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Domingo, 24 de junio de 2007
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TIPO DE CAMBIO REAL EN BRASIL Y EN ARGENTINA

Otra copa de vodka

Enrique Szewach reclamó derecho a réplica al artículo publicado en la edición pasada del suplemento. Desde la ortodoxia participa de la polémica sobre las estrategias cambiarias brasileña y argentina.

Por Enrique Szewach *

He leído, con mucha atención, como hago siempre, por otra parte, la columna de Marcelo Zlotogwiazda en el último número del suplemento Cash, de Página/12. En dicha columna se sospecha sobre mi sobriedad alcohólica citando uno de mis habituales Szewachnomics, en donde advertía sobre un cambio en la política cambiaria brasileña, indicando que Lula parecía querer imitar la política cambiaria del presidente Kirchner y las consecuencias que ello tendría sobre la Argentina. Efectivamente, Zlotogwiazda duda de mi sobriedad porque considera que la política de “tipo de cambio real alto” seguida por K. dista mucho de la “política de atraso cambiario” seguida por Lula. No es mi intención en estas líneas opinar sobre mis costumbres alcohólicas, pero sí aclarar el origen de mi comentario.

AFP

Como indico en el trabajo citado, hace meses que el Banco Central de Brasil está acumulando reservas a tasas aceleradas en un intento (fallido, podría decirse hasta ahora) de evitar que el real se aprecie aún más. Asimismo, desde hace algún tiempo dejó de publicar el dato de Reservas Compradas. Este intento, si bien puede considerarse fracasado porque el real se siguió apreciando, no lo es si medimos “el ritmo” al cual se está dando esta apreciación. En efecto, mientras que la moneda brasileña se venía apreciando a tasas superiores al 10 por ciento anual en los últimos años, estos meses el ritmo ha bajado al 7-8 por ciento y puede que baje aún más. Esto se da en medio de un nuevo boom del precio de la soja y del saldo comercial de Brasil. Es decir que, dadas las circunstancias, el dólar en Brasil debería estar más barato todavía. El anuncio de subsidios a los exportadores brasileños que se menciona en la columna no hace más que ratificar este cambio de políticas en el vecino país que ha decido intentar, por todos los medios a su alcance, frenar la apreciación de su moneda. De manera que lo expuesto no contradice mi opinión acerca del cambio de políticas en Brasil, sino que la confirma. Pero el punto que intentaba destacar en mi nota (aunque por lo visto no lo logré) es que, por ahora, la Argentina ha compensado su propio atraso cambiario con el “adelanto cambiario” de los demás, en especial de Brasil. Pero si Brasil frena su “revaluación”, la Argentina enfrentará problemas competitivos que hasta ahora no se notaron, precisamente, por el valor del real. Y aquí sí quiero discrepar con el fondo de la nota publicada en Cash. Dado que Zlotogwiazda rescata la política de “tipo de cambio real alto” como “política de Estado”, según la ministra Miceli. Pero lo cierto es que el tipo de cambio real de la Argentina no para de caer. En los últimos meses, conviven un dólar “clavado” en 3,08/ 3,10 y una inflación que, aun medida con los mentirosos índices oficiales, promedia el 10 por ciento anual. Es decir que, al menos, el tipo de cambio real cae 10 por ciento por año. Ni qué hablar del aumento del costo laboral en dólares (16,5 por ciento, mínimo) o el de otros insumos. En otras palabras, lejos de tener una política de “tipo de cambio alto”, tenemos una política típica de caída del tipo de cambio real, impulsada por el aumento del gasto. Como puede apreciarse en el gráfico que acompaña estas líneas, deflactado por los precios mayoristas, ya el tipo de cambio real es igual al de fines del 2001 y medido contra los precios al consumidor, el tipo de cambio real es igual ¡al inicio de la convertibilidad!

Es decir, nuestra “política de Estado”, que tanto declama nuestro gobierno y elogia Marcelo, no es tal. El dólar sigue caro gracias a la revaluación de las otras monedas en el mundo y no por la política argentina, dado que la expansiva política fiscal no hace más que, como indica la teoría, seguir atrasando el tipo de cambio en términos reales, puesto que acelera la tasa de inflación, bien medida.

Mi advertencia, entonces, se reitera: si Brasil empieza, por distintos medios, a frenar la suba del real y nosotros seguimos aumentando nuestros costos en dólares, la ventaja competitiva cambiaria se irá perdiendo y volverán a brindar los brasileños y no nosotros.

* Economista. Ex economista jefe de FIEL.

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