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Sociedad|Martes, 30 de junio de 2009
El laberinto de Ocaña en la gestión, el dengue y la gripe

La renuncia cantada de la “Hormiguita”

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“En la salud también hay yabranes”, había dicho Graciela Ocaña.

Graciela Ocaña había comenzado su tránsito hacia la renuncia a su cargo como ministra meses atrás, cuando se enfrentó con las droguerías proveedoras del Estado, con el entonces superintendente de Servicios de Salud –nada menos que el recaudador de fondos para la campaña de Cristina Kirchner– Héctor Capaccioli, y al jefe de la CGT, Hugo Moyano. Pero no solo fue el peso de los contendientes lo que terminó desgastando a la ministra: la epidemia de dengue, primero, y la de gripe A, después, terminaron por convertir la decisión en un hecho. “Ocaña habría renunciado cuando se fue Alberto Fernández, en julio del año pasado”, confían sus allegados.

“En la salud también hay yabranes”, había dicho Graciela Ocaña en una conferencia de prensa, allá por octubre del año pasado. Fue después del triple crimen de General Rodríguez, que vinculó a algunas droguerías proveedoras del Estado con el tráfico de efedrina. Por ese entonces, Ocaña hizo pública una investigación que venía llevando a cabo el ministerio sobre los manejos de las droguerías con el Estado.

La frase referida a los “yabranes de la salud” fue lanzada en el marco de la pelea con Capaccioli, a quien Ocaña cuestionaba por su manejo de los fondos destinados a las obras sociales. Esta interna dentro del ministerio –Capaccioli era en teoría un subordinado– tuvo repercusiones en Olivos: mientras Néstor Kirchner no quería desprenderse de Capaccioli, la Presidenta respaldaba a Ocaña. La pulseada terminó entonces a favor de la ministra: el jefe de la Superintendencia fue reemplazado por Juan Rinaldi, un abogado vinculado con el jefe de la CGT, Hugo Moyano.

Ahí se terminó un problema para Ocaña, pero empezó otro. Porque entonces el problema pasó a ser el comité asesor de la Superintendencia de Salud, integrado por hombres designados por Moyano. Para la ministra, había un manejo discrecional de unos 1700 millones de pesos. En esta nueva cruzada logró la adhesión del abogado Rinaldi, el ex hombre de Moyano. Y llegó a proponer a la Presidenta la conformación de un nuevo consejo asesor, integrado por representantes del Estado, además de gremialistas.

Se habló a partir de entonces de un enfrentamiento con Moyano. Pero la realidad sanitaria también le jugó en contra: la epidemia de dengue entró con fuerza en el país, especialmente en provincias como Chaco. Cuando la ministra decidió afrontar el problema trasladando su gabinete a esa provincia, provocó el enojo de Néstor Kirchner, que le reprochó haber nacionalizado un problema que hasta ese momento sólo afectaba a la provincia de Capitanich.

Para colmo, cuando el Congreso se aprestaba a sancionar la emergencia sanitaria por el dengue, con el consenso de la ministra, la medida fue frenada a último momento, se cree que por iniciativa del propio ex presidente.

Para evitar reproches como los que se hicieron por el brote de dengue, cuando apareció la gripe A el Gobierno impulsó medidas más drásticas, como el cierre de los vuelos con México. No fue suficiente, porque la enfermedad igual ingresó y se expandió primero en el norte del Gran Buenos Aires y luego hacia el interior del país. Pero para ese entonces, la renuncia hacía rato que estaba decidida.

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