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Domingo, 20 de agosto de 2006
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LA EXPERIENCIA DE LA COOPERATIVA LA NUEVA ESPERANZA, EX GLOBAL

Se infla como un globo

El caso de una empresa recuperada exitosa. Un grupo de trabajadores volvió a hacer funcionar la planta ubicada en Villa Devoto. Competitividad, salarios, inversiones y condiciones de trabajo.

Por Esteban Magnani

En los comienzos del fenómeno de las empresas recuperadas muchos las consideraban como una utopía. No apostaban a que trabajadores sin capital ni “conocimientos” pudieran competir con una fábrica que los dueños anteriores no pudieron. Uno de los casos que desmintió esos malos presagios fue el proyecto integrado por un grupo de trabajadores que recuperaron el año pasado una fábrica de globos de Devoto, que había quebrado hace casi tres.

“Las cooperativas son más eficientes”, sostienen los trabajadores de la Nueva Esperanza.

El cooperativismo no es un invento argentino. Tiene una larga tradición parida con los siete principios de Rochdale de 1844. ¿En qué se transformaron esos utópicos principios al entrar en una fábrica de globos de Devoto en la Argentina del siglo XXI? La Nueva Esperanza nació en el 2004 con 22 trabajadores que intentaban recuperar la fábrica apelando incluso al espionaje, necesario para saber dónde había escondido las máquinas el anterior dueño. En mayo de 2005, los 18 socios que quedaban juntaron de sus bolsillos 2500 pesos para comprar látex y otras pocas materias primas necesarias para hacer dediles (protectores de dedos) que vendieron en varios frigoríficos por un total de 10.000 pesos, que reinvirtieron enseguida.

El actual presidente de la cooperativa, Domingo Palomeque, relató a Cash que, a pesar de las condiciones terribles en que encontraron la fábrica, hoy, un año después, están produciendo unos 150.000 globos diarios. “Ahora somos 25 que cobramos entre 1000 y 1200 pesos por mes, todos igual, según cómo venga la producción. Calculamos cuánto queda una vez que pagamos las cuentas, guardamos algo para más materia prima y lo que necesitamos invertir para mejorar. Los nuevos socios dejan el 20 por ciento de su retiro mensual para capitalización de la cooperativa hasta llegar a aportar 30.000 pesos, que es más o menos lo que calculábamos que correspondía a cada socio inicial. Además hay 8 más a prueba que cobran jornal.”

De lo facturado en los últimos diez meses y a pesar de las necesidades atrasadas, lograron invertir cerca del 5 por ciento en mejorar la fábrica: instalación de gas, agua y electricidad a nuevo que les dará capacidad para cuadruplicar la producción. Tienen cobertura de salud por medio del Banco Credicoop y la única deuda, contraída con la ONG La Base para la instalación del gas, ya fue cancelada.

Resueltas las cuestiones básicas, pueden darse un lujo cada vez más frecuente en las recuperadas: pensar en el futuro. A diferencia de las empresas tradicionales, aquí el foco no está sólo en mejorar la competitividad, sino también las condiciones de trabajo: “Lo que viene es seguir creciendo, mejorar la fábrica, por ejemplo las duchas. Acá había duchas eléctricas viejísimas. Estamos instalando un termotanque decente. Vamos a poner máquinas automáticas para hundir los moldes en el látex, otras para sacar los globos. Y en el largo plazo tenemos que tener un local mayorista, sucursales en el interior”.

¿Cómo hicieron los trabajadores para lograr lo que el empresario no pudo? “Las cooperativas son más eficientes”, explica Domingo mientras cuenta y embolsa globos. “Y cuando hay que trabajar un sábado venimos casi todos. Las cooperativas no pagan Rentas; eso también ayuda un poco.” La toma democrática de decisiones, un supuesto punto débil a la hora de competir, parece bastante resuelto: “Al principio todos quieren opinar, pero ahora que tienen más experiencia saben que las reuniones son el momento para hablar y sacar conclusiones. Así se evitan los rumores y los malos entendidos”, detalló Domingo. La cooperativa mantiene además un centro cultural gratuito, que también funciona como centro de jubilados y taller de oficios, y apoyan a otras empresas recuperadas que empiezan el largo camino de poner a funcionar las máquinas. “Valió la pena”, cierra Domingo. “Empezamos 18 personas y hoy somos 33, con sus familias, que hoy están viviendo de la cooperativa; es algo que jamás en mi vida me hubiera imaginado. Y estamos en crecimiento.”

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