Con la crisis internacional desatada en el verano de 2008 quedaron demolidos todos los dogmas neoliberales, no pudiendo negar sus fracasos el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Aunque desacreditadas, estas dos instituciones aprovechan la crisis internacional para volver a ubicarse en el frente de la escena.
Durante d茅cadas esas instituciones han impuesto por la fuerza medidas de desregulaci贸n y programas de ajuste estructural que han conducido a la actual crisis. Se trata de un fiasco para el Banco Mundial y el FMI por el que hoy deben responder por ante la opini贸n p煤blica mundial. Por a帽adidura, sus previsiones econ贸micas no son fiables: en noviembre de 2008, el FMI pronostic贸 un crecimiento mundial del 2,2 por ciento para 2009, luego lo corrigi贸 al 0,5 por ciento en enero, y finalmente estim贸, en marzo, que ser谩 negativo. En realidad, sus expertos defienden los intereses de los grandes acreedores.
Mientras que la situaci贸n econ贸mica se deteriora r谩pidamente, los grandes banqueros del mundo se esfuerzan en dar al FMI desacreditado y deslegitimado el papel del caballero blanco que va a ayudar a los pobres a hacer frente a las devastaciones de esta crisis. Ahora bien, lo que sucede es lo contrario: los principios defendidos por el FMI desde los a帽os ochenta est谩n todav铆a vigentes. Los gobiernos que firman un acuerdo con el FMI para recibir fondos deben aplicar siempre las mismas recetas, que degradan a煤n m谩s las condiciones de vida de las poblaciones.
Bajo la presi贸n del FMI dirigido por Dominique Strauss-Kahn, varios pa铆ses enfrentados a los efectos de la crisis eligieron como factores de ajuste los asalariados y los subsidios sociales. Letonia impuso una reducci贸n del 15 por ciento en los salarios de los empleados p煤blicos, Hungr铆a les suprimi贸 el salario del 13er mes (despu茅s de haber reducido las jubilaciones en el marco de un acuerdo previo) y Rumania est谩 a punto de encaminarse tambi茅n por esta v铆a. La poci贸n es tan amarga que algunos gobiernos vacilan. Por ello Ucrania juzg贸 recientemente como 鈥渋naceptables鈥 las condiciones impuestas por el FMI, en particular el aumento progresivo de la edad de jubilaci贸n y el aumento de las tarifas.
Existe el doble discurso del FMI y de Dominique Strauss-Kahn, que por una parte piden a la comunidad internacional aumentar los esfuerzos para lograr objetivos de desarrollo del milenio y, por otra parte, fuerzan a los gobiernos a bajar los salarios de sus empleados p煤blicos. Se trata de propugnar exactamente lo contrario de una verdadera pol铆tica destinada a hacer frente a la crisis defendiendo el inter茅s de los que son v铆ctimas.
Para responder a la crisis de los a帽os 鈥30, el presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt hab铆a sido empujado por la movilizaci贸n social a reducir el tiempo de trabajo aumentando al mismo tiempo los salarios, las asignaciones sociales y los derechos de los trabajadores, en particular garantizando el derecho de sindicalizaci贸n. Con el New Deal, Roosevelt hab铆a establecido una reforma fiscal que aumentaba los impuestos sobre el capital. El 鈥渟ocialista鈥 Dominique Strauss-Kahn est谩 bien lejos de tener la grandeza de Franklin Roosevelt y sigue, cueste lo que cueste, defendiendo los intereses de los grandes acreedores que lo nombraron para ocupar ese lucrativo puesto.
Una vez m谩s el FMI demuestra que es un d贸cil instrumento al servicio de los mismos que han provocado la actual crisis financiera. En este per铆odo de gran inestabilidad monetaria (como lo muestran las enormes variaciones en la paridad entre el d贸lar y el euro desde hace un a帽o), el FMI se muestra incapaz de proponer la puesta en marcha de una tasa (o impuesto) del tipo Tobin-Spahn que reducir铆a las variaciones de las cotizaciones combatiendo la especulaci贸n y permitiendo juntar los fondos necesarios para erradicar la pobreza y liberar el desarrollo.
La crisis financiera y econ贸mica mundial destaca el fiasco de la desregulaci贸n de los mercados financieros as铆 como el fracaso del abandono del control sobre los movimientos de capitales, ambos predicados por el FMI. Eso hace indispensable la b煤squeda de una nueva arquitectura internacional basada en el Pacto Internacional sobre los Derechos Econ贸micos, Sociales y Culturales (1966) y sobre la Declaraci贸n de las Naciones Unidas sobre el Derecho al Desarrollo (1986). Pero tal l贸gica no podr谩 imponerse sin una inversi贸n de las relaciones de fuerza. Si, bajo el empuje de las movilizaciones populares, un n煤mero suficientemente grande de gobiernos no establece tal alternativa, el Banco Mundial y el FMI estar谩n en condiciones de superar su crisis aprovechando la ca铆da de los precios de los productos b谩sicos, para llevar a los pa铆ses d茅biles hacia una nueva dependencia de sus cr茅ditos, acci贸n cuyo meollo ser谩 el objetivo de salvar al sistema en vez de satisfacer criterios humanos y ecol贸gicos.
Por todas las razones mencionadas, la soluci贸n es la abolici贸n del FMI y del Banco Mundial, y su reemplazo por instituciones diferentes, centradas en la satisfacci贸n de las necesidades humanas fundamentales.
* Eric Toussaint es presidente del Cadtm B茅lgica (Comit茅 por la Abolici贸n de la Deuda del Tercer Mundo www.cadtm.org) y Damien Millet, portavoz del Cadtm Francia.
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