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Domingo, 7 de diciembre de 2003
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DESINDUSTRIALIZACION O DESARROLLO

Morgenthau vs. Marshall

Después de la Segunda Guerra Mundial, el Plan Morgenthau, de desindustrialización de Alemania, fue archivado para reemplazarlo por el Plan Marshall, de desarrollo. Readaptado, ¿cuál se aplicó en América latina en los ‘90?

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Erik Reinert, economista noruego: “América latina ha sido sujeta a planes tipo Morgenthau y esto implica una fuerte ‘primitivización’”.
Por Verónica Gago

El Plan Morgenthau fue la estrategia norteamericana para desindustrializar Alemania después de la Segunda Guerra Mundial. El plan duró menos de dos años y fue reemplazado por su opuesto: el Plan Marshall. Sin embargo, la tesis del economista noruego Erik Reinert es que el Plan Morgenthau ha sido resucitado para ser aplicado esta vez en los países periféricos a través de las políticas del Consenso de Washington. Reinert, director del centro de investigación The Other Canon, estuvo en Buenos Aires invitado por la Universidad de General Sarmiento y el Ministerio de Trabajo.
Usted ha dicho en una conferencia internacional reciente que la desindustrialización argentina va a ser considerada uno de los errores económicos más grandes del siglo XX. ¿Por qué?
–Creo que la problemática argentina es del mismo tipo que la que ha tenido Rusia, los ex estados soviéticos, los estados más pequeños de Asia, como Mongolia, y la mayor parte de los países latinoamericanos. El problema fundamental es que por siglos, se ha sabido que tener una industria manufacturera poco eficiente era mejor que no tener ninguna, y que lo que se debía hacer con una industria manufacturera poco eficiente era integrarla con los países vecinos para volverla más eficiente. Pero la terapia de apertura de shock ha malogrado la industria manufacturera argentina y rusa. En cambio, se ve que países como India –que ha tenido una política industrial superficial y con monopolio parecida a la argentina– y China fueron abriéndose poco a poco y dieron tiempo a sus empresas para que se vuelvan eficientes. El problema es que desde la teoría económica es tan fácil cortar un árbol de cien años como hacerlo crecer porque no se piensa en el tiempo. Yo creo que no sólo hemos perdido muchos años de desarrollo, sino que hay cosas que pueden ser irreversibles o muy difíciles de volver a crear.
¿Por ejemplo?
–México es un país donde este proceso está muy avanzado, aunque ellos han ganado muchos puestos de trabajo en maquilas. La industria tradicional mexicana está casi desaparecida y lo triste es que los mexicanos ya no son competitivos en productos agrícolas. Hay entonces una desindustrialización y una desagriculturación. Esto es más difícil que pase en Argentina, pero hay que tener en cuenta que después de la desindustrialización y la desagriculturación, viene la despoblación. Es lo que se llama economías de diáspora.
¿A qué se refiere cuando habla de “primitivización” de América latina y por qué compara este proceso con el plan económico que se aplicó brevemente en Alemania previo al Plan Marshall?
–América latina ha sido sujeta a planes tipo Morgenthau y esto implica una fuerte “primitivización”, es decir, un proceso por el cual en los países de la periferia se reduce el número de actividades económicas y se regresa al monocultivo en el campo. El plan Morgenthau era el plan que tenían los aliados para Alemania después de la Segunda Guerra Mundial. Henry Morgenthau era entonces el ministro de Finanzas de Estados Unidos, y él escribió un trabajo titulado “Alemania es nuestro problema”, donde explicaba que para evitar que Alemania iniciara una tercera guerra mundial era necesario desindustrializarla. Esta desindustrialización creaba muchos problemas: uno de ellos era que bajaba mucho la productividad en el campo y que aumentaba la pobreza.
¿Y qué pasó?
–En 1947, envían a Alemania a Herbert Hoover, el ex presidente norteamericano, para analizar la situación y ve allí que las maquinarias iban a ser enviadas a Francia y Rusia, que no existía la industria manufacturera y que iban a llenar las minas de agua o cemento para que no puedan utilizarse más. Y él luego de estar unos meses dijo: “Hay un único problema: en una Alemania desindustrializada, sobran 25 millones de personas, que no van a tener trabajo. ¿Qué hacemos con ellos? O los fusilamos o los enviamos a otro país”. Tres meses después nace el Plan Marshall, que es lo opuesto: es la reindustrialización de Alemania. Y yo creo que tenemos una situación muy parecida hoy en muchos países. La industria no tiene la misma importancia de antes, ya que hay sectores de servicios fundamentales, pero se ve que esos sectores de servicio también dependen mucho de la demanda del sector industrial. Entonces, el sector manufacturero sigue siendo importante incluso para tener un sector de servicios desarrollado.
¿Usted qué papel les otorga a los estados nacionales en la gestión de la exclusión?
–El problema es que no hay mucho espacio para política económica. El debate que nace este año es el siguiente: lo que los países de la periferia deberían negociar no es el acceso a mercados, sino tener espacio para políticas.

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