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Sociedad|Sábado, 10 de agosto de 2002

Una médica quedó detenida por no subir a atender a una mujer

Los bomberos llamaron al SAME para atender a una mujer cuya casa se incendió en el piso 15º. La médica empezó a subir, pero evaluó que era riesgoso y no llegó. Al bajar la detuvieron.

Por Horacio Cecchi
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El departamento incendiado, en el piso 15º, de una de las torres de Lugano I y II.
El incendio no fue devastador, pero tuvo consecuencias. Por el costado trágico, una mujer murió asfixiada. Por el costado sorprendente, una médica resultó detenida. El fuego se desató en un departamento del piso 15º de las torres de Lugano I y II. Dentro, los bomberos encontraron a la mujer debajo de una cama, desvanecida o muerta. Pidieron ayuda al SAME, y subió una médica por las escaleras. Le faltaron doce pisos, porque al llegar al tercero desistió de su intento. Llamó desde el teléfono de uno de los departamentos al SAME pidiendo instrucciones y describiendo el escenario: imposible subir por la cantidad de agua que caía, el humo que lo invadía todo y la oscuridad reinante. Desde el SAME le indicaron que evaluara ella qué hacer. Mientras la médica evaluaba, otro profesional del SAME logró alcanzar el piso 15º, pero la mujer ya había fallecido, aunque no se determinó en qué momento. La médica pasó de la oscuridad de los pasillos a la de una celda de la comisaría 52ª, detenida e incomunicada por “abandono de persona seguida de muerte”.
“Ordené una información sumaria para determinar su responsabilidad -dijo a Página/12 Germán Fernández, director del SAME–. La médica está incomunicada y por ahora faltan muchas piezas”.
Empezando por las piezas que están: minutos después de las 10, se declaró un incendio en el piso 15º de la torre IV, de 22 pisos, sobre Cafayate al 5000, en el complejo Lugano I y II. Alguien llamó al Comando Radioeléctrico, que a su vez puso en alerta a bomberos y emergencias médicas del SAME. Acudieron los bomberos del Cuartel X, mientras que el SAME envió tres ambulancias y dos equipos de rescate. La primera en llegar, nueve minutos después del llamado, fue la ambulancia de la Base 3, ubicada en el Centro de Salud de Lugano. Su equipo: el chofer y la doctora Beatriz Borona, con 17 años de experiencia en el Hospital Santojanni.
Entre tanto, mientras los vecinos de los pisos inferiores evacuaban el edificio por la cantidad de humo que invadía todos los rincones, los bomberos entraban al departamento del piso 15º, rompiendo la puerta. Hasta ese momento suponían que el lugar estaba vacío, pero en la tercera habitación encontraron una mujer que había intentado protegerse debajo de la cama. Según la versión de los bomberos estaba desvanecida. La sacaron al palier e intentaron revivirla, mientras pedían auxilio médico. Borona recibió el pedido y comenzó el ascenso, pero al llegar al tercer piso se detuvo.
Las piezas que faltan: desde el teléfono de un departamento, la médica llamó al Centro de Control. “Dijo que era imposible seguir subiendo, que caía mucha agua y había poca seguridad –describió el director del SAME–. Es posible que se refiriera a la cantidad de humo y la oscuridad. Según las normas internacionales del socorrismo, el primer paso es no poner en riesgo al socorrista. El caso de Avellaneda (ver aparte) es el mejor ejemplo. El segundo, que el líder, en este caso la médica, es responsable del equipo que la acompaña. El tercero, no sumar víctimas. Cumplidas estas tres, la cuarta es brindar la asistencia. Habrá que ver si las condiciones descritas por la médica eran para detener su ascenso”.
“Evalúe usted, doctora”, le dijeron desde el SAME. Entre tanto, el segundo médico, sin cruzarse con la médica, llegó al piso 15º, donde certificó que la mujer, esposa de un oficial principal de la comisaría 12ª, había fallecido por asfixia. No se determinó aún (ni se sabe si se podrá determinar) si ya había muerto cuando la descubrieron los bomberos. De todos modos, al bajar, Borona en lugar de trepar a la ambulancia fue invitada a subir a un patrullero de la 52ª, que la trasladó, detenida e incomunicada hasta la comisaría. Será indagada por el juez Luis Zelaya, recién el lunes, bajo la acusación de “abandono de persona seguida de muerte”, cuya pena es de 5 a 15 años de prisión. Ayer, la médica sufría una crisis hipertensiva, nervios y desvanecimientos.

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