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Sociedad|Martes, 25 de febrero de 2003
LOS FAMILIARES EN EL PRIMER DIA DEL JUICIO

Cara a cara con el asesino

Por Carlos Rodríguez
A lo largo de la primera jornada del juicio, los familiares de los tres chicos asesinados en Floresta tuvieron que soportar muchos momentos duros. El primero, encontrarse cara a cara con el suboficial Juan de Dios Velaztiqui. Después vinieron varias frases de los testigos que provocaron llantos o movimientos nerviosos, como cuando la empleada del maxikiosco, Sandra Bravo, entre lágrimas, recordó que el policía dijo mientras arrastraba por los pies hacia la calle el cuerpo de Maximiliano Tasca: “Yo a la basura la tiro”. Ayer, tanto los familiares como sus representantes legales sostuvieron que la acusación contra Velaztiqui tiene que ser modificada: “De homicidio simple, que tiene una pena de hasta 25 años, hay que pasar a homicidio agravado por alevosía, porque lo único que corresponde acá es la cadena perpetua”, aseguraron a Página/12 Elvira, la mamá de Cristian Gómez, y Angélica, la mamá de Adrián Matassa.
Juan Carlos Mora, el abogado de la familia de Tasca, y Donato Periello, quien representa a los padres de Matassa, coincidieron en que existen “muchos elementos de pruebas que están señalando a las claras que hubo alevosía, ya que el asesino actuó fríamente y sin que existiera ninguna agresión de parte de los chicos”. En ese sentido, el testigo presencial Roberto Rochaix sostuvo ante los miembros del Tribunal Oral número 13 que cuando Velaztiqui provocó la masacre “ninguno de los chicos representaba ningún peligro ni para él ni para el resto de las personas” que estaban en el maxikiosco de Floresta.
En la calle, durante las cuatro horas que duró la audiencia, un grupo de amigos y vecinos de las tres familias realizaron una concentración que interrumpió la circulación de vehículos por Lavalle al 1100. “Floresta por Justicia-Fusilados”. La bandera, con la foto de las tres víctimas, fue enarbolada frente a la sede del tribunal. “Se va a acabar, se va a acabar, esa costumbre de matar”, gritaron los jóvenes, cara a cara con la guardia policial que custodiaba el ingreso. Silvia, la mamá de Maximiliano Tasca, salió varias veces de la sala porque le molestaba “la presencia de Velaztiqui: esas manos fueron las que destruyeron a tres familias”.
El policía, sentado junto al defensor oficial en el costado apuesto al que ocupaban los padres, llevó varias veces sus manos hacia la frente, tapándose la cara, mientras permanecía apoyado con los codos sobre sus rodillas. Cuando terminó la primera audiencia del juicio, el último de los familiares en retirarse fue Enrique Matassa, el papá de Adrián, quien tiene el aspecto de ser un hombre sereno. “¿No me deja que le escupa la cara? Hágame ese favor”, le rogó a uno de los policías que rodeaban al acusado, quien permaneció inmutable. En el cuarto intermedio, asistido por su abogado, tomó varias pastillas, para su diabetes y para sus nervios.

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