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Sociedad|Viernes, 30 de junio de 2006
LOS JUEGOS DE PADRES Y ABUELOS EN EL PRIMER MUSEO ARGENTINO

La historia en un mundo de juguetes

Por Por E. V.
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El trompo de hojalata Matarazzo, de 1940, no pasa inadvertido.

Muchas lecturas pueden hacerse de la historia argentina y una de ellas –por qué no– es a través de los juguetes. Los autos de hojalata, las muñecas de pasta que regaló la Fundación Eva Perón a las “descamisaditas”, los mecanos y juegos de construcción, símbolos de un país industrial y en crecimiento, y hasta clásicos como el Cerebro Mágico, fueron hitos en la niñez de varias generaciones. La recorrida –un verdadero volver a vivir– forma parte del primer Museo del Juguete, un proyecto de la cámara de empresarios del sector que se podrá ver a partir del 22 de julio y durante doce días en el Centro de Exposiciones Costa Salguero. Será en el marco de la Feria Nacional del Juguete, una suerte de juegoteca gigante que se funcionará en ese predio.

Como la mayoría de las industrias locales, la del juguete nació para sustituir importaciones. Pero tiene historias especiales, como la de la fábrica de los Matarazzo, que de cerealeros y fraccionadores de harina pasaron a ser fabricantes de juguetes de hojalata, los más baratos del mercado, antes de dedicarse a la producción de fideos. O la de la familia Hojman, que tenía una fábrica de fuentones, también de hojalata, y en la década del ’30 comenzó a fabricar juguetes de ese material, como el tambor que se exhibe en el museo.

“En los juguetes de cada época se puede ver qué es lo que la sociedad, y la industria del juguete, esperaba para sus niños”, explica Daniela Pelegrinelli, curadora de la muestra, y da una pista de cómo está organizada la exposición. La división por género está expresada claramente en el sector de las máquinas de coser Norita, un paradigma de lo que se pretendía de las niñas en las décadas del ’40 y el ’50.

–¿Hay un juguete de diseño exclusivamente argentino? –preguntó Página/12.

–Sí. Uno de ellos es el camión Duravit, el único en el mundo de caucho vulcanizado, que apareció en la década del ’60, época de las grandes obras viales. Otro es el Estanciero, creado en 1937 y todavía en vigencia: es una adaptación del Monopoly al país de las vacas y los cereales.

Un párrafo aparte merece el Cerebro Mágico, el ingenioso juego de preguntas y respuestas con una luz para señalar los aciertos, creado en 1942. “Hubo varios modelos y marcas, del tipo ‘La luciérnaga instructiva’, pero la marca que atrapó a los chicos y se impuso durante 40 años fue ésa”, apunta Pelegrinelli.

Los que tienen más de 40 recordarán la pista hípica Costa Azul, accionada por una manivela que hacía temblar el piso de hule y avanzar los caballitos de plomo. Las que ya son abuelas pueden evocar la muñeca Marilú, nombre local para un producto importado, para la cual la revista Billiken publicaba folletines con moldes de vestidos.

Lo que para padres y abuelos es un volver a vivir, para los chicos de la PC y Playstation puede resultar una interesante excursión al mundo infantil de los mayores. El museo consta de 800 piezas y aún espera una sede para su exhibición definitiva, tras la feria. Sólo se encontrarán juguetes argentinos y del siglo XX, simplemente porque la industria local nació en la década del ’20 y del ’30. “Se consolidó en los ’40 y ’50 y se expandió en los ’60 y ’70”, agrega la curadora. No necesita mencionar la catástrofe del sector en los ’90. Ahora, destacó el presidente de la Cámara, Norberto García, el sector está en recuperación: aumentó en un 50 por ciento las exportaciones respecto de 2005.

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