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Domingo, 22 de febrero de 2009
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El baul de Manuel

Por Manuel Fern谩ndez L贸pez

Esto no es ficci贸n

A lo largo del tiempo, el campo, y la actividad respectiva, fue tratado de muy diverso modo por las escuelas econ贸micas. Desde la subestimaci贸n por el mercantilismo a la exaltaci贸n por Cantillon y Quesnay, para quienes el gasto del propietario rural fijaba el ingreso de las dem谩s clases sociales, incluso el del Estado. Smith tom贸 distancia neutral, pero lo consider贸 el primer destino de inversi贸n en el inicio de la acumulaci贸n de capital. Stuart Mill acu帽贸 para el dinero una frase que bien pinta a la estructura productiva del agro: 鈥渆s una maquinaria... y como muchas otras clases de maquinaria, s贸lo ejerce una influencia propia, distinta e independiente, cuando se descompone鈥. Una de esas descomposiciones vivi贸 el campo en 1929. Aqu铆, el drama rural comenz贸 con la ca铆da vertical de los precios de bienes primarios y el achique de mercados externos. Bienes del campo similares a los argentinos produce y exporta EE.UU. En ese pa铆s-continente, nacido rep煤blica burguesa, la actividad rural creci贸 vinculada al cr茅dito y las finanzas. Y en la Gran Depresi贸n innumerables productores se vieron impedidos de pagar sus deudas, y perdieron animales y propiedades, por lo que debieron abandonar todo y emigrar. Muchos fueron a California, a conchabarse en actividades como recoger fruta, distintas a las que ten铆an por habituales. Se formaron campamentos de recolectores, adonde viv铆an como esclavos, en la tierra m谩s rica del pa铆s m谩s rico del mundo. Esa realidad la conoci贸 John E. Steinbeck (1902-68), quien la tom贸 como materia prima para escribir el 鈥渄rama americano鈥 Vi帽as de ira (1939), un a帽o despu茅s llevado al cine por John Ford. En manos del genial director de La diligencia (1939), le vali贸 obtener el segundo de sus cuatro Oscar. Para Steinbeck pes贸, junto a De ratones y hombres (1937), para que el jurado Nobel lo distinguiera en 1962 con el premio en Literatura. Las obras de Steinbeck y de Ford eran producto de la ficci贸n basada sobre una realidad. Pero, como suele decirse, la realidad supera a la ficci贸n: a 70 a帽os de publicarse Vi帽as de ira, la crisis pinta hoy el mismo retrato en la provincia de Santa Fe, donde algunos municipios reciben a decenas de familias enteras errabundas, que van a pedir trabajar en lo que sea tras haberlo perdido todo, incluyendo animales y vivienda, y no poder subsistir con producciones cuyo valor no cubre siquiera los m谩s elementales gastos.

Crisis all谩: crisis ac谩

Los pa铆ses se conectan entre s铆 intercambiando productos y factores productivos. Esos movimientos no se agotan en el mero traslado de determinados bienes, pero se extienden al contagio de sus estados de expansi贸n o contracci贸n econ贸mica, en que los pa铆ses grandes transmiten su propia coyuntura a los pa铆ses m谩s peque帽os. Este fen贸meno se conoce como 鈥渢ransmisi贸n internacional del ciclo econ贸mico鈥. En un pa铆s B, por caso, cae la actividad econ贸mica, y en consecuencia las unidades productivas reducen su escala de producci贸n, y con ello reducen su personal y sus compras de materias primas (algunas de las cuales se compran al pa铆s A). Una parte mayor o menor de la poblaci贸n de B se ve, de pronto, privada de ingresos y, por lo tanto, de capacidad de comprar, no s贸lo productos de B sino tambi茅n, acaso, productos provenientes de A, con lo que A sufre un doble impacto negativo: la reducci贸n de su exportaci贸n de productos intermedios a B, y la reducci贸n de sus productos terminados a B. Las unidades productivas de A, que exportan parte de su producci贸n a B, se ven forzadas a adquirir menos materias primas y a despedir parte de su personal, de un modo exactamente igual al ocurrido anteriormente en B, con lo que se consuma la transmisi贸n a A de la recesi贸n econ贸mica en B. El cuadro se hace m谩s real, pero m谩s complejo, con la consideraci贸n de los movimientos de capital. Este an谩lisis, en el curso de la ciencia econ贸mica, comenz贸 con David Hume, a mediados del siglo XVIII, y sigui贸 en 1933 con el multiplicador del comercio internacional, de Roy Harrod. Tuvo su manifestaci贸n entre nosotros con los estudios sobre ciclos econ贸micos de Ra煤l Prebisch. En 1938, como gerente general del Banco Central, escribi贸: 鈥淐omo pa铆s agrario y campo de inversi贸n de capitales extranjeros, en el desarrollo de nuestros movimientos ondulatorios prevalecen, por un lado, las variaciones del volumen f铆sico de la producci贸n del suelo, sus precios y el grado de absorci贸n de los productos en el mercado internacional y, por otro, la mayor o menor afluencia de estos capitales extranjeros. Aparte de las alternativas de la producci贸n rural, sujetas desde luego a las contingencias meteorol贸gicas, los otros elementos que acabamos de se帽alar mantienen estrecha relaci贸n con los fen贸menos c铆clicos exteriores que as铆 se reflejan sobre el ciclo econ贸mico argentino鈥. (BCRA, Memoria. Ejercicio 1938, p谩g. 5.)

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