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Sociedad|Sábado, 11 de febrero de 2006
LOS PUBS DE GESELL, ENTRE LA NOSTALGIA Y LA MODA

Un recorrido con fantasmas

Está La Vieja Jirafa, enclavado en la leyenda de los sesenta. Y están los más modernos, aunque todos, como la Villa misma, guardan los mismos misterios. Aquí, los pubs de Villa Gesell.

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La Vieja Jirafa, el pub más popular de Villa Gesell, atesora una historia de rock y hippismo.
Por Carlos Rodríguez
Desde Villa Gesell


Detrás de la barra de La Vieja Jirafa, en el corazón del pub más popular de Villa Gesell, una foto antigua remite a la fachada original del boliche, inaugurado en 1961, con el nombre de La Jirafa Roja. El aspecto es el de una pulpería en medio de la pampa, pero en lugar de caballos hay autos que hoy son de colección y que entonces convertían a sus dueños en los reyes de la noche. Rocco “Tano” Tolone parece el nombre de un personaje que se escapó de un film de Luchino Visconti y en cierto modo lo es, aunque sin el destino trágico de aquél. Rocco fue el primer dueño de La Vieja Jirafa y hoy sigue viviendo en la misma playa que lo convirtió en leyenda. “En los años sesenta, Gesell fue uno de los lugares más libres de la Argentina. Nosotros vivimos, como en muy pocos lugares, el nacimiento del rock nacional, el movimiento hippie, y los pibes hoy siguen viniendo con el mismo espíritu, porque escucharon hablar a sus padres, a sus abuelos. La Vieja Jirafa es una parte grande de Gesell.” Y Rocco también. El boliche histórico mantiene la misma estructura, pero ahora el mandamás es Emiliano Tolone, el hijo de Rocco. Las mesas pequeñas de madera rústica, las luces rojizas y acotadas, la vereda elevada sobre piso de madera y los mismos jóvenes de siempre. Las mujeres por aquí, los hombres por allá, mirándose a los ojos, tratando de recrear, una vez más, aquella libertad, la que debería ser la misma, siempre.

“Acá hay poca histeria. Los pibes que quieren ganarse a una minita se lanzan en la calle, en los pubs o se deciden acá en Le Brique”, afirma Daniel Maximiliano Vázquez, el dueño de esa discoteca, en el centro de Gesell, el que recibe las mieles de la previa en los pubs. Su análisis concuerda con lo que se ve en las calles. Por la Avenida 3, después de las dos de la mañana, las chicas y los chicos forman pequeños, pero multitudinarios grupos. Entre invitaciones al baile, al paseo nocturno por las ramblas de madera, junto al mar, o la tranza lisa y llana, la noche se vive sin desperdicios. Como antes su padre, hoy Emiliano Tolone sigue siendo el asistente de Cupido. Además de La Vieja Jirafa, es el dueño y creador de El Chauen, en 104, entre Tres y Cuatro, a la vuelta del templo paterno.

El Chauen lleva el nombre de una pequeña ciudad blanca en Marruecos, bañada por el sol del Mediterráneo. El boliche es fresquito, tiene apenas cinco años y toda su escenografía es marroquí, con objetos traídos desde allá por Emiliano. La luz, que apenas permite apreciar la multitud de camellos de promoción que aporta una marca de cigarrillos, forma extrañas figuras porque proviene de un proyector de aceite. Delante del foco, una botella con el líquido denso va girando y formando extrañas, irrepetibles figuras. “Este es un lugar para los más jóvenes. Mientras en La Vieja Jirafa predomina el rock and roll, en El Chauen reina la música electrónica.” La vereda, también de madera, se llena de chicos de alrededor de 20 años y la mayoría de las veces, el baile se hace allí mismo.

En los sesenta, La Jirafa Roja estaba cercada por calles de arena y competía con Tía Vicenta o La Bota Rota. Por esos arenales rondaba la leyenda del Che Guevara visitando la Villa en enero de 1952, antes de la revolución cubana. Emiliano repite las historias que sigue contando Rocco. “Yo paso la mitad del año en Gesell y la otra mitad en Marbella. Allá tengo un boliche que se llama Tolone Bar. Mi viejo es italiano, se vino de allá a los cinco años. Mi abuelo primero se vino solo y después trajo a la familia.” Mientras en El Chauen predomina lo tecno, en La Vieja Jirafa, dejados al descuido sobre una de las mesas, sobrevive una pila de discos de pasta, los gloriosos long play. Alain Debray (pseudónimo del pianista Horacio Malvicino), Rod Stewart y Los Wawanco, juntos, sin cambiar de púa.Y como cualquier jirafa que se precie de tal, el canal oficial en el boliche es el de la National Geographic.

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