En diciembre del 2001, 2,7 millones de personas se pronunciaron a favor de la creaci贸n de un seguro de desempleo, una asignaci贸n universal por hijo y otra para los jubilados carentes de cobertura. El 茅xito de la consulta popular, realizada por Frente Nacional contra la Pobreza (Frenapo), instal贸 en ese momento esos temas en la agenda pol铆tica. Desde entonces, el contexto social ha sufrido cambios. Por caso, la mejor situaci贸n econ贸mica desplaz贸 a un segundo plano esas demandas sociales.
Un reciente informe de Ernesto Kritz, de SEL Consultores, se帽ala que el desempleo ha dejado de ser un desequilibrio grave. Aunque la desocupaci贸n contin煤a siendo un problema, la creaci贸n de m谩s de tres millones de puestos de trabajo en los 煤ltimos cuatro a帽os modific贸 sustancialmente el escenario laboral. Por ese motivo, el tema del empleo ha dejado de ser la principal preocupaci贸n en los sondeos de opini贸n. En ese marco, la creaci贸n de un seguro de desempleo universal fue desplazada de la agenda. Asimismo, la implementaci贸n del Plan de Inclusi贸n Previsional (jubilaci贸n anticipada y moratoria previsional) ha producido un sustancial incremento de la tasa de cobertura. Actualmente, el 85 por ciento de los adultos mayores tiene alguna prestaci贸n previsional.
La mejora en la situaci贸n econ贸mica ha relativizado 鈥揳unque no eliminado鈥 la necesidad de implementar dos de las medidas propuestas por el Frenapo (amplio seguro de desempleo y cobertura previsional universal).
La otra iniciativa (asignaci贸n universal por hijo) contin煤a siendo reclamada por un arco muy variado de organizaciones pol铆ticas y sociales. La vigencia de esa demanda social se debe a la insuficiente respuesta que brinda el sistema de asignaciones familiares.
En el trabajo El ingreso ciudadano en la agenda de pol铆ticas p煤blicas de la Argentina, Alberto Barbeito y Rub茅n Lo Vuolo se帽alan que 鈥渓a universalizaci贸n de la protecci贸n social se conceb铆a como una sumatoria de cuerpos aut贸nomos de seguros sociales, identificados con la organizaci贸n de los diferentes grupos laborales. El empleo formal y la pertenencia a una organizaci贸n sindical, eran la v铆a natural de acceso a la cobertura p煤blica de las diferentes contingencias sociales鈥. Hoy, la realidad es diferente. Si bien la desocupaci贸n registr贸 un auspicioso retroceso, el desempleo contin煤a siendo preocupante. Por otra parte, el porcentaje de trabajadores informales sigue siendo extremadamente alto. En ese marco, el sistema de asignaciones familiares tiene un alcance muy limitado porque las prestaciones solamente se abonan a los trabajadores registrados. Incluso, no todos los asalariados formales est谩n en condiciones de acceder a los beneficios. En 1996, se excluy贸 del cobro de las asignaciones familiares a aquellos trabajadores que cobraran un salario superior a determinada suma.
Sin alteraciones sustanciales en el dise帽o normativo, el gobierno de Kirchner increment贸 peri贸dicamente tanto el monto de las asignaciones como el tope salarial. Si bien esa estrategia benefici贸 a los empleados registrados, tuvo nulo impacto sobre trabajadores informales y desocupados. De esa manera, el sistema sigue dejando sin cobertura a cerca del 60 por ciento de los menores. Al respecto, los defensores de la asignaci贸n universal por hijo rescatan la idoneidad de esta herramienta para recuperar el equilibrio social y eliminar pol铆ticas asistenciales clientelistas. Una asignaci贸n otorgada a todos quienes cumplan las condiciones fijadas (menores de 18 a帽os) termina con la discriminaci贸n arbitraria de los beneficiarios, sostienen los impulsores de la propuesta. La asignaci贸n universal tambi茅n permite darle progresividad a la pol铆tica social, ya que el promedio de chicos sube en los hogares m谩s humildes. En la totalidad de los hogares argentinos, el promedio alcanza a 1,1 menores por hogar. En cambio, los hogares m谩s pobres tienen en promedio 2,6 menores por hogar y los indigentes, 3 menores. B谩rbara Perrot y Soledad Villafa帽e sostienen en su trabajo Reducci贸n de la pobreza y Mercado de Trabajo en Argentina Post-Convertibilidad que ocuparse de esos hogares 鈥渞esulta de extrema importancia por cuanto, tal como muestran diferentes estudios para el mundo desarrollado y tambi茅n para Argentina, existen numerosos mecanismos que hacen que la situaci贸n de pobreza en la infancia persista en el tiempo configurando una cr铆tica situaci贸n de transmisi贸n intergeneracional de desventajas entre padres e hijos鈥. Estudios realizados por la CTA fijan el costo fiscal de la iniciativa en 11.000 millones de pesos anuales.
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