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Sociedad|Lunes, 26 de diciembre de 2005

“Pensé que me querían matar”

Por A. F.
Por su físico corpulento, a primera vista Alberto podría parecer mayor que lo que indica su documento. Pero en sus ojos y en el tono de su voz aparecen sus quince años. Aún hoy siente miedo por lo que le pasó, un miedo mezclado con desconcierto: “Me pasaron muchas cosas por la cabeza –dice–. Pensé que querían matarme”.
–¿Cómo empezó todo?
–Yo salí de lo de mi hermano, bajé en la estación Emilio Mitre y tomé el subte para volverme. Cuando llegamos a la segunda estación subieron dos tipos más grandes que yo, hicieron una estación más, me agarraron y me bajaron al andén.
–¿Cómo eran? ¿Qué te decían?
–Los dos eran altos, uno andaba con una campera roja, el otro con una campera negra de Oca. Decían que yo era “el guacho”. Creo que pensaban que yo era otra persona. Me bajaron al andén y me hicieron cruzar enfrente para volver a la estación Emilio Mitre. Ahí subimos a la calle.
–¿Trataste de resistirte?
–Sí, yo traté pero no pude hacer nada. Despues caminamos por la avenida Eva Perón y llegamos a ese instituto. Ahí una persona nos abrió la puerta. Entré a un pasillo y salí a un salón. Ahí había uno que parecía un celador, que tenía un llavero grande y un garrote como de policía. Me llevó a uno de los pabellones que hay ahí. Me metió y vinieron unos pibes que me preguntaron de dónde era, de dónde venía. Yo dije que era de un hogar, que estaba afuera, y dijeron que con los de afuera y los de los hogares estaba todo mal. Se me acercaron para sacarme mis cosas, nos entramos a golpear, a empujar.
–¿Que te querían sacar?
–Me sacaron ropa, plata, un reloj. Después entró el celador y preguntó qué estaba pasando. Uno de los pibes dice que yo estaba hablando con códigos de la calle. Cuando me doy vuelta para decir que no era así, el celador me pegó dos palazos en la espalda. Me caí al suelo y me empezó a arrastrar de los pies fuera del pabellón. Le dije que no era ningún inválido para que me arrastrara así. Me levanté y me llevó a otro lugar. Sólo eran cuatro paredes. Estuve encerrado solo no sé cuánto: pasó mucho tiempo, era de noche. Después entró y me dijo que había una persona que quería hablar conmigo. Entonces me llevaron de vuelta al salón. Vino una señora que dijo que era asistente social. Me preguntó los datos del hogar, los de mi casa. Después me trajeron ropa y me dijeron que me iba. Cuando estaba por salir vi que había un teléfono y pregunté si podía hacer un llamado. Me contestaron: “No, porque nos equivocamos de persona”.
–¿Qué hiciste en la calle?
–Me quedé ahí en la puerta, un rato largo hasta que vi que pasaban unos chicos que eran compañeros de mi hermano en el hogar. Ellos me comentaron que ése era el instituto San Martín. A la vuelta de ahí había una fiesta de 15 en un hogar y fui con ellos. Ahí me dieron plata para viajar en colectivo.
–¿Qué pensaste que pasaba cuando te agarraron?
–Estaba muy asustado, yo forcejaba y no me podía soltar. Me pasaron muchas cosas por la cabeza. Que fueran los que venden chicos a otros países o que me querían matar.

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