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Domingo, 24 de agosto de 2008
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Reportaje > Producción agraria y especulación con alimentos

Otra burbuja

Los actuales precios de los granos son exagerados, y cuando se detenga esta ola especulativa los productores tendrán problemas.

Por Natalia Aruguete
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Fondos de inversión migraron del terreno inmobiliario en Estados Unidos hacia el alimentario.

“La crisis de hegemonía de Estados Unidos, el aumento del petróleo y la especulación financiera en el sector agrícola son las causas de la crisis alimentaria”, explicó la economista mexicana Blanca Rubio, en diálogo con Cash. La investigadora de la UNAM repasó las características del orden agroalimentario y sus efectos sobre los países pobres.

¿En qué se diferencia el orden agroalimentario global que prevaleció en el período 1980-2000 del actual?

–La forma de dominio de los países desarrollados sobre los subdesarrollados se centró en el establecimiento de precios artificialmente bajos, que se sostenían apoyando a los productores con subsidios. Esto devastó las agriculturas mediante una forma de explotación por despojo. El nuevo orden, que está emergiendo y recién empiezan a verse sus perfiles, es al revés: se impulsan precios artificialmente elevados por la “financiarización” de la crisis alimentaria.

¿En qué consiste esta etapa?

–Fondos de inversión migraron del terreno inmobiliario en Estados Unidos hacia el alimentario. Es una nueva forma de dominio y explotación hacia los países dependientes, que deben comprar estos productos muy caros y pierden divisas en exceso para conseguirlos.

¿La presente crisis alimentaria se genera por causas estructurales o coyunturales?

–De los dos tipos. Una es la crisis de hegemonía de Estados Unidos, que controló el precio del petróleo en el ámbito mundial durante el período del orden agroalimentario global y ahora lo pierde. La derrota en la guerra contra Irak marcó la incapacidad de controlar el precio del petróleo. Esta crisis generó la necesidad de usar otros combustibles (como los agrocombustibles) en respuesta a la crisis energética, económica y financiera, que es lo que genera la crisis alimentaria.

¿Qué efectos produjo esa crisis de hegemonía?

–El polo asiático está disputando la hegemonía. Países como India y China están emergiendo con tasas de crecimiento muy elevadas que generan un aumento de la demanda de carnes y de granos a nivel internacional, lo que también impulsa la suba de precios. Pero el alza de precios venía desde antes de la crisis alimentaria.

Datos del FMI muestran que los precios empezaron a subir en 2003, pero el ritmo de ese aumento se aceleró a partir de 2007. ¿A qué responde ese cambio?

–En 2003, la causa fundamental era el aumento de los precios del petróleo y la demanda de granos a nivel internacional por parte de China e India. Estas son causas estructurales, proceso que implicó un alza gradual de precios. Lo que disparó los precios es la financiarización. Estos precios tan elevados no pueden durar tanto tiempo. La burbuja especulativo-financiera tiene que parar en algún momento, pero no se regresará a los precios del período anterior, sino a la etapa 2003-2006.

¿Cuánto tiempo calcula que se prolongará la suba de los precios?

–La FAO calcula que el alza de precios estructural (2003-2006) durará unos diez años, por la orientación de los insumos hacia los agrocombustibles, y esto supone un déficit de la producción para alimentos. Ellos consideran que en unos diez años se descubrirán formas de generar agrocombustibles, ya no de granos sino de biomasa. Pero estos precios exagerados no pueden durar más allá de un año. Aunque esta burbuja traerá otra crisis: los productores que ahora se están beneficiando y se endeudan tendrán problemas graves cuando caigan los precios.

¿Cómo caracteriza la actual división internacional del trabajo en el sector agrícola?

–En la nueva división internacional del trabajo, los países desarrollados se van a orientar fundamentalmente a producir granos para agrocombustibles sin descuidar su autosuficiencia alimentaria, y además van a demandar de otros países este tipo de productos. Los países emergentes con buenas condiciones climatológicas se orientarán a la exportación de estos granos o los transformarán en etanol para exportarlo. Entre los países dependientes, los que tienen gobiernos progresistas empezarán a cerrar las fronteras y a robustecer su autosuficiencia alimentaria, los que continúen con políticas neoliberales profundizarán su dependencia.

¿Qué consecuencias tendrá el orden agroalimentario actual sobre la propiedad de la tierra?

–Argentina es un prototipo de lo que ocurrirá en muchos lugares. Producir bienes agrícolas vuelve a ser rentable, esto generará procesos de despojo para los pequeños productores y dará impulso a grandes empresas.

Además de cerrar las fronteras, ¿qué políticas deberían tener los países subdesarrollados para garantizar la soberanía alimentaria?

–Lo más importante es que los gobiernos vuelvan a tener el control de los precios. Un gobierno que tenga control de sus precios internos y una fuerte producción local para abastecer a su población está al margen de lo que pase afuera. Los gobiernos vuelven a cobrar impuestos elevados a la exportación para captar la renta internacional de los grandes empresarios y utilizar ese dinero para el desarrollo interno. Un caso claro es la Argentina.

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