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Sociedad|Martes, 30 de enero de 2007

Un comisario que baleó a su familia y se suicidó

Ocurrió en Rosario. El policía había sido denunciado cuatro veces por torturas y pese a ello fue ascendido. Ayer, tras una discusión, disparó contra su mujer e hija. Luego se mató.

Por L. R.
Desde Rosario
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El barrio rosarino quedó conmovido tras los disparos.

El comisario Francisco Gambacurta, de 57 años, se quitó ayer la vida con su arma reglamentaria en su casa de Urquiza 2960. Minutos antes, y luego de una fuerte discusión familiar, el policía cargó su automática y les disparó en plena calle a su esposa Diana Taborda, de 55, y a su hija Bianca, de 18. La primera fue alcanzada por dos balazos en los muslos, mientras que la joven recibió un impacto en la espalda. El tiroteo, pasadas las 17.30 de ayer, alcanzó también a Carlos Olmos, de 63 años, que esperaba el colectivo en la esquina de Urquiza y Suipacha, a metros del Hospital Centenario. Precisamente allí fueron trasladados los heridos, que se encuentran fuera de peligro. Gambacurta regresó inmediatamente a la casa y se descerrajó un tiro en su dormitorio.

Gambacurta era un hombre muy conocido por su fama de policía bravo. El apodo de “El Loco” se lo había ganado por mérito propio, reconocen viejos compañeros de armas. Había sido al menos tres veces denunciado por torturas, lo cual no impidió un ascenso en 2003.

Incluso, un año antes Gambacurta fue responsabilizado de haber golpeado brutalmente a un detenido, de apellido Garrido. Según consta en la denuncia, el detenido aseguró que fue “golpeado brutalmente con trompadas, cachetazos, patadas y un bastón que esgrimía el propio Gambacurta, mientras le reclamaban por el dinero que aseguraban había robado y según le decían eran unos 20 mil dólares”. Tras ser dejado en libertad, Garrido fue revisado por un médico forense que constató que las lesiones habían sido provocadas hacía unas 15 horas, momento en el que el juez comprobó que estaba detenido en la seccional 11ª.

El caso tuvo amplia difusión y mereció un pedido de informes de parte de legisladores provinciales de la oposición que, en ese entonces, preguntaban al Ejecutivo, a cargo de Carlos Reutemann, cómo era posible el ascenso de un hombre con semejantes denuncias en su haber.

Como consecuencia de este hecho, Gambacurta fue separado de su cargo en esa comisaría y últimamente cumplía tareas en el Registro Provincial de Armas. Además tenía una empresa de seguridad privada que prestaba servicios a uno de los sho-ppings de la ciudad.

“Se escucharon por lo menos seis disparos”, contó ayer una vecina de Rosario apenas comenzaron a llegar los patrulleros. Incluso, en un primer momento se especuló con la posibilidad de que el policía estuviera atrincherado en su domicilio luego de haber baleado a su esposa e hija. Por eso, llegaron de inmediato hasta el lugar ex policías que conocían muy bien a Gambacurta y tenían estrecha relación con él. Así se pudo ver a los ex jefes de policía de Rosario Mariano Savia y Benedicto Mattía, entre otros antiguos miembros de la fuerza.

La policía demoró su ingreso hasta la llegada del juez de Instrucción 11º, Hernán Postma. La ambulancia del SIES y los chalecos protectores que utilizaban los uniformados hacían prever que Gambacurta podía estar vivo, armado y en medio de una crisis nerviosa que lo convertía en peligroso.

Finalmente, el portón de Urquiza 2960 fue abierto por la policía pasadas las 19.30. Un grupo de uniformados con las armas en la mano hizo una rápida inspección por la casa, mientras que otros sacaban por el garaje –donde había estacionado un Fiat Siena– un lavarropas que comenzó a ser revisado en plena calle. Un momento de tensión y el personal de urgencias médicas del SIES que ingresó al domicilio a la carrera hacían prever que el comisario podía estar herido. Pero no era así, Gambacurta yacía tirado en su cama matrimonial en medio de una gran mancha de sangre: se había disparado él mismo en su dormitorio.

Después el subjefe de Unidad Regional II de policía, a cargo del operativo, comisario Ricardo Ruiz, explicaría el tema del lavarropas. “La mujer alcanzó a decirnos que en el tambor del aparato, entre la ropa, había un arma automática. Efectivamente, era una calibre 40 propiedad del policía, pero esa arma no fue disparada”, aclaró el jefe policial.

Ruiz señaló que “después de tomar las medidas de precaución del caso ingresamos al domicilio y lo encontramos sin vida, con signos de rigidez, es decir que se quitó la vida luego del hecho”, dijo en referencia a la balacera ocurrida por lo menos dos horas antes.

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