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Sociedad|Lunes, 2 de septiembre de 2002
LOS RIESGOS DE UNA DROGA CONTRA EL PALUDISMO

Un remedio y cuatro crímenes

Por Pedro Lipcovich
Cuatro militares norteamericanos mataron a sus esposas, pero ésta es una noticia sobre paludismo. La historia empieza con una seguidilla de asesinatos conyugales, dos de ellos seguidos de suicidio, en una base militar. Todos los homicidas habían estado en Afganistán y, antes de viajar, habían recibido la droga “mefloquina”, contra esa enfermedad, que tiene posibles efectos secundarios sobre el sistema nervioso: una comisión médica investiga si la droga actuó como desencadenante de la violencia familiar. Pero, además, lo sucedido atrajo la atención de los norteamericanos sobre la malaria (paludismo), esa enfermedad de pobres, cuya curación tiende a ser desdeñada por las compañías farmacéuticas pero que es, nada menos, la infección que más muertes causa en el mundo. La opinión pública norteamericana viene sensibilizada por el brote, hasta ahora incontenible, de otra enfermedad transmitida por mosquitos, la fiebre del Nilo. “Más enfermedades de este tipo pueden aparecer rápidamente”, señaló un especialista de Harvard. ¿Y por casa? De la relación de los militares argentinos con sus señoras no hay por qué hablar, pero la forma más grave de paludismo en Latinoamérica “baja cada vez más hacia nuestras fronteras”: es la que se trata con mefloquina, droga que ya se usa en el país.
El ejército de Estados Unidos envió un equipo médico a la base de Fort Bragg, en Carolina del Norte, para examinar los historiales de los militares implicados. Los casos son cinco: cuatro mataron a sus esposas; dos de ellos se suicidaron. Y la esposa de un militar, en el marco de una escena de violencia, mató a su marido. Cuatro de los implicados habían estado este año en Afganistán, zona endémica de malaria, y se les habría administrado el medicamento “mefloquina”. El laboratorio Roche, productor de la droga, ha advertido sobre efectos secundarios que van “desde la ansiedad, la paranoia y la depresión hasta alucinaciones y comportamiento psicótico”, por lo cual el fármaco no debiera ser administrado a “pacientes con depresión activa o antecedentes recientes de depresión, trastornos de ansiedad o trastornos psiquiátricos importantes”.
El hecho de que una droga con tales riesgos sea de uso habitual puede vincularse con la relativa carencia de investigación sobre medicamentos contra la malaria. La malaria causa por lo menos un millón de muertes por año en el mundo; 300 millones de personas enferman cada año de malaria aguda, la gran mayoría en países pobres. Según la Organización Mundial de la Salud, “las drogas contra la malaria están perdiendo rápidamente su efectividad; en algunos lugares, la enfermedad es resistente a todos los tratamientos de primera línea”. Como para el VIH/sida, lo mejor es usar dos o más drogas en combinación, pero estos cócteles son más de 20 veces más caros.
En cuanto a la malaria, “la droga más utilizada, llamada cloroquina, se ha hecho resistente al plasmodium falciparum en casi todo el mundo, y se usa la mefloquina”, señaló Alfredo Seijo, jefe de zoonosis del Hospital Muñiz y director de la Comisión de Estudio de Patologías Regionales del Ministerio de Salud.
En la Argentina, prevalece el plasmodium vivax, que produce una forma relativamente leve de paludismo. “Usamos la mefloquina para la gente que va o vuelve de regiones de paludismo resistente a la cloroquina”, precisó Seijo. Según la Anmat, la mefloquina se expende en nuestro mercado bajo la marca Lariam, de Roche, y puede producir “reacciones psicóticas paranoides, agitación, agresión”, las cuales “pueden ocurrir varios meses después de suspendida la medicación, dado que la droga posee una larga vida media”.
Seijo señaló que en el país “hay pocos casos autóctonos de paludismo, con focos en Salta, Misiones y Corrientes”. Pero el plasmodium falciparum, que produce la forma más grave de la enfermedad, “baja cada vez más hacia nuestras fronteras”, advirtió el especialista.

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