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La Oficina de Estadísticas del Comercio Exterior del Senasa difunde todos los meses los datos de las exportaciones de los productos fiscalizados por el organismo sanitario. El informe presenta cantidades y flujos monetarios, lo que mediante una simple división permite obtener la evolución de los precios en dólares por toneladas de las ventas al exterior.
La información no la construye la intervención del Indec, sino que se trata de la suma de declaraciones de las firmas exportadoras. En un marco de existencia de retenciones es posible imaginar probables subfacturaciones. Por esta razón para varios productos se establecieron parámetros trabajosamente negociados a fin de obtener valores FOB de referencia. Pero lo que realmente importa a los fines de lo aquí se discute no son las variaciones absolutas de los precios según lo facturado, sino los porcentajes de variación. Conocer más allá de los agregados de la Chicago Board of Trade o de los índices de los precios de las materias primas consolidados por algún organismo público, a cuanto efectivamente se están exportando los productos agropecuarios y cuánto aumentan sus precios. Adicionalmente se obtiene una aproximación de la inflación de algunos productos clave y, generalizando, de la inflación de los alimentos a escala planetaria, una de las actuales preocupaciones globales.
Un listado con números es, casi para cualquiera, una lectura tediosa, pero vale la pena detenerse en las variaciones y pensar lo que significan en el contexto actual. Si se compara el promedio de precios del primer cuatrimestre de 2008 con el mismo promedio para igual período de 2007 se obtienen los siguientes resultados:
La tonelada de soja pasó de declaraciones de 259 a 358 dólares, 38 por ciento más.
La tonelada de trigo pasó de 176 a 295 dólares, un aumento del 68 por ciento.
La tonelada de maíz pasó de 140 a 213 dólares, una suba del 53 por ciento.
La tonelada de aceite de soja pasó de 583 a 1022 dólares, un incremento del 75 por ciento.
La tonelada de aceite de girasol pasó de 653 a 1167 dólares, un aumento del 79 por ciento.
La tonelada de harina de soja pasó de 200 a 294 dólares, 47 por ciento más.
Los pellet de soja aumentaron de 205 a 306 dólares la tonelada, una variación del 49 por ciento.
Una excepción y una observación: la soja importada de Paraguay aumentó de 243 a 427 dólares la tonelada, un 76 por ciento más.
Los reseñados son los principales productos del agro y del complejo aceitero, ambos con efectos directos e indirectos sobre la evolución de los precios internos y con fuerte incidencia en el conflicto social. Solo en el primer cuatrimestre del año. A pesar del clima de debacle sectorial instalado en la sociedad por quienes dicen representar al sector, la evolución interanual de los ingresos por exportaciones mostró un impresionante crecimiento del 74 por ciento, con precios en dólares un 56 por ciento más caros. Las ventas al exterior pasaron, para el conjunto de cereales, oleaginosas y sus subproductos de 3652,5 millones a 6350,8 millones de dólares. Nada mal para un sector que a través del accionar de grupos piqueteros trabajó durante más de un mes para el desabastecimiento del mercado interno.
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