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Sociedad|Jueves, 20 de abril de 2006
ANTE UNA MUJER SENSUAL, LOS HOMBRES DECIDEN MAL

Con la cabeza en otra parte

Un estudio demostró cómo pueden obnubilar la mente del hombre los encantos femeninos. Según otra investigación, el dedo anular puede revelar el grado de vulnerabilidad al estímulo sexual.

Por Pedro Lipcovich
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Todos los lectores, antes de llegar al final de esta nota, habrán interrumpido su lectura para cotejar las respectivas longitudes de sus dedos anular e índice; todas las lectoras, en cuanto puedan, efectuarán el mismo cotejo, con mayor o menor disimulo, sobre las manos de sus esposos, amantes y aun compañeros de trabajo. Porque la diferencia entre esas longitudes es indicadora del grado de exposición a la testosterona que ese varón haya tenido cuando estaba en el útero materno y –según han descubierto investigadores de la Universidad de Leuven, en Bélgica–, cuanto mayor haya sido esa exposición –es decir, cuanto más largo sea el anular con respecto al índice– más probable será que este varón sea afectado por los encantos femeninos hasta el punto de que su capacidad de tomar decisiones se vea obnubilada. Por decirlo de otro modo: ciertos pelitos tiran más que una yunta de bueyes pero, si usted tiene el anular largo, tirarán todavía más.

Enrique Santos Discépolo hubiera sonreído al ver, en la edición de ayer de la prestigiosa revista científica Nature, la foto de una rubia que, en bombacha y corpiño, mira provocativamente al lector. Pero no es que el imperio del mercado obligue a la Biblia de la ciencia a juntarse con el dulce calefoncito de las muchachas en flor, cómo va a ser eso: la rubia es adecuada ilustración para el informe sobre un estudio dirigido por Bram Van den Bergh y Siegfried DeWitte, de la Universidad de Leuven, quienes presentaron inicialmente sus resultados en la publicación Procee- dings of the Royal Society.

Los investigadores belgas trabajaron con 176 voluntarios, estudiantes, heterosexuales, de entre 18 y 28 años. Los pusieron a jugar juegos de finanzas, de ganar o perder. Pero, antes del juego, les mostraban cosas: a algunos les mostraron fotografías de bellos paisajes y les pidieron que señalaran las mejores; a otros les mostraron fotografías de bellas mujeres y les pidieron que señalaran las mejores; a otros, todavía, les mostraron unas ropitas, corpiños, bombachas, y les pidieron que evaluaran su textura, su color. Los resultados mostraron que aquellos que se habían entretenido con las fotos femeninas y las ropitas eran más proclives a aceptar ofertas desventajosas; en cambio, quienes se habían limitado a admirar paisajes estaban en mejores condiciones de defender su economía personal.

Pero la ciencia procura siempre ir más allá y los investigadores de Leuven agregaron otra variable: midieron los tamaños relativos de los dedos índice y anular de cada sujeto de experimentación. Estudios anteriores ya habían advertido que la diferencia de longitud entre el anular y el índice, en el varón, responde a una mayor exposición a la testosterona durante la vida intrauterina; en la mujer, las longitudes de índice y anular suelen ser iguales porque no han pasado por esa exposición.

En el caso del estudio de la universidad belga, la medición de los dedos respectivos reveló que quienes tenían el anular relativamente más largo, es decir, habían sido expuestos a mayores niveles de testosterona en la vida intrauterina, “producían peores resultados en la prueba”, lo cual “sugiere que son particularmente sensibles a las imágenes sexuales”.

“A todos nos gusta pensar que somos seres racionales, pero nuestra investigación sugiere que las personas con más altos niveles de exposición a la testosterona son más vulnerables a los estímulos sexuales”, comentó Siegfried DeWitte en diálogo con la BBC de Londres, mientras procuraba destacar la longitud relativa de su dedo anular ante la periodista que lo entrevistaba. No obstante, advirtió, “esas personas no están inermes para luchar contra ello; podemos aprender a manejarnos con nuestras hormonas”.

Ya el año pasado una investigación preliminar de la Universidad de Alberta, Canadá, efectuada sobre estudiantes de esa misma casa y publicada en la revista Biological Psychology, había sugerido que “cuanto más corto sea el dedo índice en relación con el anular, es más probable que el varónreciba una puntuación más alta en escalas que miden la tendencia a la agresión física”. ¿Cómo no nos vamos a enojar si, por causa de eso, nos va tan mal en los negocios?

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