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“En las ciudades argentinas se vende hoja de coca, por ejemplo en peñas folklóricas –señaló Roger Ortiz Mercado, embajador de Bolivia en la Argentina–; no está prohibido y se trata de una cuestión cultural; es como encontrar pescado crudo en un restaurante japonés. La hoja de coca no es cocaína y se inserta en tradiciones que, en este caso, remiten a pautas antropológicas comunes a la Argentina y a Bolivia. Por eso es que Bolivia exige la despenalización internacional de la hoja de coca.”
Justamente ayer, David Choquehuanca, canciller de Bolivia, ratificó que “no vamos a erradicar la coca: la coca es para nosotros alimento, medicina, y parte de nuestra espiritualidad”. En cambio, “la elaboración de la droga es ajena a nuestra cultura”, señaló, y advirtió que el gobierno boliviano “ha construido una estrategia contra las drogas. Reconocemos que Estados Unidos es una potencia mundial, pero en Bolivia ya hemos decidido no aceptar relaciones de imposición”.
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