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Domingo, 19 de diciembre de 2004
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INFORME ESPECIAL: Sobreocupaci贸n

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Por Alejandro Bercovich

El Indec difundi贸 el jueves pasado que la desocupaci贸n baj贸 a 13,2 por ciento, y sin planes sociales, a 17,6, lo que implica que en los 28 conglomerados urbanos relevados por ese organismo existen 3.170.000 personas con problemas de empleo. Que se eleva a 4,8 millones tomando en cuenta la poblaci贸n total. La contracara de esa poblaci贸n marginada del mercado laboral son los tambi茅n 3 millones de 鈥渟obreocupados鈥, con una jornada laboral superior a las 45 horas semanales. Ese es el l铆mite que establece el Indec para definir el exceso laboral, aunque la ley la fija en 48 horas semanales. Las sucesivas leyes de flexibilizaci贸n de la d茅cada pasada, que hoy en gran parte siguen vigentes, introdujeron una serie de mecanismos que permitieron extender el tiempo de labor diario m谩s all谩 de los l铆mites recomendados por la Organizaci贸n Internacional del Trabajo (OIT). Y as铆, mientras en el mundo desarrollado se debate si la jornada laboral tiene que reducirse para paliar la desocupaci贸n, aqu铆 los argentinos que tienen empleo trabajan en promedio m谩s de nueve horas y media por d铆a para sumar ingresos.
La situaci贸n se vio agravada en los 煤ltimos meses por el creciente uso de horas extra en las empresas, que incrementaron su producci贸n pero a煤n no se decidieron a incorporar nuevo personal. Un reciente informe del Ministerio de Trabajo bonaerense, al que tuvo acceso Cash, revela que el sector fabril de la provincia funcionaba al 40 por ciento de su capacidad en el peor momento de la recesi贸n y hoy trabaja al 85 por ciento, pero con dotaciones obreras que estuvieron muy lejos de duplicarse. La Encuesta Permanente de Hogares del Indec arroja como resultado que, en mayo del 2003 鈥撁簂timo dato disponible鈥, un 28,9 por ciento de los ocupados trabajaba m谩s de 45 horas semanales. La proporci贸n de sobreocupados es superior a la del mismo mes del 2002, cuando alcanzaba el 28,1 por ciento, y quiebra la tendencia descendente inaugurada con la recesi贸n de 1998.
La comparaci贸n internacional es desfavorable para el mercado local: las 煤ltimas cifras difundidas por la OIT indican que en la Argentina se trabajan unas 2100 horas anuales, mientras en Brasil la jornada anual no supera las 1800 horas, y en M茅xico y Chile ronda las 1900. Estados Unidos (1845) y Espa帽a (1840) son los ejemplos de industrializados m谩s cercanos al caso local, pero Alemania (1460) y Suecia (1580) lideran otro grupo con niveles muy inferiores. Incluso Jap贸n, que hasta los a帽os 鈥80 se citaba como el paradigma de la sobreocupaci贸n, ya se ubicaba en el 2000 por debajo de las 1850 horas anuales.
Un caso aparte es el de Francia, con un promedio de 1550 horas anuales. El ex presidente Lionel Jospin impuls贸 desde 1998 la reducci贸n de la jornada a 35 horas semanales, en medio de una ola de amenazas empresariales que vaticinaban quiebras masivas y una ca铆da del Producto que pondr铆a en jaque a la econom铆a gala. Nada de eso ocurri贸, pero tampoco se cumpli贸 el objetivo oficial de reducir el desempleo mediante un reparto de las horas de trabajo disponibles. Sus cr铆ticos argumentaron que la falla estuvo en haber autorizado que se compute el promedio anual en lugar del semanal, lo cual habilit贸 a las compa帽铆as a adaptar su dotaci贸n a la demanda de sus productos o servicios, siguiendo los preceptos del just in time, que reduce los tiempos 鈥渕uertos鈥 en el lugar de trabajo. En la Argentina, esa misma prerrogativa se concedi贸 a los empleadores a trav茅s de la primera ley de reforma laboral (Ley 24.013, sancionada a fines de 1991), que permiti贸 鈥渆stablecer m茅todos de c谩lculo de la jornada m谩xima en base a promedio, de acuerdo con las caracter铆sticas de la actividad鈥.
