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Sociedad|Viernes, 17 de febrero de 2006
CINCO CASOS DE “PASIONES POLICIALES” EN UN AÑO

Una historia que se repite

Por Cristian Alarcón

Sólo en el Area Metropolitana, durante el último año hubo cinco casos similares al que ayer horrorizó a los comensales de la hamburguesería de la Avenida Callao. Un hombre, miembro de una fuerza de seguridad –Bonaerense o Federal–, dispara con “su” arma reglamentaria a “su” mujer, la mata y, por fin, se dispara el mismo. El cuadro se reitera con sorprendentes similitudes, señala un informe del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) al que tuvo acceso Página/12. “Aquí vemos cómo se juntan dos modos de violencia. La violencia de género, contra la mujer; y la violencia institucional”, opina Gustavo Palmieri, director del área de Violencia Institucional y Seguridad Ciudadana de la ONG.

El CELS lleva un registro –a partir de la sistematización de los datos aparecidos en medios de publicación nacional– de los casos en los que los agentes cometen delitos en lo que se denomina “uso particular de la fuerza”. Esto es, aquellos hechos violentos cometidos fuera de servicio, sin el uniforme y, por lo general, por motivos privados. La mayoría de estos sucesos policiales ocurren a nivel intrafamiliar. Así es en la mayoría de los treinta casos relevados en el informe. Del total, sólo en el Area Metropolitana –Capital y Gran Buenos Aires– se registraron nueve casos de violencia dentro del ámbito familiar, el grueso en contra de las mujeres de los policías, militares o custodios. En el resto del país hubo otros cinco casos del mismo tipo. Lo que se da prácticamente mes a mes es el homicidio de la pareja, seguido del suicidio del macho asesino.

El 4 de enero a la noche, Juana

Ughelli, de 54 años, se iba de la casa que hasta entonces compartía con su marido, el subteniente Mario Orlando Díaz, de 56, en Ranchos. Para detenerla, él le disparó dos tiros y la mató. Luego apoyó el arma en la sien y se autoeliminó. Ese mismo día, en San Martín, un sargento de la Bonaerense, después de una discusión con su ex novia, la acribilló de un tiro en la cabeza y luego se dio a sí mismo disparándose en la boca. El 2 de enero, lo mismo hizo un policía en Santa Fe. El 28 de diciembre había ocurrido en Neuquén. Ignacio Rodríguez le dio un tiro en la cabeza a Evangelina Vázquez. Los dos eran oficiales de la policía neuquina. “Se me escapó, se me escapó”, escucharon los vecinos que gritaba el policía por la calle. Pero volvió, vio el cuerpo de la mujer y se dio un tiro, también en la boca. En Bahía Blanca pasó el 7 de noviembre cuando, en un auto, un sargento mató a su ex mujer y se liquidó con la misma arma. El 6 de junio ocurrió en Villa Ballester. En febrero fue un comisario en Córdoba el que asesinó a su mujer y se mató. Al año lo había inaugurado un custodio que en enero mató de cinco tiros a su sobrina de 15 años y luego se suicidó.

“Existe una lógica de matar. Los casos son repetidos: no es una cuestión que pudiéramos dejar sólo en lo pasional. Hay patrones que se reiteran, y en ese sentido lo importante es que tienen elementos previsibles, y si son previsibles podrían ser evitables”, alerta Palmieri. Atento a que la casi totalidad de las víctimas de la violencia intrafamiliar ejercida por policías son mujeres, Palmieri cree que se debe a que las fuerzas de seguridad “son instituciones donde históricamente la mujer ha sido maltratada y en las que la cultura institucional está bajo la figura de un hombre autoritario y violento. Hay una exacerbación de la violencia y el discurso es ‘uso el arma de fuego como un símbolo de mi condición de macho’. Dentro de la policía hay mas machismo del que hay afuera”.

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