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Sociedad|Domingo, 15 de julio de 2007
UN HOSPITAL PUBLICO PORTEÑO IMPLEMENTO EL ASESORAMIENTO PRE Y POST ABORTO PARA ADOLESCENTES

Consejos para el antes y el después

Es un servicio inédito en el país. Se brinda en el Hospital Argerich. Los profesionales advierten que no promueven la interrupción del embarazo, sino que atienden a las chicas que lo harán de todas maneras, para que corran menos riesgos. Cómo funciona la consejería. El caso uruguayo.

Por Mariana Carbajal
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Las adolescentes que deben enfrentar un aborto encuentran en el Hospital Argerich un equipo médico “amigable” que las asesora antes y después de la interrupción del embarazo, sin juzgarlas ni denunciarlas, para evitar que sufran lesiones o lleguen a perder la vida en el intento. “No estamos levantando una bandera a favor del aborto: estamos atendiendo a las que lo harán de todas formas. La clandestinidad no impide la realización de abortos: aumenta sus riesgos”, explicó la médica ginecóloga Sandra Vázquez el espíritu del proyecto –inédito en el país– que se lleva adelante en el Servicio de Adolescencia. Este modelo de consejería “pre y post aborto” significa un avance significativo en la atención de la salud sexual y reproductiva, según coinciden especialistas. Fue copiado del Uruguay, donde se ofrece a todas las mujeres en la mayor maternidad del país vecino, con el unánime aval del Ministerio de Salud, la Facultad de Medicina, el Sindicato Médico y la Sociedad de Ginecología. En la consulta posterior a la interrupción del embarazo el punto fundamental es que las chicas se vayan con un anticonceptivo, para evitar otro embarazo no buscado. El mismo equipo médico ha desarrollado una novedosa estrategia para que aumente notablemente la entrega de métodos anticonceptivos a las adolescentes que concurren al Argerich (ver aparte).

“Nuestro servicio realiza constantes esfuerzos para que el programa de salud reproductiva sea efectivo en cuanto a la prevención de embarazos, no obstante son muchos los casos de adolescentes que llegan a la consulta con un embarazo que no fue buscado”, destacó el pediatra Enrique Berner, jefe de Adolescencia de Argerich y docente adscripto de la UBA, con cuyo aval se lleva adelante la consejería “pre y post aborto”.

Cada semana reciben entre dos y tres adolescentes que tienen un embarazo no deseado. Las más chicas tienen 13 años. “A la adolescente de Recoleta que quedó embarazada su madre la acompaña a una clínica privada donde le practican un aborto seguro y nadie se entera, ni el padre. En cambio, la chica más humilde, la que recibimos en nuestro hospital enfrenta otra realidad”, comparó Vázquez.

En este hospital, el 40 por ciento de las pacientes internadas en el Servicio de Obstetricia como consecuencia de complicaciones de abortos son adolescentes o jóvenes menores de 24 años. En general, pertenecen a los sectores más vulnerables económicamente: la mitad aproximadamente proviene del conurbano. “Esto nos da la pauta de la magnitud del problema en esta franja etaria. Y se debe tener en cuenta que un importante número de casos no se registra como internaciones porque son tratadas en forma ambulatoria”, apuntó Vázquez. Y agregó: “Se escuchan siempre diferentes opiniones sobre si el aborto debe o no ser legal, si es ético o no, si es un derecho de la mujer, entre otras, pero la realidad es que el aborto existe por fuera de estas discusiones y hay un punto en que debería haber una sola opinión: ninguna mujer tendría que poner en riego su vida a causa de la interrupción de un embarazo”.

Con este convencimiento es que el equipo médico decidió empezar a brindar consejería “pre y post aborto”, siguiendo el modelo uruguayo, creado en 2001 en el Hospital Pereira Rossell, de Montevideo, cuya maternidad es la más importante del país (ver aparte). Un grupo de profesionales viajó a Uruguay, conoció el protocolo de atención y lo implementó finalmente en el Argerich a partir de 2004. La experiencia fue publicada en la revista científica de la Sociedad de Ginecología Infanto Juvenil.

