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Domingo, 1 de junio de 2008
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El baul de Manuel

Por Manuel Fern谩ndez L贸pez

De mal humor

No hace falta ser muy perspicaz para percibir que se mira el futuro econ贸mico con cierta zozobra. Algunos perciben que la posibilidad de insertarse en la sociedad como un trabajador m谩s se esfuma hacia adelante; otros perciben que su salario alcanza para menos d铆as del mes; otros, finalmente, ven que la posibilidad de obtener ganancias con determinada inversi贸n se desdibuja cada vez m谩s. Por cierto, en algunas decisiones cuyos frutos reci茅n aparecer谩n en el futuro no hay una base objetiva para pensar que no hayan de ser bastante buenos o abundantes. Sin embargo, el pesimismo es una enfermedad contagiosa, de la que nadie parece estar inmune. La consecuencia es que los planes de renovaci贸n del equipo productivo o de ampliaci贸n del mismo se recortan, se redistribuyen en el tiempo, se piensan mejor. En suma, la inversi贸n, en el per铆odo que corre, cae. Y no cae sola: con ella cae la demanda directa e indirecta asociada con la producci贸n de insumos y bienes de capital; y cae la demanda de nuevos trabajadores, complementarios de los nuevos equipos productivos. La actividad econ贸mica se vuelve m谩s lenta y, como se dice, 鈥渟e enfr铆a鈥. Es una sucesi贸n de efectos, que comenz贸 con un estado mental 鈥揺l pesimismo鈥 y termin贸 en menor crecimiento econ贸mico y en otro estado mental 鈥揺l resentimiento鈥 en los hogares de los nuevos desempleados. Por cierto, la teor铆a keynesiana, cuando apareci贸 en 1936, tuvo un efecto arrasador sobre las teor铆as anteriores de la inversi贸n y el ciclo: la eficacia marginal del capital explicaba la ca铆da de la inversi贸n y el multiplicador explicaba la propagaci贸n al resto de la econom铆a. Sin embargo, pocos a帽os antes, en Industrial Fluctuations (1927), el sucesor de Marshall en la Universidad de Cambridge, Arthur C. Pigou (1877-1959), ya hab铆a explicado las fluctuaciones de la inversi贸n por las causas psicol贸gicas antes indicadas. Para Pigou, las expectativas de ganancias eran el factor determinante de la inversi贸n. Pero tales expectativas pod铆an deberse a errores o c谩lculos err贸neos de los empresarios, y los errores pod铆an estar influidos por climas de optimismo o de pesimismo, y los prolongados per铆odos de maduraci贸n de las inversiones creaban un caldo de cultivo para magnificar peque帽os errores de apreciaci贸n. Pigou pudo haber igualado a Keynes, de no haber rechazado en 1931 la noci贸n de 鈥渕ultiplicador鈥 presentada por Richard Kahn.

Estalinismo criollo

La mayor铆a de la gente, alguna vez en la vida, vivenci贸 tener alguna necesidad y carecer del dinero para satisfacerla. Una cosa es tener hambre; otra distinta es tener plata para comprar comida. El viejo sabio que era Adam Smith distingu铆a, como corresponde, llamando con t茅rminos diferentes a cada cosa. Necesitar algo es una 鈥渄emanda absoluta鈥. Pero poderle a帽adir a 鈥渘ecesito esto鈥 la frase 鈥渉ay efectivo鈥 tiene la contundencia de mover el mercado para que nos provean de lo que necesitamos. A la demanda + efectivo el escoc茅s denominaba 鈥渄emanda efectiva鈥. Sin efectivo, de nada sirven los buenos deseos. Y ello vale para cualquier unidad de decisiones econ贸micas, sea el simple consumidor individual, una pyme, un hospital, una provincia, el pa铆s o las Naciones Unidas. Cuenta el profesor Julio H. G. Olivera (La econom铆a del bloque colectivista, 1959, p. 41) que, en tiempos de Stalin, las empresas sovi茅ticas no pod铆an transformar en billetes sus saldos en el Banco del Estado sino para pagar salarios conforme al plan de producci贸n. Este sistema no hab铆a sido instituido para mejorar y simplificar la t茅cnica de los pagos, 鈥渟ino como un instrumento de control, y constituye un aspecto de lo que se ha dado en llamar el control por el rublo鈥. Limitar, pues, el efectivo a disposici贸n de los agentes econ贸micos es un modo de controlarlos, haci茅ndolos seguir determinado curso de acci贸n, premi谩ndolos o castig谩ndolos, sea permiti茅ndoles holgura o estrechez, seg煤n que sus decisiones coincidan o no con la conducta que espera de ellos el proveedor de efectivo. Nuestro sistema pol铆tico es republicano y federal. Sin embargo, algunos rasgos del sistema econ贸mico y rent铆stico m谩s parecen un sistema mon谩rquico-unitario. Hasta donde puede, el gobierno nacional procura centralizar los ingresos fiscales y hasta donde puede, maneja los aportes a las provincias con discrecionalidad. Las arcas fiscales se abren generosas, no para encarar soluciones para problemas grav铆simos como la marginalidad y la pobreza, la desnutrici贸n y el desamparo infantil, endemias como el mal de Chagas, sino como apoyos a gobernadores provinciales alineados con determinadas pol铆ticas fijadas por el gobierno nacional. Tal vez fuera una mejor asignaci贸n de los fondos p煤blicos privilegiar a las provincias por su mayor grado de pobreza (Santiago del Estero), o su gravedad de endemias (Salta).

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