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Sociedad|Domingo, 8 de enero de 2006
LLUVIAS FUERTES EN MAR DEL PLATA

El sábado fue bajo el agua

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“Bueno, mientras que pare el lunes y pueda ir a ver a Catupecu Machu.” La rubia adolescente, colgada del brazo de su madre, se consuela pensando que nada está perdido si deja de llover y puede ir a presenciar el recital de su banda favorita, que toca mañana a las 14 y gratis, en el balneario Tamarindo, en las playas del sur. Su madre la mira sin responder y sigue su camino, como autómata, por la peatonal San Martín. En el hotel de la calle Corrientes al 1800, una mujer nacida en México que reside en Chile, le hace preguntas al conserje como si estuviera ante el mismísimo Tlaloc, el dios de la lluvia en la cultura azteca. “Es injusto que llueva; recién llegamos del calor insoportable de Buenos Aires y acá no hace más que llover”. Lo único gracioso que le sale a la turista es un extraño dialecto, que entrecruza su México natal con el Chile de adopción. “Chispas si seremos huevones”, se lamenta mirando a su marido, mientras lo mete casi de prepo en el ascensor.


El conserje, una vez que la mujer se alejó lo suficiente, le confiesa a otro cliente del hotel: “Nosotros somos los que más deseamos que no llueva, porque la gente se pone de malhumor y el trabajo es doble”. Luego de una mañana cálida, aunque algo nublada, que parecía prenunciar un día de playa sin esplendor, pero día de playa al fin, se largó a llover en la ciudad, justo cuando más se había acentuado el ingreso masivo de turistas. “Recién el lunes o martes se van a conocer los resultados definitivos de la primera semana de enero, pero estamos bien y si llueve, mala suerte, la ciudad tiene un sinfín de alternativas”, comentó a este diario el presidente del Ente Municipal de Turismo (Emtur), Carlos Patrani, que no pierde el optimismo por un par de gotas. Hay otras razones que alientan a los responsables de la actividad turística y a los comerciantes: este año, los veraneantes no son tan “gasoleros” como suele suceder y las ventas, según los rubros, se han incrementado entre un 15 y 20 por ciento, respecto de las cifras del año pasado.


Vanesa, Laura, María Eva, Tamara y Luna, cuyas edades oscilan entre los 10 y los 12 años, están tostadísimas, aunque apenas llegaron el viernes por la mañana a Mar del Plata. “En Jujuy, el sol es muy fuerte y no llueve tanto, así que es lindo que llueva un poco”, dice Tamara, quien va de la mano de la señorita Rosaura, una de las maestras que acompaña a un contingente de 25 niños de la escuela número 200, de San Salvador, y de distintos establecimientos rurales del interior de la provincia. Forman parte de un contingente de 500 chicos de todo el país que llegaron a Chapadmalal en el marco de un programa coordinado por el Ministerio de Educación de la Nación. Las chicas hacen cola en la puerta del shopping Los Gallegos. En uno de los cines del complejo están dando King Kong y las entradas están “totalmente agotadas”, informa el responsable de la boletería.


La decepción de la mayoría de los turistas fue grande porque se había anunciado un fin de semana de mucho calor con 30 grados de temperatura. La cifra era repetida en cada esquina, en cada bar, en cada cruce de calles. Anoche, estaba sobrecargado de gente y había cola en los restaurantes. La multitud se había volcado hacia el centro de la ciudad y eso provocó, por la tarde, una gran concentración de policías. Desde el 1º de enero parejas de agentes –un hombre y una mujer– recorren las playas. La presencia en esos lugares, aunque notoria, se hace menos sobrecargada porque es proporcional al número de bañistas. Ayer, en algunos sectores, eran tantos los hombres y mujeres vestidos de azul y blanco, que parecían el resultado de una lluvia torrencial.

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