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Sociedad|Sábado, 26 de julio de 2008
Los nuevos intereses de los narcotraficantes en la Argentina

“Esto es un negocio y hay que seguir su lógica”

Por Emilio Ruchansky
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El country Ayres del Pilar, donde fue allanado el chalet.

Ni la villa 1.11.14, ni la histórica 31. Dos hechos policiales muy recientes delinearon otro territorio, menos explorado, por donde circulan dealers y narcos: los countries y barrios lujosos. Después del caso del cartel mexicano de la ciudad de León, que instaló un laboratorio para fabricar metanfetamina en una mansión de Ingeniero Maschwitz, ayer la policía allanó el chalet del colombiano que salió ileso del tiroteo en el que murieron dos paisanos suyos, en un shopping de Martínez. El chalet estaba nada menos que en el country Ayres del Pilar, un lujoso complejo de 200 hectáreas.

“Esto es un negocio y hay que seguir la lógica del negocio”, fue el primer comentario de una fuente judicial que conoce bien el tema. Y la lógica indica que hay algún atractivo, más allá de los turísticos, en Argentina. Se trata de las sustancias de corte que se producen localmente y que por su calidad, disponibilidad y precio atraen a los narcos dedicados a la cocaína y a la metanfetamina. Entre esas sustancias, de venta libre y de uso médico e industrial, están el bicarbonato de sodio, el éter, la acetona, la pseudoefedrina, la soda cáustica y el alcohol.

Todos estos químicos también pueden conseguirse en Chile y Brasil, pero Argentina tiene otra ventaja: sus recursos humanos. Sustancias de corte como la soda cáustica son difíciles de manejar y hasta mortales, y para montar un laboratorio se necesitan químicos, bioquímicos y hasta algún ingeniero civil. La lógica indica que hay que abaratar los costos. Eso hacían los mexicanos descubiertos la semana pasada: compraban cloruro de efedrina, cuyo precio oscila entre dos y tres mil pesos el kilo, mientras que en México bordea los 10 mil dólares.

Más allá de la prevalencia de los clanes peruanos que se dedican al tráfico y distribución de cocaína, la aparición de narcos colombianos y mexicanos responde a otro fenómeno territorial. Ellos son los únicos que cruzan ilegalmente la frontera norteamericana, en general lo hacen por las aguas del Océano Pacífico a bordo de pequeñas lanchas y hasta en submarinos, como también se descubrió días pasados. La metanfetamina, por ejemplo, sextuplica su precio al pasar esa frontera, cuyo mercado interno es inmenso y exigente en la calidad de las drogas de diseño como las pastillas de éxtasis o Ice. Estas sustancias pueden ser preparadas en la Argentina y traficadas directamente porque son puramente sintéticas. La de la cocaína es otra historia.

Para empezar, no sólo Estados Unidos demanda el polvo blanco. En Europa ha crecido mucho el consumo, que empieza a competir con los derivados del opio. En este sentido, el negocio de quienes trafican a Estados Unidos pasa por comprar las sustancias de corte en Argentina y pasarlas por la frontera con Bolivia para llegar a Perú, donde los narcos guardan la hoja de coca lista para procesar. La vía a Europa es el barco, salvo por las mulas que van en avión. El puerto preferido, según parece, es el de Zárate-Campana, donde en los últimos años se han hecho decomisos descomunales.

Por ejemplo, el Operativo “Carbón Blanco” en mayo de 2005, cuando la policía española detectó en el puerto de Valencia cuatro contenedores con 300 kilos de cocaína camuflados entre carbón vegetal que venían del puerto de Campana. Otro cargamento, de la misma organización e igual origen, apareció en Valencia en junio: eran 708 kilos de cocaína. Hace sólo dos meses, en la misma zona se decomisaron 100 barriles de membrillos listos para embarcar en los que había repartidos 230 paquetes de cocaína de un kilo cada uno.

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