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Sociedad|Jueves, 3 de mayo de 2007
POR LA MUERTE DE TRES PERSONAS, EN 2005, EN POMPEYA

Juicio por una “causa armada”

“Estoy preso desde hace dos años y tres meses por culpa de un poder policial incompetente y a la vez corrupto. Les pido todo su apoyo para demostrar que soy inocente.” Por teléfono, desde el penal de Marcos Paz donde está detenido bajo la acusación de “robo con armas, triple homicidio agravado, lesiones graves, resistencia y atentado a la autoridad, daño y portación ilegal de arma”, Fernando Ariel Carrera, de 29 años, casado y padre de tres hijos, aseguró que nunca robó, y que mató con su auto, un Peugeot 205 de color blanco, a tres personas, entre ellos a un chico de seis años, porque “la policía me confundió con unos asaltantes y me hirió ocho veces; la primera bala me dio en el rostro y quedé desvanecido sobre el volante. Por eso atropellé a las víctimas”. Los abogados defensores de Carrera, que a partir de hoy comenzará a ser juzgado por el Tribunal Oral 14 de la Capital Federal, confían en poder desarmar la estrategia de la acusación, que se basa en el testimonio de varios vecinos, uno de los cuales se desdijo cuando fue entrevistado en un programa de la TV local.

Los abogados defensores, Federico Ravina y Rocío Rodríguez López, realizaron ayer una conferencia de prensa, con el auspicio del Premio Nobel de la Paz 1980 Adolfo Pérez Esquivel, la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires y el Centro de Estudios Legales y Sociales. El caso Carrera fue tomado por la Oficina Antiimpunidad, creada por el gobierno nacional. Todos los expositores coincidieron en que se trata de “una causa armada por la Policía Federal”.

En la llamada Tragedia de Pompeya, ocurrida en enero de 2005, murieron Gastón Gabriel Bedoya de 6 años, su madre, Fernanda Silva, de 31 años, y Edith Custodio, de 41, una mujer que trabajaba en un local de “todo por dos pesos” ubicado cerca de Traful y Sáenz, donde ocurrió la tragedia provocada por el auto que conducía Carrera, perseguido por móviles de las brigadas de las comisarías 34ª y 36ª. Lo que alega Carrera es que no tenía nada que ver con el robo de 5100 dólares del que se lo acusa, que habría sido cometido “por otros hombres” que nunca aparecieron hasta ahora y que se movilizaban en un Peugeot 205 blanco que había sido robado en la localidad bonaerense de Moreno.

La persecución del Peugeot blanco fue la que desencadenó la tragedia. “Yo soy responsable de haber atropellado a las tres personas, pero cuando lo hice (circulando a contramano) estaba desvanecido sobre el volante porque ya había recibido un primer disparo en el rostro.” La bala ingresó por el mentón y según una pericia presentada por los defensores, provocó en el procesado el efecto de “quince golpes propinados, en la cabeza, por un boxeador profesional”, aseguró el abogado Ravina.

La policía rodeó el auto en el que iba Carrera, quien recibió otros siete impactos de bala. Un peluquero que tiene su comercio en la zona, Rubén Maugeri, dijo en la instrucción que vio al acusado con un arma en la mano, mientras conducía el auto. La defensa dice, en cambio, que el arma fue plantada.

El periodista Daniel Togneti, en su programa Blog, hizo un recorrido sobre el episodio. Allí, Maugeri dijo que sólo había visto el arma tirada en el piso, sobre el asfalto, y no en la mano de Carrera. Eso abonaría la hipótesis de que el arma fue “plantada” en el lugar. El peluquero hasta hizo un mea culpa por su primera testimonial: “A veces uno no comprende el daño que puede causar a una persona con una declaración”.

Los defensores de Carrera intentan demostrar que se trata de “un trabajador, padre de familia, que nunca cometió ningún delito. Lo que pasó fue generado por la brigada de civil de una comisaría, la 34ª, que tiene antecedentes de violencia y de fabricar causas truchas, como ocurrió con Ezequiel Demonty”, el chico que murió cuando personal de esa seccional lo obligó a tirarse a las aguas del Riachuelo.

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