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Domingo, 9 de marzo de 2008
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EL DEBATE ESTRUCTURAL

La sangre no llegó al río

Interesantes exposiciones de Eduardo Buzzi, de la FAA, y Gustavo Grobocopatel, de Los Grobo, sobre la concentración de la tierra.

Por Claudio Scaletta

Al extremarse las categorizaciones en el campo argentino se puede determinar la existencia de dos tipos de visiones enfrentadas. Una es coyuntural, vinculada a la política agropecuaria, y otra estructural, relacionada a los cambios que el desarrollo capitalista genera en la estructura productiva sectorial. Ambas dimensiones, si bien guardan una relación estrecha, suelen mezclarse. Una de las razones de la confusión es que la sociedad civil no agraria se entera del campo por boca de los dirigentes sectoriales y de algunos integrantes de la sociedad política. Quienes viven en la coyuntura, y no en ámbitos académicos, no pueden hablar aisladamente de la estructura.

Pero la vida da sorpresas. En Expoagro, la feria que concluyó ayer en la ciudad de Armstrong, Santa Fe, se cruzaron en la sala/carpa de prensa dos actores a los que suele personificarse como representantes de dos visiones estructurales en pugna: Gustavo Grobocopatel, titular del holding Los Grobo y referente top del mundo de los agronegocios, y Eduardo Buzzi, titular de Federación Agraria, entidad crítica del “modelo de exclusión” generado por los agronegocios. Aunque no debatieron cumplieron con el rol tácito que se esperaba de ellos.

Los agronegocios tienen cada vez más influencia en el campo. Foto: DyN.

En línea con los comunicados difundidos por FAA en las últimas semanas, entidad que hasta recriminó al gobernador santafecino Hermes Binner haberse reunido con Grobocopatel, Buzzi sostuvo que el capital financiero, a través de fideicomisos, fondos de inversión y pools de siembra “está avanzando de manera muy preocupante, concentrando tierras y desplazando a productores más tradicionales. La lógica de estos fideicomisos es la del contrato por cosecha, con escasa reposición de nutrientes, deterioro del recurso natural, falta de planificación y problemas en los pueblos, porque si no hay diversificación no hay empleo”.

Grobocopatel agregó que a él tampoco le gustaba el proceso de concentración en marcha, el que “tal vez no sea el más adecuado”, pero lo atribuyó “a las formas que tiene la economía hoy; socialista, capitalista o lo que sea” y de lo que se trata es de “encontrar oportunidades de desarrollo” en el contexto. El empresario aseguró también que no le conviene un campo con exclusión. “Mi negocio es que haya muchos productores y que todos sean mis clientes. Yo les vendo servicios, les vendo insumos, les compro granos les doy servicios de logística, los capacito y les transfiero determinadas capacidades de gerenciamiento para hacerlos más competitivos.”

Efectivamente, de acuerdo con las leyes económicas, el capital siempre se dirige a los sectores de mayor rentabilidad. En el mundo existe hoy muchísimo capital en busca de valorización. Con los actuales precios de las commodities el campo no está a salvo del ingreso de capitales financieros, lo que dispara los precios de los arrendamientos. Esto generó exclusión para quienes no pudieron seguir arrendando y para quienes quedaron por debajo del punto crítico de la nueva escala de la economía, pero también, aunque menos dicho, convirtió en rentistas a muchos terratenientes.

El debate vuelve a la coyuntura: ¿Qué hacen los Estados frente a las tendencias de la economía? Grobocopatel, en línea con una tradición de pensamiento, consideró que el sector público “debe generar las condiciones para la equidad y la igualdad de oportunidades”. Buzzi puso como ejemplo a los países más avanzados: “Italia no modificó su millón de agricultores, Francia tampoco, y el Estado norteamericano de Nebraska impide a las corporaciones la compra de tierra por enmienda constitucional. Los países desarrollados tienen políticas para proteger a sus estructuras agrarias y en este país estamos haciendo lo contrario”, concluyó.

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