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Sociedad|Lunes, 22 de enero de 2007
TRES TIROS A UN JOVEN EN UNA COMISARIA DE MENDOZA

Baleado en defensa impropia

Ocurrió el 7 de enero. La policía dice que Jonathan Oros entró a los tiros y tuvieron que responder. Otros testimonios sostienen que le dispararon dentro y que el chico estaba desarmado. El padre recibió amenazas.

Por Horacio Cecchi
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Raúl Oros muestra la foto de Jonathan y asegura que la policía lo mató a balazos en la comisaría.

El 7 de enero pasado, noticias provenientes de Mendoza informaban que un joven demente había entrado en una comisaría a los tiros y que la policía, en obvia defensa propia, lo había baleado. Ni tan obvia ni tan defensa, el caso apunta a otro más de gatillo fácil, después de que dos testigos declararan todo lo contrario de lo que relataba la versión policial. El chico fue ingresado a la fuerza, estaba desarmado, y le dieron primero un tiro en el pie en plena calle. El caso es el de Jonathan Oros, de 18 años, muerto de tres disparos por policías de la comisaría 33ª de la capital mendocina. Todo ocurrió durante la mañana de ese día, en la entrada de la seccional. Los dos testigos que por el momento hablaron no ofrecen dudas de parcialidad: son dos vecinos sin interés en el caso, uno de ellos, una mujer que declaró con identidad reservada y no tiene ningún vínculo con el chico fallecido. El otro es un vecino presentado por la propia fiscalía. Y faltan los amigos del muerto, que estaban presentes y no quieren hablar por miedo.

La información que el mismo domingo 7 salió verborrágica desde la policía mendocina mencionaba que Jonathan Oros había entrado armado en la comisaría 33ª, ubicada sobre Uspallata y Laguna Blanca, del barrio San Martín, en la ciudad capital, y al grito de “¡los mato a todos, los mato a todos!” empezó a gatillar su arma. En ese momento, las nueve y media de la mañana, había tres policías dentro. Los uniformados se cubrieron detrás de un escritorio y repelieron la agresión. Jonathan recibió un tiro en el pie, otro en la ingle y otro en el abdomen. Fue internado de urgencia en el hospital Lagomaggiore, donde lo intervinieron. Dos días después, el martes 9 de enero, falleció.

“No sé por qué pasó todo esto, pero lo que dice la policía es todo falso. Ellos lo mataron y hay testigos –aseguró a Página/12 Raúl Oros, padre del chico–. El estaba con un grupo de amigos sentados en la vereda de un kiosco que está enfrente de la comisaría, tomando cerveza. El se tenía que tomar el colectivo 71 que lo deja a media cuadra de casa. Y cuando vio que venía el colectivo salió, cruzó y se lo iba a tomar. La parada está en la puerta de la comisaría. Los amigos vieron cuando salió. Después, se perdió atrás del colectivo. Cuando el colectivo arrancó de nuevo, estaba forcejeando con un policía en la puerta.”

Según Oros, vieron que el policía le pegó un tiro en el pie y después que lo entraban entre varios tirándolo del pelo. Después escucharon dos disparos más. Un rato más tarde, Jonathan salía de la comisaría en dirección al Lagomaggiore, donde falleció dos días después, tras una intervención quirúrgica.

“Me lo molieron a palos –aseguró Oros–, tiene la marca de un cachazo en la ceja (un corte que la policía sostiene que fue por la caída). Después, en quince minutos armaron un circo, en la televisión mostraron un 22, después una 9 milímetros, dicen que estaba armado. A mí me amenazaron, vinieron tipos a mi casa, y los chicos amigos de mi hijo están muy asustados y no quieren hablar.”

El caso es investigado por el fiscal 2 de Mendoza, Daniel Carniello, que esa mañana inspeccionó la comisaría. En su despacho recibió las declaraciones de los tres policías (uno de ellos era una mujer) que se encontraban en la comisaría. No hay información, por el momento, de quién o quiénes fueron los autores de los disparos. Pero también, en el despacho de Carniello se recibieron otros dos testimonios que no coinciden en absoluto con la versión uniformada de la defensa propia.

Según reveló a Página/12 un investigador, uno de los testimonios lo ofreció una vecina con identidad reservada. La mujer dijo haber visto a un chico ebrio sentado cabizbajo en la vereda al que reconoce y que todo indica que era Jonathan. Ella le habló diciéndole que se volviera a su casa. Después siguió camino al supermercado, hizo sus compras, y regresó por el mismo camino. Frente al portón de la comisaría se detuvo a conversar con otra vecina, alrededor de unos diez minutos. En ese momento, oye unos disparos que vienen desde dentro de la comisaría. La mujer sostuvo que “la policía lo mató”.

Al mismo tiempo, la fiscalía obtuvo la declaración de otro vecino, un hombre que al oír los tiros se asomó por una hendija del portón que, habitualmente, se encuentra abierto porque por allí entran los patrulleros. El testigo sostuvo que vio cuando el chico recibía el último disparo y aseguró que no estaba armado.

Los abogados de la familia, Alfredo Guevara (h) y Pablo Salinas, pedirán pericias para buscar restos de sangre en la vereda. También pasó por Mendoza Luis Bordón, del Programa Nacional Contra la Impunidad, que ofreció su apoyo a la familia. Cristian Bordón, hijo de Luis, fue asesinado por la policía mendocina y su caso también fue ventilado públicamente con versiones policiales demasiado distantes de la realidad.

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