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Sociedad|Sábado, 8 de abril de 2006
TESTIGOS DEL CASO LEBBOS DENUNCIARON AMENAZAS

Homicidio con sombra policial

Los dos hombres que encontraron el cadáver denunciaron que la policía los obligó a decir que desde hace días había olor en el lugar. Pero ellos habían pasado por ahí y no vieron el cuerpo.

Por Carlos Rodríguez
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El padre de la víctima, Alberto Lebbos, pidió que se cite a declarar al jefe de la seccional de Raco.

En el caso de la joven Paulina Lebbos, asesinada en Tucumán, se produjo una novedad que puede cambiar el rumbo de la investigación. Los hermanos que encontraron el cuerpo de la chica en un descampado de Raco, en la localidad de Tapia, a 25 kilómetros de la Capital, acusaron a la policía local de haberlos amenazado para que mintieran sobre las circunstancias del hallazgo. Sergio y Marcelo Goitea, en su primera declaración ante la Justicia –habían prestado testimonio en sede policial–, dijeron que pasaron por el lugar a caballo dos veces, horas antes del hallazgo, el 11 de marzo pasado, y que “en ninguna de esas ocasiones habían visto el cuerpo”. La tercera vez lo vieron, pero en ningún momento se orientaron por “el fuerte olor” que se sentía en la zona. En su declaración ante la policía, habían asegurado que el olor se percibía desde hacía “varios días”. Ahora aclararon que “habían mentido porque los policías de Raco los habían amenazado para que dijeran eso”, confirmó a Página/12 el abogado de la familia de la víctima, Emilio Mrad. La nueva versión abre la posibilidad de que el crimen se haya cometido en otro lugar y pone bajo sospecha a la policía, al menos por el posible delito de encubrimiento.

“Nos habían amenazado y recién ahora nos sentimos bien por haber podido contar lo que realmente pasó”, dijeron los hermanos Goitea cuando se retiraron del despacho del fiscal de la causa, Alejandro Noguera. La joven Lebbos había desaparecido el 26 de febrero, luego de ir a bailar con una amiga, y el cadáver recién fue encontrado el 11 de marzo.

Ahora, el padre de la víctima, Alberto Lebbos, pidió a su abogado que se presente en la causa para solicitar la declaración testimonial del jefe de la seccional de Raco, Enrique Antonio García, y de otros dos policías que fueron señalados por los hermanos Goitea, dos trabajadores rurales que viven en Raco.

Lebbos padre, ex secretario de la Juventud del gobierno tucumano, renunció al cargo luego de la aparición del cuerpo de su hija, tras criticar al entonces ministro de Seguridad Ciudadana, Pablo Baillo, quien también tuvo que alejarse de sus funciones.

“Los testigos dijeron que no habían sentido ningún olor y que habían declarado eso, obligados por los policías. Lo que nosotros queremos saber ahora es cuál fue la finalidad de la mentira. Cuál era el fin que buscaban los policías”, afirmó Mrad.

Los hermanos Goitea trabajan en un campo de polo de la zona, que está pegado al descampado donde apareció el cuerpo. Los dos dijeron ante el fiscal Noguera, en forma coincidente, que vieron el cuerpo recién la tercera vez que pasaron por el lugar y que luego hicieron la denuncia ante un ex policía que es amigo de ellos. Cuando llegaron los agentes de la comisaría de Raco, y mientras se dirigían a la seccional, fueron amenazados por “al menos dos de ellos” para que cambiaran su testimonio. Los testigos precisaron que la joven asesinada tenía “un reloj en la muñeca, que brillaba con el sol”, como ellos comprobaron cuando pasaron a caballo la tercera vez. La pregunta es ¿por qué no lo advirtieron las dos primeras veces que pasaron?

Además de los policías, Lebbos quiere que se interrogue, una vez más, al novio de su hija, César Soto, sobre todo teniendo en cuenta que no se descarta la hipótesis de un crimen por motivos pasionales. Se dice incluso que el padre de Paulina habría presentado un escrito con alrededor de cien preguntas dirigidas a Soto. Además del fiscal y de su secretaria, María López Cisneros, el padre quiere que esté presente una psicóloga forense de la Gendarmería que ya le hizo un test a Soto. “Sabemos que él ya habló con la profesional, pero creemos que es necesario que lo haga de nuevo”, explicó Mrad a este diario.

El miércoles pasado, con la presencia de los hermanos Goitea, peritos de Gendarmería hicieron un reconocimiento del lugar en el que apareció el cuerpo y encontraron algunos elementos, como ser cabellos que serían de la víctima y restos de un teléfono celular similar al que llevaba Paulina Lebbos la noche del homicidio. Esos elementos fueron enviados a Buenos Aires para realizar estudios, cuyos resultados se conocerán en diez días. También prestó declaración ante el fiscal, por tercera vez, Virginia Mercado, la amiga que acompañaba a Paulina y que afirmó que tomaron juntas un remís. Mercado se bajó en su domicilio y Lebbos siquió viaje hacia la casa de su novio. Soto aseguró que la joven nunca llegó a ese destino. La amiga hizo una descripción del rostro del conductor del remís y aseguró que el auto era un Fiat Duna bordó, pero hasta ahora no pudieron ser encontrados ni el vehículo ni el remisero.

El jefe de la Policía de Tucumán, Hugo Sánchez, aseguró que Soto “fue, es y será un sospechoso”, opinión que comparte la familia Lebbos, que tenía una mala relación con el joven. La amiga de la víctima será sometida también a un test psicológico a cargo de la perito de Gendarmería. En fuentes vinculadas a la causa se dijo que con el estudio se intenta establecer “la interrelación víctima-victimario, interrogando a los que la conocieron; de ese modo se puede armar un perfil del autor”. En una segunda autopsia, a cargo de peritos de Gendarmería, se tratará de establecer si la joven fue sometida a abuso sexual antes de ser asesinada. La labor es difícil por el grado de descomposición del cuerpo.

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