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Sociedad|Viernes, 15 de junio de 2007
SALIO DE LA CARCEL Y MATO A SU MUJER Y SUS HIJOS

Baño de sangre en Tucumán

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Uno de los hijos asesinados había denunciado a su padre por violar a sus hermanas.

Hay ocasiones en que la violencia familiar se manifiesta en su peor forma. Fue lo que ocurrió en un pueblo de la provincia de Tucumán, donde un hombre que estaba preso, cumpliendo una condena por violar a dos de sus tres hijas, aprovechó un permiso de salida para atacar a su esposa y a sus dos hijos varones, de 22 y 18 años: los asesinó a los tres, a balazos, después de amordazarlos y torturarlos. Uno de sus hijos muertos era el que había denunciado las violaciones. El homicida es buscado intensamente por la Unidad Regional sur de la policía tucumana.

El brutal episodio tuvo como protagonista a Jorge Orlando Vera, un hombre de 48 años que había sido condenado a nueve años de prisión, de los cuales ya había cumplido siete cuando empezó a gozar de permisos de salida. Los asesinados son su esposa, Olga del Valle Zamudio, de 47, y sus hijos Gustavo Antonio y Jorge Luis, de 18.

El gobernador José Alperovich cuestionó públicamente a la Cámara Penal que le había otorgado al hombre permisos de salida transitorios, aun cuando al parecer había amenazado con vengarse de los familiares que lo denunciaron por la violación. “No me pregunten a mí, pregúntenle al juez que le dio el permiso extramuro. Ahora estamos protegiendo a dos hijos más de este hombre –respondió el mandatario ante una consulta de la prensa–. Todo lo que se puede cambiar en Tucumán depende de la voluntad política, más que de leyes. Es querer hacer las cosas”, se quejó. El gobernador se comprometió a garantizar protección al resto de la familia.

El homicida aprovechó un permiso de salida para trasladarse hasta la vivienda ubicada en la localidad de Los Pizarros, a unos 110 kilómetros al sur de la capital tucumana. La autorización fue otorgada por el mismo tribunal que lo había condenado, la Sala II de la Cámara Penal de Concepción, a 75 kilómetros de la capital provincial. El recluso llegó a la casa, una vivienda humilde, el miércoles por la noche, y amordazó con cinta de embalar a su mujer, que estaba en la cama, y a los dos hijos. Primero les produjo cortes con un cuchillo de cocina y luego les disparó a quemarropa.

Olga y Jorge murieron en el acto como consecuencia de sendos balazos de pistola calibre 45 en el pecho y en la zona de la boca, respectivamente. Gustavo, si bien también había sido baleado en el pecho, logró sobrevivir y se arrastró, maniatado, hasta la casa de su tío, Carlos Vera, hermano del homicida, que vive al lado. Allí le contó lo que había ocurrido: el tío fue hasta la casa y cuando descubrió que su cuñada y su otro sobrino estaban muertos, llamó a una ambulancia. Cuando llegó el auxilio, Gustavo ya estaba muerto. El había sido quien denunció a su padre por la violación de sus dos hermanas.

Según se informó, Vera había salido el sábado del penal de Concepción con una “autorización extramuro” y debía regresar el lunes, pero no lo hizo, por lo que fue librada una orden de detención en su contra. Cuando las autoridades carcelarias se enteraron de los tres asesinatos, supieron dónde había estado el prófugo.

Había sido condenado por violación a dos de sus tres hijas, que eran menores de edad y que ahora tienen 24 y 21 años. Viven en la localidad de La Cocha, cerca de allí, en tanto otra hermana, de 18, reside en La Rioja. Ayer, apenas enterado de los hechos, el gobernador Alperovich pidió que le preguntaran a la Cámara Penal de Concepción “por qué (Vera) gozaba de un permiso extramuros”, pese a que purgaba una pena por haber violado a dos de sus tres hijas.

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