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Sociedad|Viernes, 13 de octubre de 2006
ACTO EN CONGRESO CONTRA EL LLAMADO DIA DE LA RAZA

La resistencia del aborigen

Tawaintisuyo. Wipala. Aby-Ayala. Son términos que para la mayor parte de la sociedad resultan desconocidos, inconexos. Para revertirlo y para desmentir la historia tradicional, ayer las comunidades originarias de lo que hoy es Sudamérica cantaron y bailaron su música y ofrecieron productos típicos, en una nueva edición de la actividad que todos los 12 de octubre realizan en la Plaza del Congreso.

La muestra-espectáculo es organizada por representantes de los pueblos aborígenes que habitaron y habitan estas tierras. Una de las primeras metas que se plantean es desterrar la festividad del Día de la Raza, considerado el comienzo de la usurpación y la matanza perpetrada por el “hombre blanco”.

Wayra Puca es uno de los organizadores. Tiene la piel curtida por el sol y una tonada difícil de encasillar, aunque lo cierto es que pertenece al pueblo quechua-aymará. Cuenta que “la idea es denunciar la usurpación de tierras que comenzó hace 500 años y hoy continúa. La gente tiene que conocer la verdadera historia, no se puede seguir comiendo lo que dicen los manuales”.

Diaguitas, collas, mapuches, mocovíes y querandíes son algunos de los pueblos aborígenes que estuvieron representados en la actividad, que contaba con un escenario ubicado de espaldas al Congreso y donde se turnaban las guitarras, los charangos y los sikus para hacer escuchar los sonidos “nacidos de la tierra”.

“Cuando estaba esclavizado, nuestro pueblo era obligado a bailar, pero sin sacarse las cadenas de los tobillos. Eso es lo que simbolizan los cascabeles que tenemos en las botas”, relata Víctor, líder de una de las compañías.

A pocos metros del escenario, y rodeando el Monumento a los Dos Congresos, fueron ubicados puestos que ofrecían los productos típicos aborígenes. Ropa, adornos y mantas integraban el abanico de objetos a la venta y los peatones ocasionales repartían su atención entre ellos y lo que ocurría en el escenario.

En uno de los puestos se relataba sintéticamente, y mediante recortes de artículos periodísticos de otros siglos, la historia de la ocupación de América. Allí se reflejaba el pensamiento que vertió uno de los oradores: “11 de octubre, último día en libertad”.

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