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Sociedad|Domingo, 23 de julio de 2006

Lo que se produce en Argentina

Por Mariana Carbajal
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Gabriel Conte, integrante de la Red Argentina de Desarme.

“Argentina es uno de los productores de armas pequeñas más importantes de Latinoamérica. Según datos del Indec, entre el 2000 y el 2002, las exportaciones crecieron más del 40 por ciento”, reveló el investigador Darío Kosovsky, miembro fundador de la Red Argentina para el Desarme. En 2005, las ventas al exterior superaron los 10 millones de dólares. Además de la estatal Fabricaciones Militares, existen cinco empresas privadas que producen armamento en el país. La de mayor envergadura, Bersa, tiene alrededor de 70 empleados, y entre sus 20 modelos produce un promedio de 40 mil pistolas por año. Gran parte de su producción se exporta a Estados Unidos.

En los últimos dos años, en la Argentina se fabricaron 187.074 armas, según informó a Página/12 el Renar. La producción nacional viene en aumento: en 2004 fueron 87.612 y en 2005, 99.462 unidades, de acuerdo con los datos oficiales. La importación también creció en el mismo período: de 62.075 armas compradas en el exterior en 2004, se pasó a 64.753, en el último año. Las estadísticas del Renar marcan además, un incremento en las exportaciones: mientras que en 2004 se vendieron a otros países 16.609 armas de distinto tipo, en 2005, esa cifra trepó a 19.329.

“No debe haber muchos argentinos que sepan que el país es el tercer productor de armas de la región, después de Brasil y México”, apuntó Kosovsky, abogado especializado en derecho penal, integrante de la Coalición Latinoamericana para la Prevención de la Violencia Armada y uno de los investigadores que más conocen del tema. Kosovsky acaba de publicar el libro El ciudadano Sheriff. Armas y violencia en Argentina.

En 2004, las exportaciones de armas representaron ventas por 9.164.446 dólares. Un año más tarde, aumentaron casi un 10 por ciento: llegaron a 10.050.351 dólares, según las estadísticas del Indec, entre escopetas y rifles deportivos o de caza, armas cortas, municiones, accesorios y partes de armamento y armas antiguas.

Los revólveres y pistolas son el rubro más importante: en 2005 se vendieron al exterior 64.738 unidades por un monto de 7.384.717 dólares. El principal comprador fue Estados Unidos: adquirió 46.669 revólveres y pistolas por poco más de cinco millones de dólares.

El mercado local y las exportaciones se alimentan de la fabricación de armas de la empresa estatal y las firmas privadas. Según explicó Kosovsky, después del escándalo de la venta de armas a Ecuador y Croacia –durante el gobierno de Carlos Menem– el control de la Dirección General de Fabricaciones Militares fue transferido del Ministerio de Defensa al Ministerio de Economía. “Se suspendieron las exportaciones de armas militares a otros estados y se reorientó la producción hacia las armas pequeñas para el mercado civil y para las fuerzas de seguridad, produciendo mayormente pistolas semiautomáticas y rifles .22”, puntualizó.

El principal fabricante privado de Argentina es Bersa. Una de sus pistolas fue la que usó Martín Ríos, el francotirador del barrio de Belgrano. Bersa tiene alrededor de 70 empleados. Su planta está ubicada en la localidad bonaerense de Ramos Mejía y pertenece al italiano Benso Bonadimani, quien hasta el año 2005 fue presidente de Aicacyp, la entidad que agrupa a las principales fábricas de armas, a los mayores importadores y a los vendedores de todo el país, y que tiene injerencia en la administración del Renar, el órgano de control del armamento en el país (ver nota central). Los otros productores nacionales son Lasserre, F&L, Azor y Fanac.

“Históricamente Argentina tuvo un modelo normativo restrictivo, en relación con las armas, como consecuencia de la decisión política de garantizar unan convivencia pacífica a través de un Estado democrático de derecho monopolizador de la violencia y gestor de la conflictividad social. Pero esta opción se contradice con el hecho de que el mismo Estado está asociado a los fabricantes, vendedores, importadores, exportadores y usuarios de armas en la administración del ente encargado del contralor. Y además, el Estado, a través de Fabricaciones Militares, inyecta armas al mercado”, objetó Kosovsky.

Para Gabriel Conte, integrante de la Red Argentina de Desarme, es necesario que el Renar realice periódicamente un balance acerca de la producción de armas en el país y de la demanda interna y externa. “Los excedentes son susceptibles de terminar en el mercado negro. Deberían imponerse cuotas máximas de fabricación a las empresas, para ir avanzando lentamente con planes de desarme hasta que finalmente se dejen de fabricar armas en el país”, consideró Conte.

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