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Sociedad|Viernes, 17 de mayo de 2002

Bélgica es el segundo país del mundo que aprueba la eutanasia

El Parlamento belga votó a favor de una ley que permite la eutanasia para enfermos incurables. No es sólo para pacientes terminales, sino también para aquellos cuyo dolor no puede ser calmado.

Por Pedro Lipcovich
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Según la ley aprobada, en la eutanasia debe intervenir un médico y se debe consultar a otros dos.
Bélgica se convirtió ayer en el segundo país del mundo, después de Holanda, que permite la eutanasia, para enfermos incurables que la soliciten a su médico. La posibilidad no se restringe a pacientes terminales sino también a aquellos “cuyo sufrimiento físico o psíquico no pueda ser calmado” y que estén “en pleno uso de sus facultades mentales” al solicitarlo. La legislación aprobada por el Parlamento belga incluye también la obligatoriedad de proveer cuidados paliativos a todos los enfermos con sufrimiento grave, a fin de garantizar que quienes requieran eutanasia no lo hagan por falta de adecuada atención médica y humanitaria. En una encuesta reciente, casi cuatro de cada diez médicos belgas reconocieron haber practicado la “eutanasia informal”, por pedido de pacientes moribundos.
La ley fue aprobada por 86 votos a favor –socialistas, liberales y ecologistas– contra 51, de los socialcristianos y partidos menores– y 10 abstenciones. Su texto define la eutanasia como “un acto practicado por un tercero, que pone intencionadamente fin a la vida de una persona a petición de ésta”. Quien la efectúe debe ser médico, pero ningún médico puede ser obligado a hacerlo contra su convicción. En todos los casos deberá consultar previamente a otros dos médicos, y habrá dejado pasar por lo menos un mes desde que el paciente haya formulado por escrito su decisión, generada “de manera voluntaria, reflexionada y reiterada”.
Los pacientes deben ser “mayores de edad en pleno uso de sus facultades mentales”; en Holanda, en cambio, los menores pueden tomar la decisión desde los 16 años y, con aprobación de sus padres, desde los 12.
El peticionante debe padecer “sufrimiento físico o psíquico constante e insoportable, que no pueda ser calmado, causado por una afección accidental o patológica incurable”. La ley no exige que los pacientes estén en fase terminal de su enfermedad. El diputado Daniel Bacquelaine, al fundamentarla, observó que “reservar la eutanasia para los enfermos en fase terminal implicaría la perversión de considerar que un sufrimiento de corta duración podría ser abreviado mientras que un sufrimiento de larga duración debería ser prolongado todavía más”.
En cada caso, el médico deberá presentar un informe a la Comisión Federal de Control y Evaluación de la aplicación de la ley, compuesta por 16 miembros. En caso de que dos tercios de sus integrantes juzguen que el profesional no se ciñó a las condiciones de la ley, elevarán el caso a la fiscalía correspondiente para que eleve la acusación por homicidio.
La ley se aprobó junto con otra según la cual “todo paciente debe poder beneficiarse de cuidados paliativos en el marco del acompañamiento del final de su vida”. Según la Asociación Médica de Holanda –donde la eutanasia rige desde abril de 2001–, una de las consecuencias de la legalización fue “permitir entre los médicos una reflexión más profunda sobre las posibilidades de tratamientos paliativos existentes”.
La cuestión había sido ampliamente debatida en la sociedad belga. Una encuesta reciente señaló que el 72 por ciento de la población estaba a favor, pero, además, el 38 por ciento de los médicos admitieron haber practicado ya la eutanasia a petición de enfermos terminales o familiares de éstos. El 25 por ciento de los médicos y el 42 por ciento de las enfermeras opinó que ésta es una “práctica corriente”, y otro estudio estimó que una de cada diez muertes en pacientes terminales es resultado de la “eutanasia informal”, donde el doctor se excede voluntariamente en la dosis de analgésico ante el ruego del paciente moribundo.
La eutanasia debe diferenciarse del “suicidio médicamente asistido”, vigente en el estado norteamericano de Oregon y en la ciudad suiza de Zurich, por el cual el médico suministra a su paciente –a solicitud de éste y bajo controles parecidos a los que acompañan a la eutanasia– una droga letal, que el paciente por sí mismo ha de ingerir cuando lo decida. El proyecto ahora convertido en ley había recibido ya la aprobación del Senado belga el 25 de octubre del año pasado. Entrará en vigor dentro de tres meses.

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