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Sábado, 31 de diciembre de 2005
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PLAN DE AMPLIAR EL ALCANCE DE LOS MICROCREDITOS

“La prioridad es masificarlos”

El objetivo es cubrir a cuatro millones de personas de bajos recursos. El saldo de la experiencia de este año ha sido positiva.

Por Fernando Krakowiak
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“Un 90 por ciento de los acreedores devuelven los créditos”, asegura Daniel Arroyo.

El Ministerio de Desarrollo Social ha decidido impulsar durante 2006 la masificación del microcrédito para financiar a 4 millones de personas de bajos recursos. Cash entrevistó al viceministro del área, Daniel Arroyo, quien explicó por qué apuestan a esa iniciativa para mejorar las condiciones de los sectores marginados.

¿Los microcréditos son una solución para la pobreza?

–Nosotros creemos que en Argentina masificar el microcrédito es reducir la pobreza de manera sustantiva porque la mayoría de los excluidos son nuevos pobres que están vinculados al mercado informal a través de distintos oficios, pero tienen retraso tecnológico, falta de capacitación y la necesidad de obtener capital de trabajo e insumos para ganar escala. Entre 2003 y 2005 nosotros otorgamos 36 mil créditos y microcréditos a 510 mil pequeños productores invirtiendo 300 millones de pesos. Con una tasa del 4 al 8 por ciento anual para hacer competitiva la actividad productiva. Un 90 por ciento de los acreedores devuelven los créditos. Se ha demostrado que es una política efectiva, pero hace falta masificar estos créditos para llegar a casi 4 millones de personas.

¿De qué manera piensan hacerlo?

–Las opciones son dos: los bancos les empiezan a otorgar créditos a quienes no tienen garantías ni hipotecas o creamos un sector financiero para esta línea de trabajo. La ventaja de que lo haga el sector financiero es que ya existe una red de bancos en el país. El problema es que el microcrédito requiere de un oficial de cuentas que vea la carpeta de proyectos, pero que vaya a la casa del deudor, que le cobre una vez por semana de a 20 o 25 pesos y que además se comprometa con el proyecto. El oficial de proyecto es una especie de contador, evaluador de proyecto e ingeniero conocedor de maquinarias. Ese esquema sube la tasa de interés muchísimo, porque ningún banco contrataría 500 personas para dar vuelta por el país cobrando cuotas semanales de créditos de 3000 pesos. Ese no es el negocio bancario.

Entonces hay una sola opción.

–En realidad, los bancos sólo lo pueden hacer si el Estado genera un fondo de garantía para bajar la tasa de riesgo y subsidiando la tasa. La segunda opción es crear bancas solidarias hasta 10 millones de pesos por fuera de las normas de Basilea con una superintendencia que no sea el Banco Central, sino una superintendencia de regulación vinculada al Ministerio de Desarrollo Social. Técnicamente no serían instituciones financieras bancarias sino organizaciones no gubernamentales. En este segundo caso, el Estado, en lugar de volcar los recursos a subsidios de tasa y fondos de garantía, fondearía a la banca solidaria. Lo que está claro es que la etapa experimental terminó. Por lo tanto, en 2006 esto tiene que definirse y si no hay una definición rápida de los bancos tenemos que ir a la segunda opción.

¿Los créditos a través de las bancas solidarias estarían financiados exclusivamente por el Estado?

–No, estaría financiado sustantivamente por el Estado como parte de la política social, pero debería estar financiado también por organizaciones no gubernamentales internacionales y por el sector privado, el cual en lugar de montar un comedor comunitario debería poner plata en un fondo social de inversiones.

¿Por qué cree que el sector privado podría llegar a poner plata?

–El sector privado está poniendo mucha plata en términos de responsabilidad social empresaria. Hay más dinero vinculado a filantropía o a asistencia social. Nosotros estamos proponiendo reconvertir esos recursos en apoyo a la producción en tres etapas. La primera etapa la cumplimos al constituir un consejo empresario dentro del plan Manos a la Obra. Ahí cada empresa selecciona los proyectos que quiere acompañar para darle asistencia técnica. La segunda etapa es poner plata en un fondo social de inversiones y la tercera es que las empresas formen parte de mecanismos institucionales como los consejos consultivos.

¿Si se termina impulsando esta opción de bancas solidarias no quedaría conformado un sistema bancario para ricos y otro para pobres?

–A mí me gustaría que hubiera un único sistema financiero. Por eso me parece que hay que entrar en la discusión con los bancos para impulsar los microcréditos dentro del propio sistema, pero si eso no es viable tendremos que avanzar con la otra iniciativa porque la prioridad es masificar el crédito.

¿Qué opinan los bancos sobre el tema?

–Tienen dudas sobre si la operatoria puede llegar a ser rentable para ellos, pero en general ven la necesidad de hacer negocios con los sectores más pobres.

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