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Sociedad|Sábado, 18 de marzo de 2006
POLEMICA EN LA CNEA POR UN EVENTO CIENTIFICO FINANCIADO POR UNA AGENCIA DE LA US NAVY

Las olas que produce la Armada norteamericana

Un encuentro científico realizado en Bariloche con financiación de la Armada de EE.UU. y presencia de un miembro del ejército produjo una fuerte discusión en la CNEA. El gerente del Centro Atómico lo consideró “muy preocupante”. Las explicaciones del organizador.

Por Andrea Ferrari
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El organizador del encuentro es un científico que pertenece al Centro Atómico Bariloche.

La carta del gerente del Centro Atómico Bariloche, José Granada, tiene un tono llamativamente duro. Fechada el 10 de marzo y dirigida a los jefes de las distintas unidades de la institución, considera “muy preocupantes” las informaciones recibidas sobre la participación de investigadores de ese centro “en una reunión patrocinada por una oficina de fuerzas armadas extranjeras”. Se refiere a un encuentro científico que tuvo lugar en Bariloche entre el 5 y el 9 de marzo financiado por la Oficina de Investigación Naval de la marina norteamericana. Meses atrás, la noticia de que investigadores argentinos recibían subsidios de esa fuerza militar –dada a conocer por este diario– dio lugar a un debate en la comunidad científica y a un pronunciamiento del Comité Nacional de Etica en la Ciencia. Ahora, este encuentro ha levantado en el seno de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) una polémica de difícil resolución.

La participación en la reunión científica realizada en el hotel Tunquelén, de Bariloche, no fue abierta, sino por invitación. El tema era “materiales multifuncionales” y el financiamiento provino principalmente de la Oficina de Investigación Naval (ONR) y en menor medida del ejército norteamericano. El comité organizador estuvo integrado por Alejandro Fainstein, del Centro Atómico Bariloche, y Sergio Ulloa, de la Universidad de Ohio, Estados Unidos. Durante la apertura del encuentro estuvo presente el brigadier general Mark Brown, encargado de investigación del ejército estadounidense (ver recuadro).

Un día después de la finalización del evento empezó a circular por mail en el Centro Atómico Bariloche una crítica comunicación de la junta interna de ATE sobre la reunión que fue, decían, “de carácter hermético” y en la que “sólo pudieron ingresar invitados especiales, entre ellos aparentemente tres investigadores de este Centro Atómico”. Agregaba que “la mayoría de los que han tomado conocimiento, han manifestado su preocupación por lo que puede ser una manera de colaborar con fuerzas navales de EE.UU., o con desarrollos bélicos en general. Pensamos que aunque la conferencia puede ser puramente científica, el personal del Centro Atómico no debería participar en eventos que la sociedad interprete como la colaboración con fuerzas armadas (norteamericanas)”.

El mismo día, el gerente del Centro Atómico estampaba su firma sobre una nota interna donde pedía información sobre ese encuentro. Cuando en septiembre pasado trascendió a través de un pedido de informes de la diputada Lilia Puig de Stubrin que tres proyectos de investigación argentinos recibían subsidios de la fuerza naval norteamericana, fue justamente el gerente José Granada quien consideró que esos convenios no eran apropiados ni debían continuar. Ahora, en su carta recuerda ese antecedente y sostiene que “nuestra institución, la Comisión Nacional de Energía Atómica, fue creada para y trabaja desde hace más de medio siglo en el desarrollo de aplicaciones pacíficias de la energía nuclear, pero debe afrontar constantemente la visión popular que sigue asociando estas actividades con las más terribles armas de destrucción masiva”.

“Así pues –sigue la nota– esta Gerencia considera muy preocupantes las informaciones que indicarían la participación de investigadores de este centro en una reunión patrocinada precisamente por una oficina de fuerzas armadas extranjeras, cuya misión es ciertamente buscar las aplicaciones científicas y tecnológicas para la mayor sofisticación de sus armas, entre las cuales se cuentan el mayor arsenal nuclear del planeta.”

Al final del memo se requiere información sobre quienes hayan participado u organizado el evento. En verdad, probablemente ya lo sabía, pues no era un secreto que Alejandro Fainstein había sido uno de los organizadores.

Fainsten es un investigador de larga trayectoria, con numerosas publicaciones internacionales y premios por su trabajo. Su línea de investigación actualmente es “la manipulación de luz y sonido en la nanoescala”, según su propia definición. Consultado por este diario, Fainstein sostuvo que la de Bariloche fue una reunión “de carácter puramente científico, sobre temáticas abiertas y que han sido publicadas o cuyo objetivo es hacerlo. La forma de la reunión fue por invitación, estilo workshop y esto de ninguna manera se relaciona con un carácter cerrado o clasificado de las temáticas a discutir, sino con la dinámica grupal y de discusión que se quiere conseguir”. El investigador (ver entrevista aparte) defendió el subsidio que, entre otros, recibe su equipo por parte de la Oficina de Investigación Naval y aseguró que “no dudaría en interrumpir cualquier colaboración si percibiera que puede ser usada con fines bélicos, o que puede ser contraproducente para mi país”.

Este diario intentó hablar con Granada, pero el gerente del CAB hizo saber a través del jefe de Relaciones Institucionales que aún estaba reuniendo la información pertinente sobre el encuentro y no se habían decidido los pasos a tomar.

En verdad, la discusión parece lejos de estar zanjada en el ámbito científico, sobre todo teniendo en cuenta las dificultades por las que suelen atravesar los investigadores argentinos para poder financiar sus proyectos. Meses atrás, cuando el tema salió a la luz, la Secretaría de Ciencia y Ténica le pidió una evaluación al Comité Nacional de ética en la ciencia. En su pronunciamiento, ese cuerpo recomendó que que las autoridades del sector analizaran junto con la comunidad científica “la necesidad de distinguir entre las fuentes de financiamiento provenientes de organismos extranjeros y eventualmente limitar aquellas que provengan de fuerzas armadas extranjeras orientadas a la producción de armamento”. La tarea aún parece estar pendiente.

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