El abogado H茅ctor Recalde, asesor de la CGT, afirm贸 que la sobreocupaci贸n con desocupaci贸n masiva 鈥渆s el fen贸meno antisolidario m谩s grave de nuestra sociedad鈥. Recalde cit贸, ante la consulta de este suplemento, el ejemplo espa帽ol, donde los hipermercados abren un solo domingo por mes, en contraste con los grandes centros minoristas locales, que registran su pico de afluencia precisamente durante los fines de semana. Y estim贸 quela sobreocupaci贸n afecta a uno de cada tres empleados, entre formales e informales.
La idea de reducir la jornada para crear nuevos empleos gan贸 fuerza en el pa铆s tras el conflicto m谩s resonante de los trabajadores del subterr谩neo, en septiembre del a帽o pasado. Seg煤n explic贸 a Cash uno de los delegados de la l铆nea E, Roberto Pianelli, la reducci贸n de la jornada a seis horas para boleteros, guardas, mec谩nicos y maquinistas hizo necesaria la incorporaci贸n de 500 nuevos empleados al plantel anterior de 1500. Aunque el reclamo inicial se basaba en la insalubridad del trabajo en el subte, varias seccionales sindicales y grupos de izquierda lanzaron sobre esa experiencia el Movimiento Nacional por la Jornada de Seis Horas. En su primera publicaci贸n, los t茅cnicos del grupo calcularon que una reducci贸n de esa magnitud en toda la econom铆a generar铆a unos 3 millones de puestos de trabajo.
El principal asesor de la OIT en la Argentina, Alfredo Monza, advirti贸 que el impacto sobre el empleo no es tan f谩cil de estimar, pero coincidi贸 con los activistas de las seis horas en que si no se intensifica el trabajo ni se cambian sus condiciones, s铆 hay una relaci贸n aritm茅tica entre el l铆mite a la jornada y la cantidad de empleados. El economista apunt贸 que en Alemania Occidental el Producto creci贸 un 200 por ciento entre 1960 y 1990 y la productividad un 213 por ciento, lo cual hizo necesarias menos horas-hombre que al principio para producir el triple de bienes y servicios. 鈥淚gual el empleo creci贸 un 28 por ciento, pero si la jornada no se hubiera reducido un 25 por ciento, habr铆a ca铆do junto con el insumo f铆sico de horas鈥, precis贸.
En definitiva, la mayor铆a de los especialistas coincide en que la prioridad deber铆a ser que se respete el l铆mite de 48 horas semanales ordinarias que a煤n mantiene la legislaci贸n vigente. Y que se liquiden correctamente los pagos por horas extra, con el correspondiente desincentivo que significa su costo adicional. La subsecretaria de Programaci贸n T茅cnica de la cartera laboral, Marta Novik, dijo a Cash que el Gobierno empezar谩 a seguir m谩s de cerca el a帽o pr贸ximo a los sectores en los que presume que se viola el l铆mite legal de la jornada. Pero admiti贸 que los controles se complican porque 鈥渃on los salarios bajos actuales y las deficiencias del mercado de trabajo que dej贸 la crisis, una buena parte de los asalariados tiene varios empleos y trabaja mucho m谩s que antes鈥.
Otro aspecto de ese debate referido al tiempo excesivo de trabajo se vincula con la siniestralidad laboral. Seg煤n las cifras de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo, los accidentes aumentaron en el 2003 un 19,7 por ciento, el doble de lo que creci贸 la cantidad de horas trabajadas en la industria. Ese incremento se dio en paralelo con el uso creciente de horas extra registrado en el mismo per铆odo. La explicaci贸n no es demasiado sofisticada: es evidente que nadie presta la misma atenci贸n a su seguridad en la segunda hora de trabajo que en la duod茅cima.

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