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Sociedad|Jueves, 8 de noviembre de 2012
Edenor y Edesur, esta vez, no serían culpables

¿Y a mí por qué me miran?

Por Raúl Dellatorre

En horas de la noche, cuando ya se había repuesto el suministro eléctrico a prácticamente la totalidad de la ciudad de Buenos Aires, se iniciaban las tareas de investigación sobre el origen de la falla en la línea de alta tensión que vincula la subestación Hudson (Gran La Plata) con la Central Costanera (Capital Federal, zona sur). “Es, por lo menos, llamativa la falla, no es normal y afectó justo a un punto neurálgico de la red”, comentó ayer una alta fuente del Gobierno precisamente en el momento en que se iniciaba la investigación, sugiriendo que no se descarta que algún hecho intencional haya originado el desperfecto. La evaluación oficial es que el mecanismo de reposición funcionó eficientemente, logrando restablecer el servicio en un plazo relativamente breve. Sin embargo, la falla encendió algunas luces de alarma sobre un sistema que arrastra problemas e indefiniciones.

En un día de calor inusual en la ciudad, de consumo record de electricidad, fuentes empresarias y oficiales debieron esforzarse por explicar que el apagón parcial no se debía a un exceso de demanda. “En generación, cuando se produjo el pico de demanda, todavía teníamos un margen disponible de potencia de tres mil megavatios por sobre los veinte mil y pico de consumo a esa hora. Y eso sucedió a media tarde, mientras la falla de servicio se produjo no menos de dos horas después. Tampoco fue una falla de la red de media y baja (la que llega a los hogares y demás domicilios particulares), sino en una línea de alta tensión en un punto fuera de la ciudad. Eso es lo que ahora hay que investigar”, detalló la misma fuente oficial respecto de las condiciones de operación del sistema. Pese a que la falla afectó “un punto neurálgico” de la red, dejando fuera de servicio una línea de alta tensión (132 kilovatios) que inmediatamente “arrastró” a otra línea paralela, el diseño en anillos de la red permitió que rápidamente se operara una suerte de “by pass” para sustituir el suministro. Según explicaron voceros de las empresas distribuidoras, el impacto en el servicio domiciliario se dio porque la falla afectó la tarea en tres centrales de generación: Costanera, Puerto y Dock Sud. El centro y sur de la Capital se quedaron sin luz (zona atendida por Edesur). Al reiniciarse la transmisión en alta tensión, las mismas centrales térmicas le solicitaron a Edenor que “desenganchara” dos subestaciones para reconfigurar el servicio. Ello afectó a otros barrios de la zona norte porteña. A medida que se completaban las tareas, se fue restableciendo el suministro.

La investigación deberá determinar qué fue lo que originó la falla. Los técnicos pudieron demostrar anoche que el sistema de sustitución en el transporte y la respuesta de la red de media y baja tensión fueron eficientes. Esta vez, el sistema de distribución parecería no haber sido el responsable. Pero no es casual que todas las miradas y las primeras sospechas apuntaran hacia ese lado.

El modelo de funcionamiento eléctrico creado a partir de la privatización, a comienzos de los ’90, está quebrado. El Estado fue sustituyendo la falta de inversión de los privados y así tapó varios baches del sistema, como el del anillado del transporte que esta vez permitió salvar la falla de las dos líneas caídas. Pero la red de distribución domiciliaria sigue arrastrando un grueso déficit de inversión.

Las dos distribuidoras en el área metropolitana de Buenos Aires, Edenor y Edesur, no sólo les han puesto freno de mano a sus planes de inversión, sino que ni siquiera pagan el suministro eléctrico que reciben de Cammesa. Es la respuesta que estas concesionarias –y otras del resto del país– han dado a la falta de actualización de tarifas. Edesur tiene la intervención de un veedor oficial, a partir de una situación de riesgo de cese de pagos que habría comprometido la continuidad de sus operaciones. Edenor fue la última en plegarse a la posición de no pagar la electricidad, argumentando que sus ingresos apenas le alcanzan para sueldos y algún otro gasto operativo. El sistema de distribución eléctrico está a la espera de un rediseño, distinto del definido con las privatizaciones, pero con un modelo aún no explicitado. Con tantos interrogantes abiertos, no es extraño que ayer todos buscaran en la distribución a los responsables cuando se cortó la luz. Aunque esta vez, al menos, no tuvieran la culpa.

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