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Domingo, 18 de agosto de 2002
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Otras yerbas

Argentina sigue batiendo record. La extranjerización de la economía es la más alta de la historia moderna. Cash accedió a datos aún no divulgados del Indec que revelan que el año pasado las compañías trasnacionales participaron en el 62 por ciento de las ventas. Además, de las 500 empresas más grandes del país, 314 son extranjeras y durante 2001 las de capital nacional sólo fueron responsables del 17 por ciento del producto generado por ese selecto núcleo empresario. Las ventas de Cervecería Quilmes y de Petrobras a capital brasileño ocurridas este año vienen a consolidar un proceso de extranjerización que, en ausencia de regulaciones estatales, se convirtió en uno de los factores que deprimieron la economía en los últimos años. Un estudio de los economistas de Flacso Martín Schorr y María Briner, en base a datos del Indec, revela que las multinacionales generan menos empleo que las locales, tienen una escala salarial más regresiva, reinvierten un menor porcentaje de sus utilidades y, a diferencia de las nacionales, generan un saldo comercial externo deficitario. La fuerte caída del precio de los activos generada por la depresión y la devaluación amenaza profundizar aún más el proceso de extranjerización de la economía.
En los últimos dos años, con la economía cayendo en picada, fueron muy pocas las empresas que pasaron a manos extranjeras. Pero la participación de las trasnacionales en la producción y las ventas siguió creciendo, porque, mientras la mayoría de las compañías locales vieron caer fuertemente sus despachos, las extranjeras, que se concentran en mercados monopólicos, oligopólicos y de exportación de recursos naturales, soportaron mejor el proceso recesivo. Durante 2001, las multinacionales tuvieron una participación dominante en la producción de los siguientes mercados:
n 98 por ciento en minera.
n 93 por ciento en petróleo.
n 92 por ciento en comunicaciones.
n89 por ciento en maquinarias y equipos.
n 76 por ciento en alimentos y tabaco.
Si el avance en la participación de la producción fue alto, el de las utilidades fue aún mayor. Dentro del grupo de las 500 empresas más grandes, las 314 extranjeras se quedaron con el 89,8 por ciento de las ganancias totales.
En ausencia de un Estado que regule el accionar de las multinacionales, la extranjerización jugó un papel fundamental en la profundización de la depresión económica. Una de las consecuencias más graves de la falta de regulaciones fue la fuga de divisas en concepto de giro de utilidades. A principio de los 90, las trasnacionales, por cada dólar que ganaban, giraban 28 a sus casas matrices; el año pasado, según cifras de la Cepal, a las que tuvo acceso Cash de un documento aún no publicado, enviaron 847 millones de dólares más que los que ganaron. Es decir que por cada dólar de utilidad, se llevaron 1,20. Sin un marco legal que se los impida, la política de las multinacionales fue sacar rápidamente las ganancias del país y realizar sus inversiones en base a endeudamiento externo.
Entre 1992 y 2001, un período de diez años, las empresas extranjeras sólo reinvirtieron en Argentina 5764 millones de dólares. Para comprobar lo exiguo de la cifra, basta señalar que el monto apenas supera la suma de las ganancias de sólo tres empresas, Repsol, Telefónica y Telecom, en un solo año: 2000.
Dentro del grupo de las compañías más importantes, las extranjeras se destacan por la alta productividad que consiguen de su mano de obra. Es decir, del valor agregado que producen por personal ocupado. El rendimiento medio de los asalariados de las multinacionales durante el año pasado fue un 210 por ciento más alto que el de las locales. Pero esa eficacia no se tradujo en mayores salarios. Por esa razón la distribución de ingresos en las compañías de capitales del exterior es mucho más regresiva que en las argentinas. En otras palabras: los grupos extranjeros se apropian de una mayor porción relativa del producto generado por los asalariados.
A pesar de que las trasnacionales participan en más del 80 por ciento de la producción y de las ganancias del núcleo de empresas líderes, son las que menos personal utilizan. Durante el año pasado el requerimiento de empleo de las locales duplicó el de las extranjeras. Esto se debe a que operan en actividades capital-intensivas y tienen un mayor grado de productividad. Además, aunque a principio de los 90 las compañías ocupaban la mayor parte de sus puestos gerenciales con ejecutivos argentinos, con los años esa realidad se modificó. El año pasado, el 74 por ciento de los funcionarios de alto nivel de las trasnacionales eran extranjeros.
La falta de una política clara de compre nacional fue otro de los factores que provocó que la extranjerización de la economía deviniera en una caída de la producción y de las ventas internas. Mientras que las empresas argentinas importan el 12 por ciento de sus insumos, las multinacionales traen del exterior el 25 por ciento de sus compras. En el universo de las 500 empresas más grandes, durante 2001, las trasnacionales participaron en el 85 por ciento de las importaciones y en el 65 por ciento de las exportaciones. Prefieren comprar afuera porque negocian con proveedores globales que, generalmente, pertenecen al mismo grupo empresario. De esa manera, bajan costos, alimentan las ganancias de su casa matriz o de otras filiales y, en muchos casos, evaden el impuesto a las Ganancias inflando los precios de importación. Tanto en las privatizadas como en las industriales, las mayores compras externas determinaron la destrucción de encadenamientos productivos, quebrando miles de pymes y destruyendo empleos. Este proceso no era inevitable. En Brasil, por ejemplo, los gobiernos estaduales, que lucharon por atraer empresas extranjeras, les exigen que les den prioridad de compra a las proveedoras locales.
La inversión extranjera directa es ansiada e incluso incentivada por todos los países, porque se supone que viene a sumar capitales al proceso productivo. La responsabilidad de que en Argentina haya tenido efectos negativos es de los gobiernos que manejaron el Estado en los últimos años. La mayoría de los perjuicios que la extranjerización empresaria provocó en la economía puede comenzar a revertirse con regulaciones estatales. Pero el lobby de las multinacionales, que cuenta con el apoyo explícito de los más altos funcionarios de sus países de origen, es fortísimo. Al respecto, en estos días se está manifestando en la presión que, junto con las grandes empresas nacionales, están ejerciendo para que el Gobierno les otorgue un seguro de cambio para sus deudas contraídas en el exterior. Según datos de IEFE, el 83,2 por ciento de los pasivos externos de las 500 empresas líderes corresponde a compañías extranjeras. De la decisión estatal dependerá que las deudas de las multinacionales no terminen convirtiéndose en una carga para toda la sociedad.

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