¿Cómo funciona el asesoramiento? “Cuando recibimos en el servicio una adolescente que quiere abortar, se le explica que no podemos hacer nada porque es una práctica ilegal. Hablamos sobre las causas que motivan el deseo de interrumpir el embarazo, se le brinda la información sobre otras instancias como puede ser la adopción. La mayoría mantiene firme su decisión y nos dice que conoce el misoprostol, y que lo va a usar. Se le informa sobre los riesgos médicos y también legales. La escuchamos y respetamos la decisión informada y consciente que toma”, detalló Real. El misoprostol es una droga indicada para el tratamiento de la úlcera duodenal, que aumenta la frecuencia e intensidad de las contracciones uterinas, y causa la expulsión del contenido del útero. Por sus cualidades abortivas, su uso se ha extendido boca a boca en la última década en el país como en el resto de América latina para la interrupción voluntaria de un embarazo. “Las adolescentes conocen las ‘pastillas’ de misoprostol, a través de circuitos informales y refieren que es el método al que más recurren para abortar, pero no saben cómo se debe usar correctamente y tampoco conocen los riesgos que corren en embarazos mayores a 9 semanas ni que cuando no se produce el aborto, hay probabilidades de que la criatura pueda tener malformaciones”, aclaró Vázquez.

Sabiendo que se trata de un tema polémico, el jefe de Adolescencia, señaló a Página/12: “No se tiene que abandonar a estas pacientes a su suerte; nosotros como profesionales tenemos el saber médico necesario para disminuir los riesgos y daños de un aborto y es nuestra responsabilidad asesorar y acompañar en este trance”.

En los países en los que el aborto está legalizado y el misoprostol es usado por los médicos para realizar un aborto, su efectividad es altísima, apuntó la especialista. En una investigación realizada antes de implementar la consejería pre y post aborto, el Servicio de Adolescencia del Argerich encontró que entre chicas que habían apelado al misoprostol la efectividad se reducía al 40 por ciento de los casos, fundamentalmente “porque había un mal uso de la droga a partir de que su difusión se hizo boca en boca, por recomendación de una amiga o vecina”, señaló Vázquez

La mayoría de las adolescentes que expresan su deseo de abortar persiste con su decisión después transitar el espacio de reflexión y acompañamiento que le brinda el hospital. “Las adolescentes que tienen un proyecto de vida, que estudian, son las que están más decididas a abortar. Las que son hijas de madres adolescentes, que ya no van a la escuela, tal vez sigan con la gestación”, observó Real.

Como parte de la consejería “pre aborto”, a las chicas se les realiza un examen clínico general, ginecológico y de laboratorio en búsqueda de factores de riesgo que aumentan las posibilidades de complicaciones, en el eventual caso de que recurran a la interrupción del embarazo. También se les hace un estudio ecográfico con el objetivo de tener un diagnóstico correcto de la edad gestacional y para descartar una patología embriofetal. “Puede ocurrir que por ecografía se diagnostique un huevo muerto y retenido, con lo cual cambia todo el panorama de la ilegalidad. Y el conflicto de la paciente ante la toma de decisión”, aclaró Real. Y se hace especial hincapié en la necesidad de que vuelvan al hospital para una consulta post aborto inmediata.

Durante la consejería posterior a la interrupción de un embarazo, en el Servicio de Adolescencia se realizan diversas intervenciones de acuerdo con las diferentes situaciones que se pueden presentar en caso de un aborto incompleto, si la expulsión del feto fue completa y si prosigue el embarazo. Se toma en cuenta la guía de atención post aborto publicada por el Ministerio de Salud de la Nación. “Una de las instancias más importantes durante la atención post aborto es asegurar la protección anticonceptiva inmediata y la incorporación a los programas de salud reproductiva para evitar la reiteración de embarazos no deseados”, destacó Vázquez. Antes de poner en marcha esta iniciativa, el equipo médico había constatado que casi el 50 por ciento de las chicas en situación de aborto que llegaban al servicio habían tenido embarazos o abortos anteriores y que el 60 por ciento no estaba usando métodos anticonceptivos.

“El trato humanizado es muy importante. Nosotros evitamos juzgar. Estamos de acuerdo en que tienen que tomar sus propias decisiones. Estamos interviniendo en un ámbito donde el aborto es ilegal, pero sin olvidar que no podemos abandonar a su suerte a la paciente y que de acuerdo a las Convenciones y Tratados Internacionales que nuestro país suscribió, debemos trabajar en pos del interés superior del niño y del adolescente, en este caso nuestra paciente”, aclaró la coordinadora del servicio.

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