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Sociedad|Domingo, 11 de septiembre de 2005

“Nunca obtuvieron evidencia científica”

Por P. L.

“En 1830, hubo una epidemia de cólera en Inglaterra. Por ese entonces no había recursos para tratar las infecciones. El instrumento universal que tenían, que creían tener los médicos, era la sangría: le sacaban sangre al paciente, lo cual por supuesto no le hacía ningún bien. En cambio, un grupo de médicos homeópatas probó sus medicamentos contra el cólera: les daban sus remedios diluidos en cucharadas de agua, una cucharada cada 15 minutos. Y estos pacientes morían menos, porque, en vez de quitarles sangre, los estaban hidratando, y esto es vital contra el cólera. Los médicos homeópatas creían que la cura era por la sustancia diluida, pero era por el agua”, cuenta Samuel Finkielman, director del Instituto de Investigaciones Médicas Alfredo Lanari, de la UBA.
“En ese momento –comenta Finkielman–, la homeopatía pudo haber sido una corriente fresca, ya que por lo menos no agredía al paciente. Uno podría argumentar que los médicos homeópatas rara vez hacen daño, pero sucede que a veces las enfermedades sí tienen tratamiento eficaz, y ese tratamiento queda postergado o evitado si el paciente lo reemplaza por los ‘medicamentos’ homeopáticos, cuyo efecto es el del placebo.”
“A diferencia de la medicina de escuela –continuó el investigador del Lanari–, la homeopatía es una filosofía: ellos piensan que una sustancia diluida 18 millones de veces puede curar una enfermedad y es claro que nunca pudieron obtener evidencia científica. De todos modos, el hecho es que el 90 por ciento de los pacientes que sufren enfermedades incurables recurren a distintas medicinas no oficiales: los pacientes de hospital prueban un promedio de dos de estas terapias; los de sanatorios, que tienen más dinero, a cuatro. Lo confiesan a los encuestadores; al médico oficial, no se lo dicen.”

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