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Sociedad|Martes, 25 de junio de 2002

Zarpa el “Irízar” para rescatar al buque alemán varado en el hielo

Desafiando el clima, el rompehielos de la Armada Argentina lleva a 174 personas a una arriesgada operación: deben llegar a la Antártida para rescatar a un buque alemán con 97 personas a bordo, atravesando aguas que nunca se cruzan en invierno.

Por Carlos Rodríguez
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El rompehielos “Irízar” fue cargado ayer con provisiones para emprender la aventura.
Es una travesía fantástica, comparable con los épicos relatos de Marco Polo: hoy, a las 5.30, desde el Puerto de Buenos Aires, el rompehielos “Almirante Irízar”, de la Armada, con 173 hombres y una mujer a bordo, comenzará a recorrer las 4381 millas –unos 8 mil kilómetros– que lo separan de un buque alemán que está varado, con 97 personas a bordo, entre los hielos de la Antártida. Si todo sale como está previsto, el “Irízar” llegará entre el 7 y el 8 de julio a las proximidades del lugar, donde se encuentra el buque alemán de bandera liberiana “Magdalena Oldendorff”, inmóvil desde el 11 de este mes. Sobre sus tripulantes pende una amenaza: los víveres y el combustible podrían durar hasta fines de julio, racionamiento mediante. El viaje tiene un costo inicial de un millón de dólares, que aumentará junto con las dificultades que aparezcan durante una incursión que desafía la lógica, ya que esas aguas nunca se cruzan durante el invierno, con temperaturas por debajo de los 50 grados bajo cero, entre bloques de hielo que crecen a cada segundo y en una zona del mundo donde la noche, por estos días, es eterna.
“Es una misión humanitaria y el ciento por ciento de los gastos corre por cuenta de la empresa propietaria del barco en emergencia”, aclaró desde el vamos el comandante de la Fuerza Naval Antártica, capitán de navío Raúl Benmuyal. El rompehielos, único en su tipo en Sudamérica, navegará los primeros días hasta llegar a Puerto Galván (Bahía Blanca) y a Río Grande, donde se aprovisionará de combustible y subirá a bordo dos helicópteros Sea King, cuyos pilotos serán los encargados de arrimar hasta el “Magdalena Oldendorff” las 800 toneladas de víveres y el combustible que permitiría a los 97 ocupantes sobrevivir hasta el próximo verano, cuando el mar comience a descongelarse y puedan salir de tan incómoda situación.
En la zona donde está varado el buque alemán, recién a mediados de julio habrá una hora de luz y dos horas y media de crepúsculo durante las cuales se podrá facilitar la labor de los helicópteros. El capitán Benmuyal dijo que, en el mejor de los casos, el “Irízar” podrá llegar a una distancia de 100 o 120 millas del lugar de la varadura. El “Magdalena Oldendorff” está situado a unos 300 kilómetros de la base rusa Novoralazarevskaya, a la que se dirigía contratado por las autoridades de ese país de Europa del Este, llevando a 71 científicos y a 26 tripulantes.
Hacia el sur, la nave tiene como límite la “barrera”, como se denomina al hielo fijo, eterno; y por el norte, el este y el oeste, el mar congelado que en esta época del año se consolida a cada instante. La nave está imposibilitada de romper la muralla de hielo para llegar a mar abierto. La suerte de sus pasajeros y tripulantes depende de la ayuda que pueda recibir del “Irízar” y del buque sudafricano “Agulhas”, que hace una semana partió desde Ciudad del Cabo, pero que tiene menos chances de acercarse al objetivo que el rompehielos argentino. El barco sudafricano lleva también dos helicópteros militares Oryx.
Benmuyal insistió en que el viaje “no les costará a los contribuyentes argentinos ni un solo peso”. El rompehielos parte con una dotación de 174 personas, entre ellos varios glaciólogos y meteorólogos que habitualmente colaboran en las campañas antárticas. Todos son hombres, salvo una única mujer, que es bióloga. En términos muy directos, Benmuyel aclaró que se trata de una operación “muy complicada” y con pronóstico de “resultado incierto”. Aseguró que tratarán de acercarse a “100 o 120 millas” del barco y recién allí “ver qué es lo que pasa y lo que se puede hacer”. Las temperaturas son inferiores a los 50 grados bajo cero y son habituales los vientos, que hasta pueden impedir la intervención de los aviones.
“En la zona, hoy la noche es total y recién el 20 de julio habrá dos horas de luz y una y media de crepúsculo.” Esos serán los márgenes para operar. Para aproximarse al barco varado tendrán que superar “hielo joven” que está ahora “en permanente crecimiento en extensión, espesor y compactación”. Todo depende de las limitaciones que ponga el clima.Benmuyal aclaró que es una misión “mucho más complicada” que el rescate del barco “Clipper Adventure”, que había quedado atrapado por el hielo en febrero del 2000, en pleno verano, y fue auxiliado por el “Irízar”.

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