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Domingo, 31 de julio de 2005
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LAS ESTRATEGIAS DE INSERCION INTERNACIONAL

Las puertas al mundo

Aumentar las exportaciones es la receta repetida. El desafío es que esas ventas sean productos con valor agregado, tanto del agro como de la industria.

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“Hay que seguir aumentando las exportaciones para continuar creciendo”, afirma Giorgi.

Por Debora Giorgi *

El Gobierno se esfuerza para impulsar la inserción comercial del país en el mundo. Por un lado, asegurando una macroeconomía estable que no engendra amenazas de nuevas crisis, manteniendo un tipo de cambio competitivo, y ha superado el default de la deuda externa con una propuesta realista y sin erosionar el crecimiento. Por el otro, ha planteado con realismo los verdaderos problemas del Mercosur y su claro desequilibrio productivo, al mismo tiempo que ha llevado adelante una agresiva agenda de negociaciones internacionales que ha permitido diversificar productos y mercados, dando un lugar prioritario a las pymes. Sin embargo, es lógico que a sólo cuatro años de la peor crisis del país aún queden desafíos para llevar adelante en materia de inserción comercial internacional.

Ante todo es necesario destacar que se necesita seguir aumentando las exportaciones para continuar creciendo a tasas sostenidas y desarrollarse equitativamente. La experiencia internacional muestra que en los países con relaciones exportaciones/PIB elevadas las tasas de crecimiento de mediano plazo son muy superiores que en aquellos donde esa relación es baja (no supera el 20 por ciento del PIB). Por otro lado, los niveles del Indice de Desarrollo Humano son más altos en países que tienen mayor participación relativa de exportaciones de bienes de alta tecnología y mayor valor agregado respecto del total de sus exportaciones que en aquellos donde la relevancia de las ventas externas de escaso valor agregado y baja tecnología es la que predomina.

El desafío es no sólo exportar más sino con mayor agregación de valor. Ahora bien: ¿cuáles serían los lineamientos para enfrentarlo?

A grandes rasgos existen dos tipos de modelos de inserción internacional aplicados exitosamente por países, que hoy son relevantes en el comercio mundial, y que han crecido mejorando la calidad de vida de sus habitantes.

El modelo agroindustrial exportador, orientado a agregar valor, aprovechando la abundancia de un recurso natural existente. Este sería el caso de las estrategias aplicadas por Chile, Nueva Zelanda, Filipinas y Noruega (en sus primeras etapas de desarrollo), entre otros.

El otro es el modelo de la exportación diversificada de productos industriales. Esta estrategia genera valor a partir del aprovechamiento de ventajas competitivas como la existencia de mano de obra –calificada y no calificada– de costo relativamente menor, la disponibilidad de una infraestructura de punta, una ubicación geográfica privilegiada, empresarios con vocación industrial y capacidad de adaptarse al cambio con agilidad y creatividad, la existencia de una cultura industrial, entre otros. A partir de estas ventajas se identifican productos industriales (nichos) para que las mismas determinen una diferencia positiva de competitividad a nivel mundial; al mismo tiempo, el Gobierno desarrolla programas de incentivos, financiamiento y planificación de infraestructura adecuada que actúan como potenciadores de las ventajas identificadas para atraer inversiones. Esta dinámica desarrolla naturalmente proveedores locales con acceso a tecnología de punta porque abastecen a productores de manufacturas especializadas de standard internacional. Estos proveedores tienden a transformarse en abastecedores para el mundo y además, por la misma dinámica del progreso tecnológico y por el conocimiento de los mercados externos, comienzan a identificar nuevos nichos de productos industriales terminados. Se inicia el círculo virtuoso de reindustrialización de valor agregado y alta tecnología. Estas estrategias, en mayor o menor medida, fueron aplicadas por Corea, Taiwan, y Singapur, China y algunos países del Este europeo.

Analizando conjuntamente esas estilizaciones de modelos de inserción internacional y el perfil socioeconómico de nuestro país (abundancia de recursos naturales y minerales, la calidad y bajo costo relativo de recursos humanos –calificados y no calificados–, la infraestructura disponible, la destreza y capacidad de respuesta que han mostrado nuestros empresarios tanto grandes como pymes frente a las crisis y su respuesta vigorosa en los períodos de recuperación), surge que la estrategia de inserción internacional debe continuar el camino que ha comenzado. Y que está trazado por una decisión presente en la acción de este gobierno: diseños propios, negociados con firmeza, dejando de lado recetas impuestas desconocedoras de nuestra realidad y necesidades.

El desarrollo conjunto, tanto de políticas que impulsen la agregación de valor a nuestra agroindustria como de aquellas orientadas a generar el círculo virtuoso de la reindustrialización, impulsa la exportación manufacturera diversificada de mayor valor agregado. El aprovechamiento de las sinergias intersectoriales que naturalmente se generarán en esta dinámica dual potenciará relevantes aumentos de la competitividad.

* Economista.

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