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Sociedad|Viernes, 7 de diciembre de 2007
OSCAR CASTELLUCCI, EL PADRE DE MARTIN

Los jóvenes y sus derechos

Oscar Castellucci, presidente de la Asociación Civil Martín Castellucci, reparte su tiempo entre su paternidad, la ayuda a otros en el dolor y la recopilación de material histórico sobre Juan Domingo Perón en una comisión de la Biblioteca de la Nación en la que trabaja. Durante muchos años, el padre de Martín fue también docente de nivel secundario y universitario. La ACMC realiza actividades culturales, de inclusión y de concientización, articula su trabajo con otras organizaciones civiles, con otros familiares, amigos y sobrevivientes de tragedias. Castellucci relató a Página/12 su tarea contra ese mundo de violencia, “ese espacio que los jóvenes creen propio y que es dominado por adultos que, en lugar de cuidarlos y respetarlos, los reprimen y discriminan”.

–Su hijo murió como consecuencia de un episodio de discriminación. Desde hace un año trabaja con situaciones similares. ¿Por qué los jóvenes son a menudo víctimas de discriminación?

–Porque la sociedad está fracturada en muchos aspectos y uno es la relación joven-adulto. A partir de mi experiencia con la muerte de Martín y de vincularme con jóvenes y familiares que pasaron situaciones similares, vi que hay una cantidad enorme de pibes muertos en situaciones violentas, a manos de adultos. Es una cuestión cultural: a los jóvenes no se les reconocen sus derechos y se piensa que aún deben recorrer el camino que los haga adultos para tenerlos.

–Una concepción construida muy fuertemente a través de la historia...

–Brutalmente, hasta la década de 1950, cuando la juventud decide no reproducir el sistema impuesto por los adultos. Pero entre 1960 y 1980 el adulto reaccionó descalificándolos. Frente a la organización de los jóvenes que pelearon por sus derechos, por participar e incidir en la política, se los incorporó sólo como consumidores y se los castigó sistemáticamente. Aún hoy, cuando la represión del terrorismo de Estado sigue latente en la destrucción del futuro, en la imposibilidad de los pibes de conseguir trabajo y en el invite constante a callejones sin salida como las drogas, el alcohol, la violencia, la desesperanza y la resignación.

–Su hijo murió en un boliche. Allí hay mucho de todo esto que menciona.

–Los pibes empiezan la noche cada vez más tarde porque se quieren alejar cada vez más del mundo de los adultos. La gran paradoja es que esa realidad “libre” está manejada por los códigos de los adultos, que discriminan a la entrada de un boliche, venden drogas, venden alcohol, reprimen y no los respetan. Las leyes del mercado que sólo entienden derechos de los jóvenes en tanto consumidores se reproducen en los boliches, que son templos del sistema.

–¿Cómo vive el trabajo en su organización?

–Para que el Estado cambie, la comunidad tiene que organizarse y generarlo. El problema es que el Estado coopta a las organizaciones y las usa para legitimar políticas gerenciales pensadas desde el escritorio, que desarticulan la sociedad y la militancia. Por eso es muy útil la creación de espacios sanos en la comunidad que controlen la política y la vinculen al pueblo.

Informe: Luis Paz.

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