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Sociedad|Sábado, 14 de agosto de 2010
Organizaciones reclaman por el Mercado Bonpland

En defensa de espacios de libertad

Por Soledad Vallejos

Una asociación civil que articula actividades en penales y ayuda a la reinserción de mujeres que recuperan la libertad; un centro cultural, un comedor popular. Esas tres iniciativas, que comparten el Espacio Bonpland, en Palermo, corren riesgo de desaparecer por iniciativa del Gobierno de la Ciudad, que administra ese edificio. En la versión oficial, el gobierno insiste para que el espacio esté regido por un convenio diferente del actual: en lugar de uso comunitario y sede de actividades culturales, el nuevo convenio regularía un uso comercial. En la versión extraoficial, la pelea por el lugar se debe a una interna entre áreas gubernamentales; un alto funcionario de la Ciudad adelantó a los responsables del espacio que la intención de uno de los sectores en pugna es instalar allí una comisaría de la Policía Metropolitana. Para denunciar la situación y sumar adhesiones a una extensa lista de apoyos –que ya suma firmas tan diferentes como las de Diego Capusotto, Asociación Civil Brandon Gay Day, Luis Alberto Spine-tta, Ronnie Arias, Norman Briski–, hoy a las 18 comenzará un festival en el que Pez, Actitud María Marta, Pablo Dacal, entre otros, alternarán con poetas y proyecciones de cine. La cita tiene lema: “Un centro cultural o una comisaría”.

Desde hace años, el Espacio Bonpland es un centro cultural que alberga actividades de organizaciones sin fines de lucro. Yo No Fui, la asociación civil que trabaja con mujeres privadas de su libertad en los penales (talleres de poesía y fotografía en la Unidad 31 de Ezeiza, donde ha realizado más de un festival) desarrolla allí talleres de diseño textil, encuadernación y serigrafía; resultan fundamentales para facilitar la reinserción de mujeres que acaban de recuperar la libertad. De lunes a viernes, el Movimiento Teresa Rodríguez lleva adelante un comedor popular; dos veces por semana, alrededor de 15 niños y niñas del barrio concurren a clases de apoyo escolar; cada quince días hay festivales de poesía; de tanto en tanto, ciclos de cine; también festivales de música. Todas las actividades son gratuitas. Todas peligran por la clausura y el cambio en las condiciones del convenio con el Gobierno de la Ciudad.

A fines de abril, el centro cultural organizó una milonga. “Inspectores de la Agencia Gubernamental de Control, que es la dependencia que controla a los boliches, pasaron por la puerta, vieron el cartel de ‘pista de baile’ y trabaron la clausura. La acompañaron con una multa de 25.000 pesos, porque, dijeron, entendieron que se trataba de un local comercial”, explicó a este diario la abogada de Yo No Fui, Natalia Echazarre. Tras las explicaciones del caso, reformas de la instalación eléctrica y reaprovisionamiento de matafuegos, la multa y la clausura parecían haber sido levantadas. Pero la negociación del nuevo convenio encontró escollos.

“Nos dan dos opciones –explica Echazarre–. Por un lado, nos dicen que aceptemos un convenio como si fuéramos un local comercial, cosa que no existe: o se habilita como local comercial, o se firma un convenio con un fin específico, que en este caso es seguir con el centro cultural. La otra opción es pagar la multa, que de ninguna manera debería sumar 25.000 pesos.”

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