El presidente George W. Bush promulgó una ley que considera “recién nacidos” a los fetos que sobrevivan a un parto provocado para abortarlo. La normativa establece que el recién nacido es una persona jurídica con plenos derechos, cualquiera sea su manera de alumbramiento, y define como “viviente” al neonato que muestra signos vitales –latidos del corazón, respiración y movimientos voluntarios– “luego de la expulsión o la extracción completa de la madre”. La ley se considera una victoria para los antiabortistas porque disminuye la distinción entre aborto e infanticidio
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