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Sociedad|Lunes, 15 de mayo de 2006

El macho Camacho

La violencia que brotó incontenible en San Pablo tiene –según las autoridades– un responsable. Se trata de Marcos Willians Herba Camacho, que a pesar de estar preso, condenado a 44 años de prisión por el asalto a un banco, aún cuenta con el poder suficiente como para poner en jaque a los responsables de la seguridad de un Estado.

Camacho, alias Marcola, tiene 39 años y es el jefe del grupo mafioso Primer Comando de la Capital. Las paredes y rejas carcelarias no son para él un impedimento. Valiéndose de teléfonos celulares y de la lealtad de esposas y prometidas de presos actúa con tranquilidad, dando órdenes a sus subordinados, sin importar que estén libres o encarcelados. Paradójicamente, las cárceles de Brasil en vez de prevenir el delito se han transformado en el centro del crimen organizado.

El PCC, creado en 1993, tiene el liderazgo en casi todas las prisiones del sur de Brasil. Según datos oficiales, miles de sus integrantes trabajan en equipo con cerca de 1800 guardias y policías corruptos. Su trabajo: traficar drogas y armas.

Fruto de su trabajo, la organización cuenta con armas pesadas y una fortuna de unos 40 millones de euros (51,7 millones de dólares), según calculó en un informe el periódico O’Globo.

Pero parecen intentar ir más allá del delito. Realizan una tarea propagandística por medio de la distribución de panfletos y remeras en los barrios más pobres. Y en su estatuto –porque tienen uno– plantean en el punto 14 uno de sus objetivos: “Desestabilizar el poder ejecutivo para alcanzar la Justicia”.

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