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Sociedad|Jueves, 15 de mayo de 2008
Isha y la moda de los métodos de autosanación

La gurú espiritual de ricos y famosos

Por Emilio Ruchansky

Jennifer Lee Duprei cantaba en una banda de softrock, allá por los ochenta en su Australia natal, antes de rebautizarse como

“Isha” y seguir las enseñanzas que Maharishi Sadhashiva Isham trajo a Occidente hace ya más de quince años. Es adoptada y su biografía está signada por la pérdida de seres queridos, algo que destacó durante una entrevista en su fundación previa a la visita a la cárcel de Olmos, en la sede porteña de su asociación. Tiene 46 años y vive junto a sus discípulos en Costa Azul, a 50 kilómetros de Montevideo, un lugar al que se puede acudir a retiros espirituales. Su sistema, dice, se basa en la “autosanación y expansión de la conciencia”.

En un mundo donde alrededor de 121 millones de personas padecen trastornos depresivos y se estima que ésta será en 2020 la segunda causa de incapacidad, su prédica tiene bastante éxito. “Un sistema práctico y efectivo para el mundo moderno”, es el slogan de la fundación Isha. Ha visitado cárceles en toda Latinoamérica y, según testimonian muchos directores de estas penitenciarías, los mismos presos piden que vuelva a visitarlos. Isha asegura que “la depresión es un estado de autoabandono”.

“Muchos se guardan sus emociones y guardan la aprobación en el afuera, y pierden contacto con la inocencia que tienen dentro de sí. Y terminan llegando a un momento en que realmente no saben quiénes son, se sienten desilusionados, no encuentran un objetivo en la vida, quieren que cambie el afuera. Y como el afuera no cambia, se deprimen”, diagnostica Isha, cuando Página/12 consulta acerca de la gente que se ha acercado a su fundación. Su objetivo es que la gente “tome la responsabilidad de luchar por su libertad interior”.

Su fundación trabaja en Chile y en México, y además de dictar cursos, Isha escribe y sigue haciendo música “ya no por la fama”, aclara, “sino como un instrumento para tocar a la gente”. Quienes la rodean le guardan devoción. Durga, la traductora, traslada sus palabras con los ojos cerrados y una sonrisa. “El camino de la autorrealización comenzó cuando yo tenía 28 años”, recuerda Isha, “en seis meses perdí a seis personas muy cercanas a mí, incluyendo a mi pareja, que murió de cáncer. Además hubo un crack financiero, perdí todo mi dinero. Todo lo que yo tenía y creía que yo misma era había desaparecido...”.

Dice que experimentó todo el dolor del mundo y ese mismo año comenzó su búsqueda espiritual. “Me interesa que las personas sepan quién soy y cuál es mi camino, transmitirles cómo he logrado la libertad absoluta, cómo vivo sin sufrimiento y cómo encontré el amor incondicional a mí misma, que no es más que encontrar la propia conciencia de que está dentro de todos nosotros”, asegura Isha, quien se autodenomina como “una líder espiritual atípica”.

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