. Los jueces María del Carmen Paz, María Teresa Lumbardini y Miguel Bacalhau decidieron tomar como cierto el testimonio del dueño de la Toyota, consideraron dudosos los testimonios de los vecinos y absolvieron a Pérez, que, por si acaso, no concurrió a la audiencia.
“No puede ser que una inocente pague con su vida la imprudencia de un policía y que éste siga siendo policía”, dijo anoche Antonio, padre de Florencia a este diario.

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