Entre los temas principales de debate en la historia econ贸mica y en las relaciones internacionales, el dilema entre el proteccionismo y el libre cambio es uno de los m谩s controvertidos. Las naciones que lideran el planeta han sido alternativamente partidarias del libre cambio o del proteccionismo cuando les convino y siempre en defensa del tipo de productos que quer铆an proteger. Gran Breta帽a se hizo librecambista a mediados del siglo XIX (m谩s precisamente en 1846, con la abolici贸n de las leyes de granos), cuando ya era la principal potencia industrial del mundo y pod铆a colocar ventajosamente sus manufacturas y bienes de capital. El caso m谩s importante de proteccionismo en la historia del capitalismo es el de los Estados Unidos. All铆, los industrialistas y proteccionistas del Norte necesitaron una guerra civil para eliminar a los librecambistas sure帽os, cuya base de sustentaci贸n econ贸mica era el sistema esclavista. La defensa de las industrias norteamericanas, utilizando altas barreras aduaneras, dur贸 pr谩cticamente hasta la d茅cada de 1930 y nunca se abandon贸 la protecci贸n a los bienes agropecuarios. La diferencia es que lo que antes defend铆a con tarifas o embargos (como el embargo de carnes de 1926 a la Argentina, que sent贸 las bases de un largo distanciamiento entre los dos pa铆ses), hoy se hace con subsidios directos a los agricultores y leyes antidumping, aunque se retorne tambi茅n, cuando se cree necesario, a la protecci贸n de productos industriales.
Un ejemplo a volver a estudiar es la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Empleo, que se reuni贸 en la Habana desde el 21 de noviembre de 1947. Convocada en 1946 por iniciativa del Consejo Econ贸mico y Social de las Naciones Unidas, buscaba plasmar los acuerdos angloamericanos presentes en la Carta del Atl谩ntico de retorno pleno a un mercado mundial 鈥渓ibre y abierto鈥. Este estaba fundamentado en el diagn贸stico que hac铆an los EE.UU.: eran el nacionalismo econ贸mico, las barreras comerciales y el bilateralismo los que habr铆an estado en el origen de la Segunda Guerra Mundial. Para evitar una depresi贸n en la posguerra, se deb铆a volver r谩pidamente al multilateralismo, reducir aranceles aduaneros y bajar barreras comerciales. La potencia del Norte buscaba as铆, olvidando su pasado anterior, el libre acceso a las materias primas del mundo y a la colocaci贸n de sus bienes y capitales.
La Conferencia se bas贸 en un borrador norteamericano previo y las sesiones se prolongaron largamente hasta el 24 de marzo de 1948. El convenio final con ochocientas enmiendas no fue firmado por la Argentina y en Washington el propio Congreso no lo ratific贸 debido a la diluci贸n de sus objetivos iniciales. Si bien constituy贸 el origen del GATT, de alcances mucho m谩s limitados, all铆 naufragaron los planes de una primera Organizaci贸n Mundial de Comercio. Las contradicciones surgidas en torno de este proyecto reflejaban la realidad econ贸mica del mundo. Por un lado, los EE.UU., los pa铆ses escandinavos y Canad谩, buscaban el retorno r谩pido al multilateralismo y la no discriminaci贸n. Por otro lado, Gran Breta帽a y Francia alegaban su coincidencia con ese objetivo para el largo plazo, pero planteaban que primero hab铆a que reconstruir las econom铆as europeas. Los pa铆ses de Europa Oriental 鈥搒in la Uni贸n Sovi茅tica, que no participaba鈥 defend铆an, a su vez, la planificaci贸n econ贸mica por parte del Estado y exig铆an un acuerdo que la contemplara. Las naciones perif茅ricas reclamaban pol铆ticas a favor del desarrollo industrial, con aranceles protectores, cuotas de importaci贸n y restricciones cuantitativas.
Desde un principio, la Argentina expres贸 posiciones encontradas con el borrador presentado por los Estados Unidos. Era delegado del gobierno peronista el senador Diego Luis Molinari, antiguo yrigoyenista y nacionalista. Dentro de Am茅rica latina sus planteos confluyeron con los de la delegaci贸n mexicana. Molinari, sobre la base del principio de defensa de la soberan铆a y autodeterminaci贸n de las naciones, reivindic贸 el derecho al comercio a trav茅s de instituciones estatales y la acci贸n sin restricciones de las empresas p煤blicas. En el caso argentino, habr铆a que recordar el cuestionamiento del IAPI (Instituto Argentino de Promoci贸n del Intercambio, que regulaba el comercio exterior) por parte de EE.UU. Seg煤n Molinari, se deb铆a excluir a las empresas estatales de las regulaciones antimonop贸licas, pues expresaban el inter茅s superior del Estado en la doctrina argentina.
Las intervenciones del delegado argentino tuvieron un perfil nacionalista, que alcanz贸 su expresi贸n m谩s significativa cuando reivindic贸 el uso del espa帽ol en la Conferencia. Molinari condicion贸 tambi茅n el proceso de apertura comercial mundial a la recuperaci贸n simult谩nea de todas las naciones, no s贸lo de las europeas, criticando oblicuamente el Plan Marshall, que colocaba en un plano privilegiado a las primeras en el comercio con EE.UU. Sus discursos tuvieron un pronunciado filo antiyanqui, denunciando al capitalismo norteamericano por su intento de impedir la industrializaci贸n de Am茅rica latina. Seg煤n 茅l, durante el conflicto b茅lico las j贸venes industrias del continente se hab铆an expandido y reclamaban ayuda o cooperaci贸n, algo que la principal potencia mundial no estaba dispuesta a darles. En la Conferencia hubo tambi茅n m煤ltiples alusiones, recurrentes desde entonces, a la doble pol铆tica de Estados Unidos con respecto al mercado mundial y a su mercado interno, que iba a contracorriente del fin proclamado. Especialmente se cuestionaban los subsidios agr铆colas, las restricciones cuantitativas que el pa铆s del Norte establec铆a a las exportaciones e importaciones, la contradicci贸n existente entre el discurso librecambista y las pol铆ticas concretas de los pa铆ses m谩s desarrollados.
Pero los planteos latinoamericanos de enmiendas al proyecto inicial fueron rechazados. Cuba, que depend铆a de las compras de az煤car por parte de EE.UU., rompi贸 el frente com煤n y otras naciones de Centroam茅rica la acompa帽aron, votando con Washington. En aquel momento se denunciaron presiones sobre esos pa铆ses por parte de la diplomacia norteamericana. De todos modos, el documento de La Habana result贸 inconsistente y ambiguo. Por un lado, preconizaba el librecambio para las manufacturas, pero por otro permit铆a acuerdos intergubernamentales para las materias primas, que la Argentina se neg贸 a firmar.
Como se ve en este caso, en el debate libre cambio-proteccionismo el discurso est谩 alejado de la realidad. Los pa铆ses que defienden el libre cambio y se benefician m谩s con 茅l son los que se han industrializado y tienen claras ventajas en productos de mayor valor agregado, lo que no les impide defender tambi茅n actividades productivas m谩s ineficientes. Como se帽ala Wallerstein, 鈥渓os pa铆ses verdaderamente d茅biles en lo econ贸mico son por lo com煤n naciones tambi茅n d茅biles pol铆ticamente鈥 y no pueden defender sus industrias. La m谩s completa libertad de comercio resulta as铆 un mito o una falacia, y aquella Conferencia de La Habana as铆 lo demostr贸.
* Economista e historiador. Investigador Superior del Conicet.
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