El asunto del Indec y el reconocimiento de la gravedad que va adquiriendo el proceso inflacionario resultar铆an hechos auspiciosos si no fuera por el enfoque que parece primar en las soluciones propuestas. El diagn贸stico del equipo econ贸mico recae en posiciones ortodoxas: ubica como causa fundamental del actual proceso inflacionario un excesivo ritmo de crecimiento de la demanda agregada por encima de la evoluci贸n de la inversi贸n y que, por ende, desbordar铆a la capacidad de oferta.
Sin embargo, seg煤n datos del Ministerio de Econom铆a, el porcentaje de utilizaci贸n de la capacidad instalada en la industria en junio pasado result贸 de 76,6 por ciento en promedio, nivel id茅ntico al vigente a mediados de 2006, cuando la tasa de inflaci贸n era sustancialmente m谩s baja. Por cierto, al ser un promedio hay ramas que muestran porcentajes mayores de uso: por ejemplo: Textiles, 83,5; Refinaci贸n del petr贸leo, 91,1; Industrias met谩licas b谩sicas, 97,3. Esos porcentajes tambi茅n estaban presentes hace dos a帽os, cuando la inflaci贸n no era noticia.
La situaci贸n no es la misma que en 2006: el a帽o pasado la inversi贸n en maquinaria y equipo durable de producci贸n aument贸 22 por ciento. En el 煤ltimo trimestre de 2007, la tasa de inversi贸n alcanz贸 el 26 por ciento del PBI, cuando en la segunda mitad del siglo XX en Argentina ascendi贸 en promedio apenas al 18,9, aun mostrando oscilaciones bruscas seg煤n datos del Cespa (Centro de Estudios de la Situaci贸n y Perspectivas de la Argentina). Entre 1960 y 1970, por caso, fluctu贸 en torno al 20 por ciento y rara vez lleg贸 al 25. Entre 1976 y 1983, pese al inmejorable clima de negocios, promedi贸 un m铆sero 17 por ciento. En este contexto, 鈥渟e destaca el ciclo inversor actual, que ya tiene una dimensi贸n y una permanencia que lo colocan entre los a帽os de mayor acumulaci贸n de capital de los 煤ltimos cincuenta a帽os鈥, dice Jorge Schvarzer, director del Cespa.
Contra estos datos, es dif铆cil sostener que la inflaci贸n actual tenga relaci贸n con restricciones de oferta. La idea de mejorar el acceso al cr茅dito para la producci贸n es contradictoria con el enfoque antiinflacionario oficial. Por caso, una herramienta central de la lucha contra la inflaci贸n ser铆a la reducci贸n del gasto p煤blico, que como se sabe es un componente importante de la demanda agregada. En este aspecto, las medidas que se preparan son una suba en las tarifas de gas, electricidad y transporte que redundar铆a en una disminuci贸n de los subsidios a las empresas que manejan esos sectores.
M谩s all谩 del hecho de que tal aumento convalidar铆a el esquema vigente en la provisi贸n de servicios p煤blicos en el pa铆s, su efecto inmediato es n铆tido: el aumento de tarifas conducir谩 a una disminuci贸n del ingreso disponible de las familias y a una reducci贸n del consumo. La reducci贸n del consumo implicar谩 una menor demanda agregada y por ende la perspectiva de un mercado en retracci贸n. No se entiende entonces por qu茅 las empresas deber铆an aumentar la inversi贸n ante un mercado que se achica. Por ello, ser铆a absurdo mejorar el acceso al cr茅dito al tiempo que se 鈥渆nfr铆a鈥 el crecimiento de la demanda. Con un mercado que se retrae, 驴por qu茅 las empresas ir铆an a ampliar la capacidad de producir? Y en ese caso, 驴para qu茅 necesitar铆an cr茅dito?
Si un exceso de demanda agregada llegara a agotar el margen de capacidad ociosa de las empresas 鈥揷osa que hoy no ocurre鈥, los precios terminar铆an subiendo. Pero lejos de ser la antesala del caos y de la hiperinflaci贸n 鈥揷omo sugiere la ortodoxia鈥, esa suba de precios s贸lo ser铆a un fen贸meno de corto plazo que, adem谩s, generar铆a fuertes incentivos adicionales a la inversi贸n y, por ende, a la ampliaci贸n de la capacidad productiva. No parece ser la situaci贸n actual.
El Gobierno ha manifestado en reiteradas oportunidades que la inflaci贸n fue empujada por el aumento de los commodities a nivel internacional y por el conflicto con el campo, una explicaci贸n que, siendo m谩s exacta y realista, resulta abiertamente contradictoria con la anterior. Para colmo de males, el Banco Central decidi贸 combatir la especulaci贸n contra el tipo de cambio retrasando la cotizaci贸n del d贸lar y aumentando las tasas de inter茅s, justo lo que ped铆a a coro la derecha econ贸mica.
En este contexto, intentar relanzar la econom铆a mediante un aumento (necesario por cierto) del salario m铆nimo, al tiempo que el Banco Central utiliza el d贸lar como ancla antiinflacionaria a costa de los sectores productivos que generan empleo, y al tiempo que el Gobierno reduce el gasto p煤blico, se manifiesta como una estrategia incoherente. El conjunto del paquete conduce a una yuxtaposici贸n de medidas sin consistencia, donde por un lado se alienta el consumo y por el otro ese efecto es anulado en el mismo acto con la reducci贸n del gasto estatal, mientras las causas de la inflaci贸n, que deterioran la suba nominal del salario m铆nimo, permanecen intocadas. Como se ha dicho muchas veces, la inflaci贸n de los precios internos de los alimentos es el resultado casi directo del alza de los precios internacionales de los commodities. No s贸lo sigue haciendo falta 鈥渄esconectar鈥 los precios internos de los externos mediante retenciones, sino que hace falta un plan agropecuario, no a medida del 鈥渃ampo鈥 鈥揷omo se reclama en estos d铆as鈥, sino a medida de los asalariados y de las necesidades de reindustrializaci贸n, esto es: alimentos baratos para que el salario pueda aumentar en serio y Argentina pueda ser competitiva. Para que el conflicto distributivo no termine erosionando el salario 鈥揳 trav茅s de una tasa de inflaci贸n creciente como ocurre hoy鈥 se requiere una decisi贸n de Estado que 鈥渄iscipline鈥 a los actores sociales 鈥揺n particular a los empresarios鈥 y coordine las alzas salariales y de precios mediante un plan de desarrollo coherente.
* Economista de la Universidad de Luj谩n
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